[🌙.7]

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El clima en el bosque era húmedo, casi como cuando te empapabas con la lluvia, y luego te exponías al aire acondicionado de tu habitación.
El sol apenas y se dejaba ver por las gigantescas y oscuras nubes que parecían apunto de estallar. El pasto había adquirido un color mucho más verde. La corteza de los árboles se desprendían por la cantidad de agua que se estaban acumulando en ellos, por lo que estas caían de vez en cuando al suelo.

La casa no estaba muy lejos de la ciudad, simplemente a una distancia considerable como para pasar desapercibidos. No pretendían llamar la atención, al menos eso trataban, porque Tord no paraba de tirar cosas accidentalmente logrando hacer eco a su alrededor.

Era tan terco. No quería quedarse en la cama, seguir escuchando sus pensamientos, soñar con cuentos estupidos como el amor y la amistad. Ser dependiente y seguir siendo atendido por sus aparentes "padres adoptivos" que prácticamente, eran sus ex-compañeros de guerra.
Eso comenzaba a irritarle, él no era menos.
Jamás lo ha sido.
Tord Larsson nunca se hunde. Y no va a permitir que esta basura lo destruya.

Sí, perdió su ojo, su brazo, la inmovilidad de sus piernas. Un par de amigos, el trabajo de su vida y la confianza de sus líderes. Okay, su autoestima, y tal vez hasta su capacidad racional. Un poco jodido de su cardio, pero, ¡Hey! Él que no arriesga no gana.

Así era Tord, no quería aceptar que necesitaba ayuda. Demasiado cuento para la estabilidad emocional. Era basura.
El dolor y el esfuerzo es lo que te abre paso, crea un camino. No sonreír y jugar a fingir que el ser humano no es una puta mierda y que todo se soluciona con el poder del amor...BAH.

AG...— sobre su brazo colocado en la mesita de noche, intentaba crear un empuje, lo suficiente como sostenerse en la pared y mantenerse de pie. Pero eso le costó derribar la lámpara, y la merienda de la tarde que sus compañeros habían preparado. Como prefería llamarlos.
ya varias veces terminó en el suelo, y cada vez le pesaba más levantarse porque eso le costaba energía. Podría pedir ayuda, podría decirle a ese par que lo sostuvieran. Así incluso podrían generar lazos afectivos que le ayudarían a, no sé, vincularse de una manera mucho más, ¿sana?.

Meh. Prefirió seguir alimentando su ego.
Dios Tord, que orgulloso.

SI.— exaltado, por a ver conseguido sostenerse en la pared, en su rostro se incrusta una sonrisa. Fue difícil, pero pudo, y con eso demostró que aun tenía la suficiente determinación para seguir levantándose. Pero...

Con la carente estabilidad física para hacerlo por si solo.
Así que, se terminó por resbalar cayendo estruendosamente en suelo de madera, golpeándose la cabeza con la pata del mueble y, tirando más objetos como, medicamentos.

La imagen que mostraba, era, ese no era Tord. Su cuerpo esparcido como si no "tuviese huesos". Dándole la espalda a todo el cuarto, y solo teniendo la mirada enfrente hacia la pared.
La liga de su cabello se rompió, y sus mechones se desparramaron alrededor de su craneo.
No pretendía levantarse porque simplemente se había rendido. Estaba harto porque las voces seguían acusándolo de cosas. Cansado de sentirse como un estorbo, como la piedra que todo el mundo quiere quitar.

No era nadie. Y jamás sería algo.

¿De que sirvió sacrificar un círculo de amistad estable?
¿De que sirvió enamorarse?
¿Entregar su vulnerabilidad y su cuerpo?
¿De que sirvió tomar ese vuelo a su país natal, para seguir el sueño de "su vida", si lo han dejado tirado como animal atropellado en la carretera?

Estaba aquí, en un bosque en medio de la nada.
Según él. Con dos personas con las que deseaba y anhelaba su desaparición, con el cuerpo más asqueroso e inservible, y, con esa extraña sensación de que algo más que su corazón, se había roto.

No llores Tord. Eres más que esto. Por favor solo...
Acercó su mano estable para cubrir su rostro, para negar que estaba a punto de desbordarse pese que ya lo estaba haciendo.
Para negar el punto de quiebre.
Para no admitir que se sentía muy vacío.

— 🌙 —

Tic, tac, tic, tac.

Paul estaba en el sillón de tres asientos leyendo cualquier cosa, una historia sobre romance en medio de una guerra apocalíptica con demasiados momentos de silencios incómodos.
Solo para generar una tensión romántica muy innecesaria entre los protagonistas. Era una basura, pero eso lo entretenía.
En cambio Patryck, desde que Tord inició con su ritual de "sanacion" o, más bien, su ritual de destruir y tirar cosas. No paraba de jugar con su cabello mientras escribía algunas cartas para el médico que estaba solicitando, más bien, un viejo amigo que pertenecía en la misma armada. Pero este no podía solo irse como así, para recurrir ayudar a Tord.

Antes de que fuesen desterrados (si, ellos también "eligieron" renunciar a sus puestos), aquel médico y químico rubio, les ofreció una tarjeta con remitente, para que pudiesen enviarle lo que notaran en Tord. Y así, poderles intentar ofrecerles una respuesta.

Desde que se le dió esa oportunidad, no ha parado de dar una descripción exacta con lo que estaba ocurriendo. Su salud física y mental habían decaído estrepitosamente, que aveces miraba al más joven tener una especie de tic nervioso como es morderse los labios sin parar.

La pluma y el tinte seguían trazando palabras con el pulso de la mano de Patryck. Pero se detuvo cuando escuchó un golpe mucho más fuerte que los anteriores.
Miró hacia arriba con la cara preocupada, deteniendo su actividad y manchando con tinta la hoja blanca al haber hecho una línea dispareja por el susto.

Paul...— alargó la "u" con temor.
Su prometido que aún no quitaba  la vista del libro, suspiro hondo cerrando sus ojos y levantándose del asiento para checar lo que ocurría.
Le mortificaba mucho que Patryck se preocupase tanto por Tord. Creía que no era sano, esto estaba perjudicando su estabilidad mental también. Es decir, hace tres noches que su pareja había tenido un ataque de pánico, cosa que tenía un muy bueno tiempo que ya no sucedía.

Y, con todo el respeto, pretendía priorizar a su futuro esposo antes que cualquier otra persona.

"Ego ғragмenтado" Donde viven las historias. Descúbrelo ahora