[🌙.15]

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La casa de la pequeña familia conformada por solo tres personas, estaba casi a las afueras de la mini ciudad. Subiendo a un camino de terracería entre los grandes e imponentes árboles del bosque. Un camino que no era tan largo, y que no estaba tan solo. Tal vez otras dos familias vivían por ahí. La casa estaba casi a la cima de la colina. Donde el viento solapaba con más fuerza.

En una vuelta más, Heika gira el volante hacia la derecha, topándose ya con la visible casa. Antes de estacionarse, nota a Paul levantar la ropa desparramada sobre la tierra. Mirándolo extrañada.

"Se le habrá caído".
Al estacionarse, toma su bolso y abre la puerta de su carro para bajarse. Cuando camina hacia Paul.
Se siente confundida, ya que Patryck siempre lo está acompañando.

—buenas tardes, ¿y el señor Dudulewicz? — miró a su alrededor comprobando por si su ya avanzada edad, no le haya jugado una broma y no se hubiese percatado de la presencia de Pat.

Paul y Patryck eran una pareja que su parecer le parecía encantadora. Tan comprometidos con uno y el otro. Eran como si ellos se entendieran sin la necesidad de que el otro dijera algo sobre lo que querían y necesitaban. Ellos se conocían bastante bien. Una pareja simpática que aveces mantenían una dinámica seria, ruidosa, cómica y muy amorosa.

Por ahora no los había visto tener desacuerdos, y si los habían, no creía que lo fuesen, eran más bien pequeñeces como si Paul quiere más azúcar en su café, pero Patryck se lo quita ya que ya le había puesto más de cuatro.

Los dos siempre estaban codo a codo, mirándose uno al otro, juntando sus frentes en modo de apoyo y consuelo.
Donde iba uno, aveces el otro lo seguía para ayudarle atender algo.
Pero en esta ocasión, Patryck no estaba ni cerca de Paul. Y no, no es que todo el santo el día ellos estén pegados uno al otro. Si no que labores como este, a Patryck siempre se le veía dispuesto acompañar.

Sus pensamientos se interrumpen cuando Paul suelta un suspiro muy hondo.
Haciéndola volver a poner su vista sobre él.

—¿ocurrió algo?
Paul se pasó la mano por la nunca mientras levantaba la canasta ya con toda la ropa guardada nuevamente.
— que no pasó.
Esto solo hizo que Heika torciera sus labios en modo de mueca.

Cuando entraron a la casa, Heika notó el inquietante sonido sordo. Notando la tensión y ahora si, a Patryck.
Este se hallaba sentado en el sillón, con el cuerpo tumbado hacía delante, sobre los codos en su rodilla, y con un intento de quererse tapar la cara por completo.
Notaba pequeños temblores que su cuerpo emitía. Estaba ensimismado en sus pensamientos.

Desvía sus ojos hacia Paul en un intento de explicación. El polaco entiende lo que quiere decir, por lo que se le acerca y le susurra por debajo lo que a ocurrido.
— Tord y él han tenido, Hum, bueno...— se rasca con la punta de su dedo índice la mejilla— un desacuerdo.
¿Qué cosa?
Paul miró hacia donde estaba su amado, mirándolo preocupado y todavía algo, anonadado con la situación. Ahora entendía porque Patryck adquirió ese comportamiento repentino después de que Heika haya explicado sus preocupaciones y con la solución con la que podría llegar a pasar: ahora entendía la desesperación de Pat por querer tomar el control sobre la situación con Tord, pero...

Esa forma en la que de verdad creyó que sería buena opción...

¿Qué tanta desesperación a de ver sentido para llegar ese punto?

Vuelve a soltar otro largo suspiro.

— Patryck obligó a Tord a consumir el medicamento.
Posó sus brazos atrás de él, con una de sus manos sujetando la parte posterior de la muñeca del otro. Sin apartar la mirada de su prometido.

Heika abrió los ojos de golpe. Enarcando sus dos cejas con preocupación.  Y también imitando a Paul.
Entonces notando que sus dedos estaban rojizos, con algunas marcas de dientes alrededor de su piel. Junto con alguna que otra mancha pequeña de sangre seca.

El silencio cambió al sonido de las pisadas de los tacones de las zapatillas rojas que estaba usando la Dra. castillo. Acercándose lentamente hasta llegar con Patryck. El cual no dejaba de balancearse de adelante hacia atrás, en un acto de querer calmar su profunda culpa.
Se sienta casi cerca de él. Tocando su hombro para llamar su atención, tacto que lo sobresalta, notando la presencia de Paul y ella.

señor Dudulewicz...— usualmente los terapeutas siempre mantiene un balance entre sus pacientes y su entorno. Tenía una visión neutral de las cosas y el porqué suceden. Sin embargo, ella también tenía que hacerles ver que había cosas que estaban mal, y cosas que tampoco eran tan malas. Una forma de empujar a las personas a que entiendan que no siempre las soluciones pueden tener una respuesta clara, o un método tan denso. En este caso, aunque sabía muy bien que Patryck entendía que lo que hizo, fue demasiado malo, ella tenía que manifestar más que solo la equivocación. Patryck lo a estado pasando mal, y también quería ayudarlo — ¿entiende que lo que hizo, no fue la manera correcta de sobrellevar la situación, cierto?

Patryck asiente sin dudar, apretando su labios, y con el arrollo de lágrimas acariciando su blanca piel. Gotitas saladas que abundaban cuando sentía el pinchazo desgarrador en su pecho.
No tenía en claro el motivo de su repentina reacción. Estaba asustado. De pronto sentía miedo por lo que podría hacer.

Intentaba acariciar sus manos, pero hacerlo le costaba mucho por los estirones de dolor que lo llevaban a sentir peor. Notando y recordando las marcas que permanecía sobre sus dedos.
Avergonzándose de su decisión.
Patryck solloza otra vez.

Olivando por completo que ellos estaban ahí, intentando mantener la calma como adulto. Porque eso era, debió haber actuado como tal, pero en cambio, se comportó como un adolescente furioso contra alguien que no notaba lo mucho que se esforzaba por cuidarlo.
Alguien que no miraba la gran dedicación que hacía para que la poca cordura que tenía ese joven de herido corazón, lo hiriera más de lo que ya estaba.

Y tal vez ese era el problema, Patryck se veía reflejado en Tord. Y no quería que tomara el camino que también había decidido elegir cuando tenía la edad del noruego.
Nadie lo protegió, nadie se preocupó por él.
A nadie le importó si estaba enfermo o no.
Nadie estuvo para él.
Y él tampoco estaba para sí mismo.

No fue hasta que ese hombre que ahora sería su esposo, decidió entrelazar su vida con la suya.
Y Patryck también quería lo mismo para Tord, pero...

Cree que solo fue para seguir salvándose de si mismo.

"Ego ғragмenтado" Donde viven las historias. Descúbrelo ahora