11. Dudas, ghosting y más dudas.

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Jueves 22 de diciembre.

El chico de ojos color miel corrió hacia mi y de un solo abrazo me levanto del suelo ¿Es muy fuerte o yo soy muy débil?

- ¿Qué tienes? -pregunté, la emoción en la cara de mi novio era notable a kilómetros, como cuando acaba de ganar uno de sus partidos de fútbol y viene conmigo todo sudado, acalorado y entusiasmado a celebrar su victoria.

Tener contacto con su piel con cierto fluido salado es un poco asqueroso, pero el verlo feliz me hace feliz a mí también.

- Gané, - soltó y yo curveé una ceja- te superé reina malvada. - habló juguetón, entonces comprendí que se refería a lo que pasó haciendo esta ultima hora -superarme en el juego ese- subestimé demasiado el esfuerzo de mi novio porque no creí que fuera a lograrlo.

- Oh por Dios, estoy tan feliz por ti, -lo abracé con emoción sarcástica- Deberíamos celebrarlo, es una gran victoria, creo que nunca habías logrado algo tan grande como esto. Denle a mi novio un récord Guinness por favor-

Josh puso su mano en mi boca- Ya entendí, que hija de puta eres. -bufó indignado

Lamí su mano para que me dejara hablar- Lo sé. -contesté encogiéndome de hombros.

 - Asquerosa. -dijo limpiando su mano en mi suéter.

Hice un mohín- Asqueroso.

- Son tus babas. -aclaró.

- Te las tragas todos los días.

- Prefiero tenerlas en mi boca que en la mano.

Apreté mis labios para contener la risa que quería soltar. Me volví a sentar al lado de Nez con las piernas cruzadas y Josh se sentó al lado mío.

- Oye, tengo hambre ¿Quieres acompañarme a comprar algo? -el rubio preguntó.

Accedí y antes de irme le pregunté a Nez si ella quería algo, a lo que negó con una sonrisa. 

Salimos del salón mientras conversábamos de trivialidades como los exámenes y sobre lo que haríamos en los próximos días. Sus manos estaban tibias como siempre, a veces, él se queja cuando nos tomamos de la mano porque las mías están heladas la mayoría del tiempo. Ha tomado la costumbre de entrelazar nuestras manos y meterlas en el bolsillo de su sudadera, luego cambia de lugar para hacer lo mismo con la otra, justo como lo está haciendo ahora. 

Camino a la cafetería hicimos un desvío en el baño de hombres.

- Te tomas muy en serio eso de que te gusta el frío, -me guio a uno de los cubículos y lo cerró -Pero,- me dio un beso largo y sentido -Ya me olvidé lo que iba a decir.

Bufé.

El espacio era muy estrecho y Josh lo había llenado con su habitual perfume. Se acercó y me besó con entusiasmo, sonriendo en medio de besos y gimoteos. Estaba nerviosa, nerviosa porque sus manos jugaban con mi cuerpo y porque él atacaba con mayor efusividad.

Su dedo índice viajo desde mis pechos a mi cintura y se coló debajo de mi suéter, descendiendo con lentitud hacía mi intimidad. Saqué su mano de ahí y la entrelacé con la mía. Josh se reposó en la pared derecha haciéndose más pequeño, no dejó de besarme y tampoco se soltó de la unión que hacíamos con nuestras manos.

La situación me recordaba a todas esas películas adolescentes donde las parejas se besaban en los baños, parece que todo el mundo lo hace por lo menos una vez.

Su mano intentó meterse debajo de mi falda varias veces, la quité todas ellas.

- Ya basta. -espeté con cierta furia.

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