17. El vaso medio vacío

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Hablaban de todas las veces en las que yo era solo un chiste. Todas en las que yo llegaba tarde. Aquellas en las que compartían más que saliva y miradas. Momentos en los que yo estorbaba. Sobre escenas que odié grabar en mi memoria y palabras que nunca había oído ser pronunciadas para mi.

No pude terminar de leer todo lo que esa conversación decía. Quisiera decir que el celular cayó de mis manos pero en realidad lo lancé lejos de mi. Esos mensajes me colocaron en un planeta que giraba diferente, dejándome tal cual como había llegado a este mundo. Indefensa. Inocente.

Elegí un día muy oportuno para destruir mi corazón. En un sábado como este no tendría la necesidad de hacer nada, tampoco de verlo a él ni que él me vea a mi. Como si se hubiera escogido el evento con antelación.

En realidad, lo hizo.

Llevé mis manos temblorosas a mi cabeza dándole varios golpes con mis puños, luego a mi boca para intentar callarla y finalmente a mi pecho que se hacía cada vez más angosto. El aire apenas entraba por mis fosas nasales, cosa que me desesperaba. El sentimiento era sofocante.

Caí estrepitosamente a un lado de mi cama con la mirada gacha- ¿Por qué? -musité apenas.

Era lo único que me preguntaba 

¿Les había hecho algo malo? ¿No era suficiente para él?

Claro que no lo eras.

¿Por qué lo había hecho? ¿Por sexo, por diversión, por amor, por oxígeno...? ¿Por qué a mí entonces?

¿Cómo la persona que te estaba ayudando a salir de la oscuridad te empuja a ella de repente?

¿Cuántas veces la realidad se había reído de mí por haberme tragado sus mentiras?

Me odiaba, me odiaba tanto por no haberle dado lo que quería, por no haber sido competente, por no ser tan hermosa como ella y por haber amado, me odiaba más porque a pesar de todo esto, yo lo seguía queriendo.

Aun así, el darme cuenta que aquella conexión que yo sentía no era tan especial me mortificaba, aquel detalle temporal envenenaba mi cabeza.

Pensaba que si hacía las cosas bien, esto nunca llegaría a pasarme, porque no quería caer en aquel bucle de infidelidades y perdones que mi madre había creado.

No me había dado cuenta del espejismo en el que estaba viviendo, el que me convenció de haber bebido del mejor cóctel emocionalmente lleno de romanticismo y promesas duraderas. Cuando todo este tiempo he estado en el mismo lugar, en la misma arena, en la misma isla. Una isla llena de tanta lujuria que mi mente tuvo que crear aquel espejismo para refugiarme de la tormentosa realidad.

Todas esas ocasiones en las que me sentía feliz llegaban a mi como pequeños flashbacks dolorosos, como si los hubieran pintado de azul a todos, como si aquella tinta azulada hubiera explotado de aquellas esferas de cristal con recuerdos que intentaban ahogarme.

Debería ceder y dejar que me cubran por completo, dejar de nadar contra la corriente me parecía buena idea.

🦋🦋🦋

- ¡Carajo! ¡Maldita sea Violet, sal de ahí!

Está bien, sigo aquí, desperté.

Observé el agua correr por mi cuerpo, cayendo estruendosamente sobre mi cabeza y muriendo en la entrada del drenaje. El agua estaba demasiado fría, prácticamente helada. Esa acuosidad espantosamente glacial penetró mi tez congelando músculos, carne y huesos.

No recordaba cuánto tiempo había estado sentada aquí. Ni siquiera sé si me puse shampoo.

No importa de todas formas. Solo prendí la ducha para dejarme abrazar por la lluvia artificial que salía de ella. Esta cubría mi cuerpo desnudo como una delicada manta y arrugaba mi dermis en el proceso.

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