Prólogo

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La lluvia era espesa y caía con furia sobre el duro pavimento.

La noche era oscura, pero había faros que la iluminaban.

Había dos personas mirándose entre sí.

Pero estas no se miraban y se gritaban los secretos de su amor mientras la lluvia caía, como en las típicas películas románticas.

No, en esta ocasión la lluvia no era un factor dramático de la situación.

Tal vez el cielo lloraba cada vez que tanta maldad se encontraba en un mismo lugar.

O quizá su función era ser una especie de rociador de incendios para apagar el fuego inminente que tanta ira acumulada se representaba en cada centímetro del cuerpo de las personas a mitad de la solitaria calle.

Parecían un reflejo del uno del otro, a pesar de las pequeñas diferencias como la estatura y la complexión, emanaban la misma energía.

Se miraban mutuamente tratando de encontrar la verdadera intención en los ojos de la otra persona.

Pero ambos eran tan iguales que en sus ojos solo habían grandes murallas disfrazadas de ira y arrogancia.

Representadas como una avalancha letal en el caso de él y una tempestad reflejada en los ojos de la ella.

Parecían no importarles estar empapados hasta el culo, mientras su ropa estaba pegada completamente a su cuerpo por la cantidad de agua que estaba cayendo sobre ellos, pero no querían dejar ceder al otro y dejar que ganará.

¿Cuál era el motivo de tanta ira?

Él estaba hecho un caos a causa de ella y eso lo enojaba más para si, que por la chica de mirada plateada frente a él, ya que, previamente se había jurado así mismo no dejarse derrotar de nuevo por una chica por muy imposible que pareciera volver a sentir algo por alguien.

Pero esa terca y arrogante mujer frente a él lo había logrado, había logrado tumbar cada muralla de insensibilidad de aquel hombre con un pasado escandaloso y oscuro.

Lo que empeoraba la situación es que ella después de crear ese caos se alejó para no verse afectada, como si aquello no le importaba y todo fuera un cruel juego para ella.

Cuando la verdad era que por mucho que ella se convenciera que no le importara en lo más mínimo, el detonante de su ira era que él era parte del pasado que ella quería olvidar, aunque no fuera directamente la causa primordial estaba implicado de manera indirecta.

Sin que el tuviera conocimiento de aquello y que ella nunca dejaría que supiera la verdad, claro estaba.

Pero lo que más la hacía reaccionar de esa forma (que era como lo hacía ante cualquier situación que no podía controlar) y todo porque él estaba amenazando con derrumbar esas paredes de indiferencia que ella misma se había encargado por levantar para no ser herida o vulnerable de nuevo y aunque aún no lo habían logrado presentía que no estaba muy lejos de hacerlo y eso la cabreaba de sobre manera.

Ambos tenían tensos cada músculo de su cuerpo, pero al fin luego de un largo tiempo de ver quién cedía ante quien, el hombre de imponente presencia abrió su boca para hablar, aún cargado de rabia que expreso en un sonoro tono.

- ¿me vas a decir cuál es tu secreto, que es lo que escondes bajo esa piel?- inquirió el mirándola con furia a la espera de una respuesta.

- ¿tú lo harías? - replicó la mujer con ironía mirándolo fríamente con esos ojos gris oscuro.

Al no recibir respuesta de él, sino solo un tensamiento de mandíbula y unos nudillos blancos de la presión, se dispuso dejar todo ese teatro y acabar con el asunto marchándose sin más.

Pero en cuanto dio un par de pasos firmes en dirección a su casa, un tirón de su brazo la hizo detenerse, sabiendo la razón de aquella detención, se negaba a voltear, pero en cuanto el pronunció su nombre pausadamente no tuvo más remedio que voltearlo a ver esperando que hablara.

Y cuando lo hizo fue el detonante que hizo explotar aquel incendio.......

Lo que oculta tu pielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora