✧✦✧CAPÍTULO II✧✦✧

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Narrador Omnisciente

Con una acusación de ese calibre, el Dr. Paul Horwitz no pudo permanecer indiferente por más tiempo. Se puso de pie, del otro lado del escritorio, su entrecejo se frunció, sus ojos se oscurecieron y las venas del cuello se le marcaron sobre el borde de su camisa, el enojo se dibujaba en todo su rostro. Sin que el paciente de la habitación 224 lo notara activo la alarma, que se encontraba debajo de su escritorio. Y sin perder control en su tono de voz respondió

—Me preocupas Derek, me preocupas mucho y todas esas ideas delirantes, que se están aunando a tu cuadro clínico son una alerta; estas creando una fantasía en tu mente, para evadirte. Descuida no estoy enfadado contigo por esas acusaciones falsas e infundadas, todo es parte de tu enfermedad. Tú hermano y yo solo queremos lo mejor para ti, pero hasta que no empieces a poner de tu parte, comenzando por aceptar que eres Derek, me dejas sin opciones —afirmo con un tono de aprensión fingida.

—Yo no tengo delirios y usted está mintiendo puedo verlo en sus ojos, confiéselo, se puso de acuerdo con mi hermano —grito a todo pulmón abalanzándose sobre el Doctor Paul Horwitz, sin siquiera poder llegar del otro lado del escritorio que los separaba; la puerta se abrió de golpe y el enfermero Alejandro y Samuel en un movimiento rápido lo contuvieron, arrastrándolo fuera de la oficina. Se resistía como le era posible, revolviéndose, forcejeaba, intentaba soltarse, pero eso solo lo hacía peor; no tenía ninguna oportunidad con estos dos hombres, que le doblaban la edad y que dominaban "las técnicas de contención e inmovilización de un paciente psiquiátrico en estado agitado".

El Dr. Paul Horwitz, desde el marco de la puerta de su oficina cruzó los brazos y entornando la mirada de forma fría ordenó

—Llévenlo a aislamiento.

Se contorsiono buscando la mirada del Doctor Paul Horwitz, cuando lo vio darse la vuelta ignorando sus gritos y suplicaba porque que lo soltaran, intercalados con esa frase que repetía una y otra vez

—Me llamo Demian ¡tienen que creerme! Mi nombre es Demian...

Hasta que su silueta y la de los enfermeros se perdían al fondo del pasillo; aquel médico cerró la puerta de su consultorio, llevándose una mano a la cabeza con fastidio, aunque ya acostumbrado a esa clase de espectáculos, por parte de los pacientes, siempre era incomodo presenciarlo, aunque esto no le impidió retomar su trabajo diario a los pocos minutos.

Derek para todo el personal médico, Demian ahora solo para él. Estaba aterrado con los ojos desorbitados, las lágrimas hechas un nudo doloroso en la garganta; se desmoronaba, la indiferencia y el sentimiento de abandono abrió un abismo que lo succionaba. Sin idea de a donde lo llevaban; todas sus fuerzas se concentraron en seguir gritando e intentar zafarse de los brazos de los enfermeros, que decidieron cambiar de maniobra como resultado a su falta de cooperación. Alejandro lo inmovilizo rodeándolo con ambos brazos, lo sujeto a la altura del pecho conteniendo sus brazos a los laterales, Samuel tomo sus piernas elevándolas de ese modo ambos lograron cargarlo hasta la entrada de los elevadores, donde La enfermera Amanda los intercepto. Una vez dentro del elevador sus gritos se convirtieron en llorosas suplicas apagadas

—Por favor suéltenme, por favor... ya estoy tranquilo. Alejandro, Samuel bájenme por favor, respóndanme... ¿A dónde me llevan? Por favor enfermera Amanda.

Su temor se incrementó y su corazón dio un brinco cuando ella ya exasperada con una mirada fría, endureció su voz, gritándole

—Ya cállate Derek. Cállate de una vez por todas. Te he dicho un sinfín de veces que te comportaras en terapia o terminarías por extinguir las opciones del Dr. Paul Horwitz. No me hiciste caso y aquí están las consecuencias, esto tú te lo buscaste, ahora no lo hagas más difícil. Un tiempo a solas te servirá —afirmo convencida, desviando su mirada a los botones del elevador.

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