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Joaquin caminó hasta la cocina para coger una silla y llevarla a la habitación, necesitaba bajar algo del armario pero era muy alto y Emilio no estaba. Amaris estaba en casa de Romina jugando con el nuevo hijo del Omega de la Alfa, su cuñada finalmente se había enlazado con un Omega que tenía un hijo de cuatro años, sus madres no estaba de acuerdo, cuando Romina les contó sobre eso, Niurka le dijo que eso no estaba bien a lo que la Alfa le respondió.

«Que extraño, no pedí tu opinión», luego todos se habían alterado y Emilio solo tomó la mano de su Omega, alzó a su hija, le dio un beso a su hermana en la frente y salió de ahí con su familia. No necesitaban estar en una pelea de sus madres con Romina.

Pero volviendo al presente, Joaquin colocó la silla frente al armario y se subió en ella, debía pararse de puntitas, pero siendo sincero tenía miedo de caerse y golpearse. Odiaba ser tan pequeño, definitivamente la formula que le daban para crecer era un fiasco. Se sostuvo del mueble y se impulsó hacia arriba.

No escucho la puerta abrirse pero sintió como la silla se balanceaba, la luna, se iba a caer.

──¿Que haces, bebé? ──preguntó su Alfa. Joaquin se tambaleó y sintió las fuertes manos del Alfa sostenerlo de las piernas. ──Una vez más,Omega. ¿que estás haciendo?

Joaquin se colocó derecho en la silla y se volteó para ver a Emilio. Hizo un puchero y se bajó de la silla.

──No alcanzó. ──fue todo lo que dijo y se sentó en la cama.

El Alfa era malditamente alto, a Joaquin no le gustó eso, se cruzó de brazos sentado en la cama. Emilio lo miró burló y luego a las cajas arriba.

──¿Quieres que lo baje por ti? ──Joaquin no respondió y le quito la mirada. Emilio rodó los ojos. ──¿Vas a hacer un berrinche?

Hubo silencio.

──Es que ──exclamó el menor. Emilio quería reírse pero le costaría a su omega, así que no lo hizo. ──... porque eres tan alto.

──Porque soy Alfa.

──Pirqii siy ilfi──imitó Joaquin y Emilio rió. ──¡De qué te ríes!

──No me rió, quería toser. En fin, sube.

──Bajala tú.

──No, sube a la silla y baja la caja.

──¡No llegó! ──Emilio suspiró y se agachó para quedar a la altura de Joaquin en la cama. ──Me caes mal.

──¿Sí?, si te soy sincero extrañaba cuando te volvías mi bebé Omega. ──Joaquin se sonrojó. ──Y extrañaba hacerte sonrojar.

──Cállate. ──lo empujó juguetonamente mientras intentaba no sonreír.

──Sube a la silla, te ayudo a bajar la caja. ──Joaquin asintió y se subió a la silla. El mayor lo sostuvo mientras se paraba de puntas para bajar la caja de color Rojo con Azul.

Era la caja de su cortejo. El regalo de Emilio para tenerlo a él, su Alfa sonrió cuando colocó la caja en la cama.

──Vaya, recuerdo ese día muy bien, estaba muy nervioso. ──contó. Joaquin sonrió. ──No sabía si te iba a gustar, el día anterior había pedido ayuda a mi mamá. Anne fue muy buena al darme la caja y ayudarme a conseguir las cosas. Yo solo rogaba porque dijeras que sí.

──Sabias que diría que sí. ──comentó Joaquin pero Emilio negó.

──Mi lobo si sabia, yo no. ──habló Emilio. ──Mi alfa estaba seguro que si aceptarías ser de nosotros pero yo no estaba tan seguro.

Joaquin sacó el cuadro de los petalos, los había llevado donde un señor para que las congelara con una pasta para que no se marchitaran, las demás cosas estaban ahí, en esa gran caja. Las piedras, todo. Joaquin sonrió. El mayor lo rodeó con sus brazos por la cintura y colocó la barbilla en el hombro de su amor para ver lo que él estaba viendo.

──Te amo, Joaco. ──susurró en el oído de su Omega, una sensación de felicidad corriendo por su columna.

──Yo te amo más, Alfa.

Zafiro [Emiliaco-omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora