[🌙.23]

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Su espalda crujió de una manera que hasta pudo sentir como se le fue el alma del cuerpo.
Ya era muy tarde, pero Edd tenía que finalizar con la limpieza del restaurante, sus demás colegas solo atendieron sus respectivas áreas y se fueron.

Así que solo Edd se quedó a limpiar cada bendita mesa, piso, reacomodar manteles, checar el inventario y quedarse a cerrar todo.

Fue un día largo, más pesado de lo que cree que debió haber sido. Hoy definitivamente no estaba de buen humor, o bien, no sé sentía bien. Había un peso de incomodidad en su pecho.
Algo que siempre le generaba muecas
y pequeñas punzadas en la cabeza.

Fue al médico algunas veces, pero nada anormal se encontraba en él. Por lo que, le dió la sugerencia de tomar una perspectiva más emocional.

Psicológica, quiero decir.
Si existía algo de lo que lo estuviera agobiando, poniendolo ansioso o nervioso.

Y Edd solo podría responder que nada malo estaba ocurriendo. Porque bueno, realmente no había nada más allá que no pudiera lidiar. Clientes malhumorados, sus compañeros de trabajo, pagar algunas cuentas de la renta; el podía manejar todo aquello, pero...

Si había un detalle, un detalle que anhelaba olvidar que pasó, y que jamás le pasó. Pero siempre que se despertaba en esa habitación tan fría en un lugar que realmente no es su hogar, le traía de regreso a su realidad.

Tord. Ese idiota mal agradecido que en el pasado fueron parte de las personas más importantes en su día a día. ¿Y ahora?
Ahora solo quisiera gritrarle todo lo que su envenenado y herido corazón quería decirle.

Y al principio lo intentó, realmente lo intentó. Abrir sus brazos y abrazar esa herida. Aceptar lo que ocurrió, pero no pudo, y solo, comenzó a sentir ese ardor en el pecho, gesticulando expresiones de desagrado y odio que jamás había sentido sobre una persona.

¿Cómo se atrevía? ¿Cómo alguien que le diste todo tu apoyo, tu corazón y empatia, te apuñalaba de esa manera por la espalda?

AGH, ¡El solo quería...!

Edd aventó con fuerza el bendito trapo, rindiéndose ante esa mancha que incluso con toda la fuerza del mundo, no se quitaba.
Se tumbó en el sillón de una de las mesas, y se quedó viendo a la pared.

Su corazón había comenzado acelerarse, estaba doliendo, la piel le estaba ardiendo y podía sentir como su mandíbula se tensaba.

Cerró los ojos sin querer darle vuelta al asunto. Lo que ocurrió ya está hecho, él debería superarlo, por el bien de su salud, solo tenía que hacer ese borrón. El error que había cometido hoy al quedarse paralizado en medio del pasillo no fue una buena señal, hasta ese momento, no había pasado algo como así durante su hora laboral.

— Agotador ¿Cierto? No sé de dónde sacas tanta paciencia para lidiar así las cosas — Edd levanta un poco su cuerpo apoyándose sobre sus codos para toparse con el hombre riéndose y sentandose en una de las sillas enfrente de él — eres joven y ya diría que tienes una par de canas en tu cabeza.

Edd ladeo una pequeña sonrisa.
— es de mis mejores rasgos.

Aquel hombre se carcajeó.
— Bueno, no si quieres morir por taquicardias.
— estoy seguro que no funciona así.
— No, pero tampoco es como si no pudiese agraviar otras partes del cuerpo — se encoje de hombros.

Edd entrecierra los ojos y resopla con casancio. Tal vez y tenga razón, debería ir procurando su testamento y en dónde será enterrado. ¿También deberia personalizar su tumba?

— Solo hace que me deprima más — se recuesta en el sillón otra vez.
oh. Entonces estás deprimido?
—...er, ¿No?

El hombre mayor solo sonrió, y se mantuvo en un silencio de aquellos que son comprensivos, con una ligera tensión ante la verdadera respuesta, pero sin la presión de que deba revelarse ahora.

Edd agradeció eso.
No estaba con ánimos de explicarle a alguien lo que estaba ocurriendo con él, ni siquiera para pensarlo o de lo que tenga que lidiar con la consecuencia ante una posible reacción. Por una vez, solo quiso, que en serio, en serio, su realidad fuese una pesadilla.

El hombre lo miró por el rabillo del ojo, notando a Edd ensimismado dentro de lo que fuera lo que ocurriera con él.
En su experiencia, hacer eso solo agranda las cosas y empeora cualquier intento de manejar las cosas por la paz.
Es como una bomba que solo espera que el TIC TAC se convierta en un BOM que arrace con todo.

Y aunque quisiera ayudar, solo puede mantener su distancia y que el descubra por si mismo lo que está ocurriendo con él. Aveces uno debe permitir que los demás lidien con sus propios infiernos para crecer.

Así que, solo cierra los ojos, disfruta de ese silencio y dice:

— Tal vez no necesitas darle tanta vuelta a lo que tengas en tu cabeza, solo necesitas, afrontarla con la emoción real que sientes, chico.

Edd no escuchó, pero tampoco la respuesta estaba ahí.

"Ego ғragмenтado" Donde viven las historias. Descúbrelo ahora