DOS AÑOS ATRÁS 1968.
Derek
Metros antes de llegar al porche de la casa, Derek tuvo la precaución de disminuir la velocidad al mínimo, prácticamente avanzando por inercia, se estacionó de forma silente, apagó el motor frente al garaje y examinó con ojos atentos los ventanales de la sala.
—Todas las luces de la casa están apagadas —señalo su hermano, agachando la cabeza al ras del tablero —Eso es buen indicio deben estar profundamente dormidos, subiremos de puntitas en completo silencio, nos metemos a la cama y aquí nada paso —ideó con un positivismo absurdo.
Encendí la luz del toldo, y en el espejo retrovisor examiné mi nariz tumefacta con rastros de sangre, mi pómulo amoratado, que eran las partes visibles, por suerte el golpe de la cabeza era cubierto por el cabello, eso si no se inflamaba con el paso de las horas, y ni mencionar todos los golpes que tenía en el cuerpo. Volteé a verlo con una cena en alto y la boca fruncida —Desplegué la víscera parasol frente a él, para que por sí mismo se viera al espejo.
—¿Cómo piensas justificar lo evidente?, ¿Ya te viste la cara? Mañana en cuanto nos levantemos será imposible ocultar los golpes.
Demian, se mordió el labio inferior y analizó su rostro en el espejo con su índice bordeo su ojo hinchado a punto de cerrársele, y dio unos toquecitos en la cortada de su labio superior —¡Ah, exageras! Esto no es nada, con un bistec se desinflama, me escabulliré en la cocina tomaré uno de la nevera y mañana estaré como nuevo. Lo que me preocupa es tu nariz ¡Puede que hasta cirugía necesites! —existía una mezcla de preocupación y guasa en sus palabras.
—Esto es serio, quieres dejar de tomar todo a la ligera como siempre.
—Estoy exhausto, ya mañana pensare en algo. De momento solo quiero darme una ducha caliente y meterme en la cama.
Asentí, coincidiendo por fin en algo.
Inserto la llave sin emitir el mínimo ruido, empujo la puerta, entramos y cerró de la misma forma silenciosa, atravesábamos el vestíbulo, cuando de repente la luz del fondo de la sala se encendió.
—¡¡Demian!! ¡¡Derek!! Tienen un segundo para venir acá —se elevó la voz grave de nuestro padre desde la sala.
Volteamos a vernos abriendo los ojos de más, con el corazón en la garganta, mi hermano asintió con lentitud. Sin emitir palabras tragamos grueso y nos encaminamos aprisa.
Al llegar nuestro padre que ocupaba su sitio en su sillón vestido con su albornoz a un lado de la chimenea se puso de pie, nuestra madre envuelta en su bata y con su rosario en mano, detuvo su andar inquieto.
—¡Oh Dios mío, miren nada más como vienen! ¿Qué les paso? ¿Quién les ha hecho eso? Mis niños, mis amores vengan acá. —Daniel debemos llevarlos al Hospital cuanto antes —expresó abriendo los brazos y caminando hacia nosotros. Nos estrujo en un fuerte abrazo, ella era de las pocas personas que era capaz de saber quién era quien —Derek, mira como tienes la nariz, mi vida esto es grave y tu Demian ese ojo se ve muy mal.
—Tranquila mamá no te preocupes —dije intentando aminorar su preocupación.
—No es nada —secundo mi hermano. Sin quitar la vista sobre su hombro, midiendo la reacción de nuestro padre, de pie unos pasos detrás de ella.
Nos miraba con fijeza, sin moverse —Suficiente, Elena, este par lo último que se merece son tus mimos, por favor sube a nuestra habitación y llámale al Doctor Dante, dile que necesitamos que venga.
Mi madre se encamino escaleras arriba.
—Elena —vocifero llamándola.
Ella detuvo su paso a media escalera.
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Opuestos Idénticos
Mystery / ThrillerNo existe peor tragedia que la perdida de la libertad. No hay peor traición que la de alguien cercano a ti, aquella persona en quien confiabas ciegamente, quien creías que de todos en el mundo sería la ultima en darte la espalda y menos en mi caso m...