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El día anterior Romina le había pedido a Emilio que le diera a su sobrina para llevarla a un parque de diversión y pasar tiempo con ella, era como un mini tour. Emilio había aceptado luego de que Joaquin estuviera de acuerdo, aún seguía arreglando el restaurante por lo que el Alfa seguía en casa.

Esa mañana, el Alfa despertó al oler el aroma dulzón de Joaquin, se sentía más denso, el Omega dormía tan plácidamente a un lado de él, no me tomó importancia y se levantó para ir al baño a hacer sus necesidades, cepillo sus dientes y cuando volvió a la cama Joaco estaba sentado, con su carita rojita, sus ojos un poco cerrados y sus labios formando un pucherito.

──Buenos días, zafiro. ──saludó Emilio.

El Omega abrió y cerro los puñitos llamando a su Alfa. Emilio lo observó confundido, esa actitud no eran tan así en Joaquin.

El omega lloriqueo y pataleo cuando su Alfa no llegó hasta él, se cruzó de brazos y gruñó mostrando los colmillos.

──Alfa malo. ──murmuró con una voz más suave, más risueña y definitivamente más mimada.

Emilio pensó que tal vez sería porque Amaris no estaba en la casa. El Alfa solo se encogió de hombros y salió de la habitación una vez que observó a Joaquin acurrucarse en la cama. Creyó que dormiría nuevamente pero el Omega estaba llorando.

Joaquin trataba de no hacer ruido mientras lloraba, él solo quería que su Alfa lo mimara, que lo besara y le dijera lo bonito que era, que le dijera que era su bebé, pero Emilio lo había ignorado, no lo quería.

──Joaco. El desayuno ya está. ──Aviso Emilio. El Omega no movió su cabecita. ──¿Amor?

Nada.

──Joaquin.

──Alfa no me quiere. ──dijo. ──Alfa no me quiere dar mimos.

──¿Qué? ──preguntó Emilio totalmente desconcertado, sacudió la cabeza. ──En fin, hice panqueques, como te gustan.

Joaquin estalló en sollozos. Emilio se alarmó, camino hasta él y encontró a su pequeño diamante llorando. El lazo se sentía con muchas emociones.

──Bebé, ¿que pasa? ──preguntó Emilio apartando los rulos de su Amor.

──Alfa malo. ──sollozo, ocultando su rostro en la almohada.

──Yo no soy malo, mi vida. ──comentó Emilio.

──Alfa. ──los ojos de Joaquin cambiaron a amarillo por unos fragmentos.

──Ah, eres el omega de Joaco ──dedujo al fin.

──¿No te gusto?

Emilio amaba el Omega de su esposo, por ser tan sumiso y jodidamente tierno.

──Pequeña flor. ──murmuró Emilio ──¿Quieres que Alfa te mime?

Joaquin gimió con un pucherito en los labios. Emilio sonrió.

El Omega se sentó en la cama y estiró sus brazos hasta Emilio quién se agachó y lo tomó de los muslos, lo llevó primero a que se cepillara los dientes y luego lo llevó a la cocina. Lo sentó en la encimera y le dio un beso en la frente, sirvió el panqueque en un plato y se lo tendió a su Omega, quién rápido lo devoró.

──¿Rico, bebé? ──preguntó Emilio.

──¡Mm, mmj! ──Emilio dejó otra beso en los labios deL menor. ──Alfa....

Emilio frotó su nariz contra la de botoncito de Joaquin, el Omega río enternecido por las caricias.

──Dime, zafiro.

──quiero mimitos.

──Eres todo un bebé ──respondió Emilio, alzandolo y llevándolos a ambos al sofa, se sentó y lo acarició, espalda, piernas, hombros, cabeza, el cabello, lo escuchó ronronear y dejó besitos en la mejilla del Omega acurrucado.

──Te amo, Alfa. ──murmuró el menor mientras chupaba una porción de piel en el cuello del rizado. ──Eres bonito, bonito, bonito.

Emilio sonrió, dejando besitos en todo el rostro de Joaquin haciéndolo reír.

──¿Y por qué el Omega se Joaquin tomó el control?

──quería mimos.

─¿Y Joaco?

──desconectado. Pero yo estoy aquí, Alfa.

La tarde se basó en Joaquin queriendo muchos mimos y Emilio se los daba con mucho amor.

Zafiro [Emiliaco-omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora