CAPÍTULO XII

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EN EL PRESENTE

1970

La luz de la linterna del vigilante detrás de la puerta de herrería del Hospital psiquiátrico aluzándolo directo a los ojos, lo hizo detener el auto, apagar el motor.

Parte de su consciencia se había mantenido manejando «en piloto automático», al tiempo que recordaba la primera vez que se le acusó de hablar solo, en específico de tener una acalorada discusión actuando como si se dirigiera a alguien más.

Sacudiéndose esas imágenes, Derek, se ocupó del presente: bajo la ventanilla, identificándose y aunque el vigilante se comportó un poco renuente para darle el acceso por pasar de las ocho de la noche, termino por persuadirlo de abrirle las rejas, desde ese punto la carretera de terracería tenía una leve inclinación senda arriba, era una noche cerrada cubierta por un manto estelar azul marino sin estrellas, agachó la cabeza sobre el tablero del auto y elevó las cejas sus ojos fueron abducidos por las dos efigies de gárgolas sobre los pilares en lo alto del último piso del Hospital, desprendió la vista devolviéndola al camino antes de que su imaginación creará ilusiones ópticas que solo respondían a temores concernientes al recuerdo de los horrores que vivió dentro de esos muros.

Se estacionó lo más cerca posible a las escalinatas del nosocomio.

«Después de todo creo que sí estás loco, solo alguien mal de la cabeza volvería a este sitio y de noche, en fin, Derek ya estás aquí, ahora confirmemos que no le has pulverizado los sesos a Demian, ha sido un asco de hermano, pero es el único que tienes», se dijo.

Una vez que se identificó en el primer puesto de control, se aproximó a la recepción de enfermería, dónde Betty le pidió que esperará ya que debía informarle al Dr. Horwitz. Se quedó de pie, tras unos minutos vio su silueta entre la oscuridad acercándose por el pasillo, la luz del fondo se encendió y comprobó que era ese médico encumbrado en una pulcra bata blanca.

—¿Cómo está, mi hermano? ¿Se encuentra bien? —lo abordó con esa pregunta aprehensiblemente angustiado, unos pasos antes de que estuviera de frente a él.

Betty, solo le informó que el hermano de Derek se encontraba en la recepción y que le urgía hablar con él.

Horwitz meneo la cabeza —Él está bien, solo que durante la sesión de terapía tuvo una hemorragia nasal y un desmayo, de todas formas, lo canalice a la enfermería, para tenerlo bajo observación médica esta noche; aunque en mi experiencia no existe razón para preocuparse ¿Quién le notifico este incidente? —indagó con una ceja en alto.

En su frenesí, no había elucubrado como justificaría su presencia ahí.

—Eso no tiene importancia, quiero verlo —se apresuró a decir.

—Claro que la tiene, necesito saber quién le ha llamo, Demian. Mañana a primera hora yo mismo pensaba telefonearle, nadie más que yo tiene autorización de dar este tipo de información y menos sin mi autorización —desplegó su vista al centro de control, la enfermera ojeaba unos expedientes —Betty, llama a Amanda y pregúntale si fue ella la que llamo al señor Bernal.

La chica asintió y se aprestó a levantar el auricular.

Derek sabía que necesitaba un pretexto creíble, y lo necesitaba rápido.

—Nadie se comunicó conmigo. En la última visita mi hermano me confió que le contaría del accidente de nuestros padres, justo hoy que se cumple un año de su muerte y tuve la corazonada de que podría ponerse mal, después de todo nunca ha hablado de ese día, ni siquiera conmigo.

—¿Cómo una especie de presentimiento? —se inmiscuyó Betty, colgando el auricular.

Horwitz enarco una ceja —¿Dé que habla enfermera? —la cuestiono ceñudo.

Opuestos IdénticosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora