Tentación infernal
Derian:
Los días en la oficina eran cada vez más tediosos no sé si se debía a que mi paciencia hacia la estupidez humana promedio se iba esfumando cada vez más o que comenzaba a contar los minutos para volver a molestar con mi presencia a la interesante abogada.
La demanda en sí, no me importaba solo era la excusa perfecta para tener a mi disposición a la linda abogada repleta de secretos, que aunque por el momento ella no cediera de ninguna forma a contarlos, encontraría la manera de hacerlo tarde o temprano.
No importaba cuántas décadas duraría en hacerlo, pero lo haría, porque sabía que el principal objetivo de Hartley Kerr era mantenerme alejado y por esa única razón nunca desaparecería hasta que me contara ese jugoso secreto.
Salí de la oficina, el cielo se encontraba nublado con indicios de que en cualquier momento que alguien se le soltara un fuerte estornudo comenzaría a llover a cántaros.
Mi época favorita no era la lluviosa, pero ninguna en realidad lo era, así que me acoplaba a el temporal.
El asunto con Draven se había apaciguado por el momento y casi podría cumplir una nueva marca sin que mis tediosos hermanos, me buscarán para resolver algún absurdo problema.
Lo cual era un alivio, porque así podría tener más tiempo para descubrir quién era en realidad esa castaña con poderosos ojos grises.
No podía siquiera encasillarla aún, era algo terca sí, pero al segundo siguiente cedía sin sentido y eso era lo que más me intrigaba, porque sabía que ella al igual que yo, no hacía nada sin una doble intención.
Llegue a mi apartamento aún con secuelas de molestia, por haber sido tan débil ese día en maldito ascensor revelandole una de mis vunerabilidades a el mismo infierno, aún podía recordar el regocijo de su rostro, pero no parecía sorprenderle mi claustrofobia, lo que me indicaba que sabía más allá de lo que cualquier simple estudiante de universidad pudo haber sabido.
Descorche una buena botella de whisky de malta y en cuanto iba a servirlo en el vaso, llamaron a la puerta.
Fruncí el ceño, tratando de recordar si había prefechado algo para hoy, pero según mis cálculos, no había llamado a ninguna puta para que viniera o organizado una partida de poker, así que no tenía ni puta idea de quién llamaría a mi puerta a estas horas y con este clima, que desde hace un tiempo como lo predije se estaba efectuando el segundo diluvio en la tierra.
Abrí la puerta si más y trate de ocultar mi asombro al notar a la persona frente a mi completamente hecha un charco de agua, desde el talón hasta la coronilla.
Al parecer alguien había olvidado su paraguas en casa.
- Abogada ¿qué me hace tan dichoso de tener una inesperada visita suya?- sonreí al ver como sus labios temblaban por el frío del agua que destilaba todo su cuerpo.
Su vestido negro con corte formal se pegaba a su figura como una segunda piel debido a la humedad de esta y dejaba pequeñas gotas en el suelo, llevaba sus tacones en la mano por lo que andaba descalza, lo que hacía que nuestra diferencia de distancia aumentará.
Amaba que fuera tan pequeña.
- Lo siento pero no sabía a donde ir mi auto se descompuso y con este clima...- bufo cruzando los brazos en su pecho, haciendo que estos se juntaran y resaltarán más.
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Lo que oculta tu piel
Misterio / SuspensoAmbos eran más que iguales, pero un tanto distintos. Ella mejor y a la vez más cruel que él Él era todo lo que detestaba de ella y de lo prometio no entrometerse ya que era parte de su pasado. Pero el jodido destino dio su jugada maestra. Viniendo...