Capítulo XV

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DOS AÑOS ATRÁS 1968.

Demian

—No sé porque te hago caso, solo me meterás en más líos —se quejaba Derek caminando a mi lado.

—Eres un exagerado, no estamos rompiendo ninguna de las prohibiciones de nuestro padre, no vas a entrar a la alberca, solo nos sentaremos en las gradas a observar, como un par de espectadores.

—¿Cómo la nombraste? una increíble sorpresa: torturarme viendo como todos nadan. De todas tus ideas brillantes para subirme el ánimo, esta es la peor.

Tomamos asiento en las gradas del centro en la primera hilera.

—Tú aguarda y ya verás —dije dándole unas palmadas en el hombro.

Achicó los ojos con desconfianza.

El bullicio de las regaderas se desplazó a la zona de la alberca, algunos de los chicos del equipo se desviaron para saludar a mi hermano estrechándole la mano, otros simplemente realizaron un asentimiento desde las plataformas, Danilo nos estudió con recelo, sin dejar de hacer los ejercicios de calentamiento, guardaba distancia, al terminar se encamino hacia dónde estábamos, quedo a mitad del camino cuando el entrenador toco el silbato, intercalo miradas entre él y nosotros, no tuvo opción más que dar media vuelta y dirigirse a la plataforma.

Derek, estaba absorto en el entrenamiento, su actitud era muy similar a la de un niño pequeño viendo su caricatura favorita: labios entreabiertos y la vista fija sin parpadear, esa era mi oportunidad, al excusarme diciendo que debía ir al baño, que no tardaría, apenas si reacciono con un leve asentimiento sin despegar los ojos de la alberca. Actué con la precaución de cerciorarme al momento de atravesar el marco de la puerta de las regaderas que nadie tuviera la atención puesta en mí. De esa forma me cole, entre los pasillos del vestidor, tenía identificada la maleta de Danilo, llevaba unos días siguiéndole los pasos desde cerca, era confiado al dejarla en las bancas que estaban al fondo frente a las regaderas, pudiendo guardarla en su locker, sonreí «pronto se arrepentiría, de esa seguridad engreída».

Ejecute mi plan con tiempo de sobra para volver al lado de Derek y aparentar interesarme en el ejercicio de nado de relevos, basto con hacerle una pregunta, para que se soltara con esa explicación minuciosa, que desprendió un brillo de excitación en sus ojos conforme elevaba el brazo y me señalaba quien iba a la delantera, a quien le faltaba pulir su técnica y como Danilo era rápido, pero carecía de estilo y su técnica era; en sus palabras: «demasiado burda».

Por mi parte intentaba no dar asomo de mi impaciencia, cuando finalmente el entrenamiento concluyó, y los chicos del equipo se dispersaron, me puse de pie como activado por un resorte en cuanto Danilo atravesó las puertas de los vestidores, Derek no estaba muy seguro de acompañarme, no entendía para que quería entrar ahí, alegó que en definitiva no podíamos entrar al no pertenecer ya al equipo, que sí papá se enteraba... Lo sujete del brazo con ojos insistentes

—Vamos, solo será un minuto, debo mostrarte algo.

Él frunció la boca sin estar convencido, pero aun así, se dejó arrastrar por mí.

Nos introdujimos hasta la entrada de las regaderas, el vapor inundaba el área de las bancas, algunos chicos desfilaban envueltos con toallas a la cintura, otros sin tapujos andaban desnudos o se sentaban en las bancas para vestirse, a un lado del marco de azulejos se encontraba Marc con una toalla a la cintura, escondido a la espera de quien saliera de las regaderas, tenía una toalla mojada en las manos y una expresión maldosa que delataba sus intenciones, desde el otro lado de los casilleros un par de chicos hicieron la señal de alto, Danilo atravesó el marco de la puerta desnudo con una toalla alrededor de su cuello, el silencio de la expectativa hizo que la voz de Ignacio con tintes de desesperación se abriera paso.

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