8. Nada detiene el llanto de una nube

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Hace 11 años...

El vestidito color sandía que cubría mi diminuto cuerpo me quedaba precioso, a mi me encantaba, y más porque me hacía ver como una princesita, o así era como me decía mi papá. Los pequeños tacos beige hacían conjunto con mi vestido y en mi cabello solo me coloqué una diadema del mismo color, recogiendo apenas los cabellos que se metían en mi cara de vez en cuando, era un problema tener el cabello ondulado y muy rebelde.

No me importaba si ya era de noche, yo me iba a vestir de gala porque sí.

Quería presumir lo lindo que me quedaba el vestido así que agarré mi peluche de oso panda y corrí en busca de mis padres, el sonido de mis pasitos sonaba claramente en los solitarios pasillos. Al no encontrarlos por la gran casa decidí ir a su cuarto.

La puerta estaba entreabierta cosa que me dejaba observar el temple erguido y serio de mi madre justo en la abertura de la misma.

- ¿Mami? - hablé bajito para llamar su atención, ella giro un poco su rostro hacía mi e ignorando sus ojos rojos y llorosos me giré sobre mis pies para que admirara lo hermoso que me quedaba la prenda.

- ¿Te gusta cómo me queda? ¿Es lindo verdad? – abrace más mi peluche iluminando mi carita con una gran sonrisa en espera de un halago que subiera mi pequeño ego.

Di pequeños brincos cuando ella asintió con una sonrisa triste, enseguida abrí la puerta para ver si mi padre se encontraba y me topé con varias cajas abiertas con las pertenencias sus pertenencias, él se encontraba a unos pasos desarmando una de las camas.

- ¿Pa?

Llamé y él se sobresaltó un poco al oír mi delicada voz, se giró sobre sus pies y pude notar como la tensión de su cuerpo desaparecía dedicándome la más amorosa y tierna sonrisa. Su cabello negro y rizado lucía desarreglado al igual que su pantalón y camisa, debió ser porque venía del trabajo, los zapatos de cuero negro algo gastados por el constante uso y su mirada cansada no pasaba desapercibida.

Me acerqué a él a pasos lentos examinando todo con curiosidad- ¿Las vas a regalar? - pregunté refiriéndome a las cajas con sus cosas.

El sé puso de cuclillas para quedar a mi altura y tomó mi mano libre- No mi amor, - negó con dulzura- Voy a tener que mudarme por un tiempo ¿Sí? Te prometo que vendré a visitarte todas las veces que pueda y saldremos a pasear a donde tú quieras.

Sus ojos y los míos se humedecieron por las lágrimas que amenazan con salir, él colocó un mechón de mi cabello detrás de mi oreja y me dio leves caricias en el rostro.

-Pero yo no quiero que te vayas. -Mi voz se quebró en ese momento suplicando porque se quedara.

Él miro por sobre mi hombro a mi madre y me abrazó en seguida- Yo tampoco quiero princesita, pero así deben ser las cosas, - escondí mi rostro ya húmedo por las lágrimas en el hombro de mi padre y este acaricio mi largo cabello.

- ¿No tienes espacio aquí? Puedo prestarte mi cuarto, yo puedo dormir con Oliv... por favor no te vayas.

Soltó una risa triste y lo oí sollozar más fuerte- No es eso mi vida, no te preocupes por mí, todo va a estar bien.

No tenía porque cuestionar la razón por la que se iba, yo ya lo sabía, pero me negaba a aceptarlo, quería seguir proponiéndole tratos para que se quedara, pero el nudo que se formó en mi garganta me lo impedía, mi pecho quemaba y mi respiración se empezó a agitar, cerré mis ojitos fuertemente para que las lágrimas dejaran de caer, pero fue imposible.

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