1. ¿Aló?... ¿911? Es un código rojo.

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Preparatoria Columbus

Lunes 11:45 a.m

Carajo.

Carajo, carajo, carajo.

Es posible que de entre todos los días, los astros o quien mierda me esté viendo desde el más allá, hayan organizado un complot contra mí para hacer de este día sea una completa basura.

Bueno, casi todos los días de mi existencia son una completa basura. Pero voy a darle el premio mayor a este.

El día de ayer hice una tontería, lo voy a admitir, es una de las razones por las cuales este día empezó muy mal. Ni siquiera alcancé a meter mi cartuchera y cuadernos de la primera hora en la mochila.

Mi mente se concentró en repasar lo infantil e inmadura que había sido y en a quién le voy a pedir los materiales que necesito. Entre a mi salón de clases con la mente en Plutón y un tremendo golpe en mi frágil barriga hizo que saliera de mis pensamientos.

Regresé mi mirada a donde el balón de fútbol fue disparado y el semblante arrepentido de un chico rubio con ligera cabellera ondulada y piel bronceada me dedicaba un honesto perdón.

Le saqué el dedo del medio y seguí con mi camino.

Los lunes no suelo levantarme de un humor tan lindo que digamos, por lo que me la pasé maldiciendo en mi cabeza a todo y a todos casi toda la hora de clase. Y lo que acaba de pasar puede añadirse a mi lista mental de cosas que arruinaron este día.

¿Saben qué? No voy a decir nada, cada vez que una persona se pregunta la típica frase "¿Este día puede ser aún peor?" algo peor pasa. 

Oh no, no, no, lo pensé, ¿Eso cuenta?, ojalá no porque sinceramente estoy harta.

Mi cuerpo está paralizado en esa silla de salón sin saber que hacer, si doy un paso en falso todo va a valer más mierda. Mi único instinto es pedir ayuda, así que saco mi teléfono con cuidado de que me descubran con él y le escribo a mi mejor amiga, quien se encuentra del otro lado del salón. 

Nez<3

NEEZ!!!!!

SOS

LA SENTI

ROJO

SANGRE

Creo que un gigante rojo salió de mi vagina a estornudar

OISTE???

UN GIGANTE ROJO


El resto de mis compañeros estaban muy entretenidos en sus propias conversaciones o prestando atención a la aburrida clase de programación como para darse cuenta de mi terrible situación y mi cara llena de pánico.

Observo que Nez saca su teléfono revisando los mensajes que le acabo de enviar. Ella cubre su boca para evitar reír y cuando me ve le dedico una sonrisa sarcástica, me pone los ojos en blanco y regresa la vista a su teléfono.

Al parecer, el profesor se percató de la obvia distracción que cierta pelinegra presentaba en su clase. Posa su fría mirada en Nez para dejar de escribir lo que sea que haya estado escribiendo en la pizarra y se dirige rápidamente hasta donde esta se encuentra, el hombre de unos treinta y algo con traje y cabello negro le arrebata el celular a mi amiga en un santiamén, dejándola a ella y a mí estupefactas y la mirada de algunos alumnos curiosos posada en tal escena.

En la MDonde viven las historias. Descúbrelo ahora