PRÓLOGO

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No sé si mi mal carácter se deba a que soy Aries, a que mi mamá me lo haya heredado o simplemente al hecho de que estoy entrando a la maravillosa etapa de la pubertad- Imaginen que hago un arcoíris con mis manos mientras digo eso por favor-

Muchas personas -adultos - te describen la adolescencia con flores, música y mariposas de muchos colores. Según ellos es la mejor fase de tu vida, la más divertida, la que más tiene cambios hermosos, donde aprendes y experimentas lo bueno de la vida -una mierda- te repiten que disfrutes de tu juventud como si estuvieran programados para decir la misma mentira una y otra vez.

Pero sinceramente, y por lo menos hasta ahora, yo no le veo lo bonito.

Porque vamos, empiezas a compárate con los demás, a ver en ti defectos que antes no creías tener, todos creen que tienen el derecho de juzgarte por cómo te vistes, como hablas, como caminas, como piensas, lo que te gusta, en sí, todo de ti.

Como si ellos fueran tan perfectos.

Sientes que nadie te comprende, que no encajas o que no te quieren.

La estabilidad emocional por el piso al igual que tu autoestima, y así un montón de cosas que de un momento a otro te explotan en la cara sin previo aviso. Todo se vuelve toxico, aunque no lo quieras admitir o tardes en darte cuenta.

Si llegaron a pensar que la adolescencia es como en esas películas de Disney donde todos bailan, cantan, salen a todas partes, tienen muchos amigos y encuentras al amor de tu vida siempre todo con una cara y cuerpo bonito; pues déjenme decirles que a ustedes y a mí nos mintieron todo este tiempo-que sorpresa- y la fantasía esa que creímos, se esfumó en los aires cuando nos dimos cuenta que nada es como lo pintan.

No, la vida no es como la de esos jóvenes que ves en Instagram donde suben fotos de lo hermosa que es su adolescencia, donde salen todas las noches con sus amigos perfectos, pareja perfecta, cuerpo perfecto y vida perfecta- O por lo menos no la mía-

Quisiera la vida que me prometieron por favor y gracias.

La mitad de los adolescentes eligen compartir solo lo bueno, lo falso, lo que interesa, y la otra mitad elige creérselo, consumir esa basura, dejar que nos afecte. 

Deberíamos separar la delgada línea que existe entre la realidad y la ficción más seguido.

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Nací en contra de mi voluntad un 23 de marzo del año... que les importa.

Odio demasiadas cosas, pero supongo que es normal porque según adultos y especialistas, eso es parte del proceso.

Socializar nunca me ha gustado, tampoco el querer aprender un nuevo instrumento o una actividad que no sea leer y dormir. Por consecuencia, no soy buena en absolutamente nada.

La única persona que soporto y que me soporta es mi mejor amiga Ashlyn Nezuko, pero su nombre es muy largo así que para mi, es Nez. Vamos juntas desde hace algunos años. Creo que es algo muy cliché pero así comenzó nuestra amistad, seguida de muchos desacuerdos previos.

Un dato innecesario es que cuando era pequeña mi madre tenía la loca hipótesis de que yo era alérgica a los gatos- la cosa que más amo en este mundo- y digo loca y era porque para mi era imposible y si no lo era pues me importó una mierda de todos modos porque no iba a dejar que un simple sarpullido me alejara de esos lindos y majestuosos seres. Por eso lo único que me alegra mi triste vida es mi hermosa gata tricolor llamada Nala.

Mis padres, Laurence y Thomas, todavía no se han separado- aunque deberían- así que vivo sola con ellos. Mi hermana mayor, Olivia, dejó la casa hace mucho tiempo debido a que tenía que estudiar en otro lugar por razones que desconozco u olvidé. Ahora que ya se graduó vive sola en un lindo apartamento al otro lado de la ciudad.

Mi vida no ha sido la mejor que digamos pues siempre se ha visto envuelta en constantes peleas que esos dos seres llamados padres hacen por cualquier cosa. Nunca me puse del lado de alguien porque siendo sincera, ninguno de los dos se merece el premio a los padres del año.
Claro que los quiero, a mi modo, Laurence y Thomas no serán la pareja perfecta, pero siguen siendo mis padres.

Les juro que hay días en los que ya no me aguanto, pero aquí sigo, viviendo una vida la cual no pedí y estoy obligada a vivir. Siendo parte de una generación de adolescentes y personas con problemas similares o peores a los míos.

Vivir para mi está sobrevalorado y es innecesariamente caro. Así que me voy a volver loca si mi futuro no es tan prometedor como lo imagino.

Nunca logré identificarme con el personaje principal de una historia, así que haré mi propia versión.

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