N. Omnisciente
Los gritos de felicidad de Eddie, resonaron en la habitación, dándole un despertar sobresaltado de golpe a la realidad.
Era desquiciante, como repetía una y otra vez en frase en un tono cantarín
—Derek volvió, Derek volvió ¿A dónde fuiste?
Sentado a un extremo de la cama, se movía sacudiéndola e inclinándose sobre su rostro, guardando una distancia de centímetros «Invasivo, en absoluto» Eddie abarcaba todo su espectro visual, antes de que le pudiera contestar algo o intentara quitárselo de encima. La enfermera Beatriz quien venía atrás, siguiéndole los pasos para evitar que lo hostigara, se acercó y lo intento apaciguar
—Eddie por favor retírate de la habitación, él aún está muy débil, dale espacio.
Eddie negaba, sin querer acceder.
—Pero... pero es... que él es mi amigo quiero verlo. —se justificó entristecido Con las comisuras de los labios hacia abajo
—Lo sé Eddie, sé que son buenos amigos, exactamente por eso necesito que le des unas horas; ahora Derek debe descansar, más tarde podrás regresar a la habitación.
No muy convencido se dejó conducir hasta la entrada de la habitación, sujeto del brazo por la mano de la enfermera. Desanimado, termino cediendo
—Bueno, ya qué, pero sí se siente solo y me necesita, no dudes en buscarme en el cuarto de estar y de inmediato vengo —aseguro recobrando la sonrisa.
La enfermera prácticamente tuvo que cerrarle la puerta a Eddie en la cara, quien no tuvo más remedio que terminar marchándose. Una vez solos, acerco una silla a su cama
—Voy a traerte algo de comer, debes estar hambriento.
No tenía hambre. Había estado tan asustado que en un principio no pensaba en otra cosa que no fuera que lo sacaran de allí, después el estupor lo mantuvo ausente. Aunque ahora que mencionaba la comida, sentía un agujero implantado en el estómago, era la sensación que suplía el lugar del hambre tras varios días de no ingerir alimentos. Vació era todo lo que quedaba.
Volteo a verla solo ladeando la cabeza sobre la almohada, con los ojos vidriosos.
— ¿Tengo mucha sed? —murmuro
Ella tomó la jarra con agua que se encontraba en la cómoda, sirvió un poco en un vaso y lo ayudo a incorporarse, empezó a beber el agua de una manera desesperada dando grandes tragos, casi sin respirar. ¡Cómo ansiaba el agua! esa sensación fresca deslizándose por su boca y llegando a su garganta, para eliminar esa angustiosa sensación de sed.
La enfermera lo contuvo —Con calma, te puedes ahogar.
Comenzó a dar tragos más pequeños, cuando bebió dos vasos y sintió que la sed había sido mitigada, flexiono su brazo para recostarse, una punzada en el brazo ralentizó sus movimientos y plasmo una mueca de dolor en su rostro
—Con cuidado Derek, me costó mucho trabajo encontrarte la vena, para ponerte el suero, no querrás arrancártelo ¿verdad? la primera vez estabas inconsciente, pero ahora seguro que te dolería. —Lo puso al tanto ayudándolo a recostarse.
Con ojos cansados, recostó la cabeza sobre la almohada y dirigió su mirada hacia su brazo izquierdo confirmando que tenía un catéter en la vena que le suministraba suero.
—No tardare, en seguida vuelvo con algo de comida —le aviso con una mirada cálida. Acomodando su almohada y cobijándolo.
Los primeros bocados le costaron, la percepción de saciedad llego pronto, sin embargo, con la paciencia de la enfermera Beatriz casi se termina por completo la cena que para ser vegetales con pollo no estaba nada mal.
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Opuestos Idénticos
Mystery / ThrillerNo existe peor tragedia que la perdida de la libertad. No hay peor traición que la de alguien cercano a ti, aquella persona en quien confiabas ciegamente, quien creías que de todos en el mundo sería la ultima en darte la espalda y menos en mi caso m...