6. El Pozo

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Abriendo los ojos la mujer comenzó a toser, parecía un pez fuera del agua y cuando su mente se aclaró, los recuerdos de la noche anterior relampaguearon en su mente.
La cena con amigos en honor a su nuevo papel protagónico, nada más y nada menos, que en una película hollywoodense; la propuesta indecente de aquel joven y hermoso camarero; la llegada a la lujosa discoteca y el camarero sexy apareciendo entre la gente. Luego los besos y caricias furtivas en el baño de hombres, y por último el sabor extraño de aquella droga que él le había convidado.

¿En dónde estaba? Sentía la humedad de la tierra debajo de la espalda y aunque intento moverse, sus músculos presos del letargo no le obedecían. Era lo suficientemente inteligente como para saber que todo había sido un timo y que ahora debía enfrentarse a un posible secuestro. Por suerte había dejado de toser y sus pupilas comenzaron a acostumbrarse a la penumbra. Entonces notó que muy por encima suyo se veían, pequeños destellos en lo que parecía ser el cielo. Asombrada por el descubrimiento luchó por ponerse de pie. Sus manos se aferraron a las paredes mohosas que la rodeaban y apoyándose en ellas, se deslizó siguiendo su forma. Descubrió que estaba metida en algo con forma circular. ¡Un pozo! gritó una vocecita en su cabeza y presa del terror comenzó a gritar. Su voz retumbaba ahí dentro y cansada de oírse, guardó silencio.

Las horas pasaron muy lentas hasta que pudo ver el resplandor del amanecer y esperó a que su captor decidiera venir a verla. Mientras esperaba pensaba en cuanto dinero tendría disponible y rogó que no fueran a desbancarla. Si bien su carrera estaba en pleno auge, aún no contaba con una gran fortuna y de la herencia de los padres adoptivos, ya no le quedaba ni un céntimo, solo esa vieja fábrica que no conseguía vender. Sin embargo también pensó que cuando la noticia de su secuestro, llegara a los medios de comunicación tendría mucha publicidad gratis y podría recuperar parte del dinero gastado, dando entrevistas en las que iba a llorar a mares. Iba a ser el centro de atención de todo el mundo y pensó que el sacrificio al fin había valido la pena. Se imaginaba las miles de propuestas laborales y sonreía como posesa. Tenía el corazón podrido de tanta ambición y el alma en tinieblas.

Pensar en el "sacrificio" hizo que su mente viajara al pasado, a la infancia triste y pobre. Desbloquear esos recuerdos le hicieron poner la piel de gallina y el eco del llanto de Jacinto retumbó en su memoria ensordecedor y torpemente se cubrió las orejas.
¿Por qué su mente le estaba jugando una mala pasada?
Hacía años que no pensaba en él, ni en su pobre padre y en Tony.
¿Tony seguiría en ese manicomio? Pobre, su hermanito que nunca comprendió que el sacrificio del inútil bebé, era para que ambos tuvieran una mejor vida. Sin embargo él siguió tratando de vengarse de ella y bueno, todos sus intentos por matarla hicieron que la familia adoptiva, lo encerrara en ese hospital psiquiátrico.

Ella sabía que Tony no sufría esquizofrenia. Sin embargo, tampoco iba confesar su crimen y una vez más había salido ganando. Sus padres adoptivos tenían una buena posición económica, y habían decidido mudarse a España para olvidar el mal momento. La última vez que vio a Tony, este era un niño, y si aún estaba vivo debía de ser un hombre adulto, atiborrado de barbitúricos que de seguro lo habían convertido en un zombi.

¿Por qué su captor se tardaba tanto en aparecer?

El sol brillaba muy fuerte y la sed comenzaba a atormentarla, eso no era bueno para su piel y justo cuando el sueño comenzaba a nublarle la mente, escuchó un ruido. Elevó los ojos y vio una pequeña canasta descendiendo.

-¡Hola! -gritó con la voz grave -. Te doy lo que pidas, pero sacame de aquí. Solo necesito hablar con mi agente y él te va a conseguir lo que quieras.

No obtuvo respuesta y se conformó con esperar el descenso total de la canastilla. Esperaba encontrar ennel interior una botella de agua y algo de comida, pero solo encontró una pequeña grabadora. Con cierto temor apretó "play" y lo primero que escuchó fue una risa de payaso.

Otra vez su mente viajó al pasado y recordó a su padre disfrazado de payaso, mientras limpiaba parabrisas en la avenida o vendía caramelos artesanales, que él mismo hacía en la cocina a leña. Se le llenaron los ojos de lágrimas, pero no era por el dolor si no por la rabia que sentía.

- ¡Tony! -gritó y destrozó la grabadora contra la pared - ¡Lo hice por nosotros! ¡Loco estúpido!

Podía ver la sombra de la cabeza de él y molesta lo insultó hasta quedarse sin voz. Entonces lo escuchó reírse imitando la risa de su padre "el payaso".

-Te vas a ir al infierno, Fátima -dijo Tony -. Mataste a Jacinto, y papá murió por tu mentira. ¡Y yo estuve años encerrado por tu culpa!

- ¡Fue tu culpa! Yo solo quería nuestro bien.

-Maldita egoísta, solo querías fama y ahora la vas a tener. Conozco todos tus fraudes y tu perversión. Todo eso saldrá en los medios locales y quizás mundiales.

- ¿Cuánta plata querés?

-Tu libertad tiene un precio de sangre.

-Mi muerte no traerá de vuelta a nadie.

-No, pero se hará justicia.

-Mátame de una vez entonces y déjate de payasadas.

-Matarte sería fácil. En cambio quiero que sufras. Te vas a pudrir en este pozo. Adiós, Fátima y no te preocupes, la vieja Amalia pronto se reunirá con vos.

- ¡Hijo de puta! -gritó llorando de rabia.

Acto siguiente Tony dejó colgado un pequeño reproductor en el que sonaba el llanto de un bebé, la batería iba durar un día cuanto mucho, pero el tormento de Fatima sería eterno. Sabía que nadie la iba a encontrar por un buen tiempo y sonrió satisfecho. Saliendo del campo en donde estaba ese viejo pozo, se subió al vehículo y le entregó un abultado sobre al apuesto cómplice. Ese asunto estaba concluido y ahora tenía que regresar a su país, para resolver sus asuntos con la vieja bruja y el entrometido policía.

Lux In Tenebris Donde viven las historias. Descúbrelo ahora