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—Amaris, Amaris. no saltes en el sillón, bebé. Por favor— Joaquín bajó a su bebé del sillón y la niña rápidamente corrió por sus juguetes a la habitación. El Omega se dejó caer en el sillón.

En unos cuantos minutos Emilio llegaría a la casa. Joaquín ya había bañado a Amaris y la niña le había dicho que quería esperar a su papi. Joaquín no pudo negarse cuando Amaris colocó esa mirada suplicante igual a la de su Alfa.

La amaba tanto.

Las llaves sonaron en la cerradura y Joaquin llamó a Amaris para que recibiera a su padre.

-Hola mis bebés. -saludó el Alfa, dejando el maletín en la mesa junto a las llaves. Joaquin no se levantó, lo esperó en el sillón.

Cuando Emilio se acercó al sillón, el Omega abrió sus brazos para esperar su beso y abrazo. El Alfa lo hizo con una brillante sonrisa en su rostro, su principe olía a hogar, siempre olía a su hogar.

Amaris se escabulle entre ambos para abrazar el cuello de su papá.

-Espera bebé, me vas a ahogar. -Emilio rió. Amaris lamió las mejilla de su padre.-Debo darme una ducha, y está princesita debe irse a la cama.

Amaris abrió y cerro sus puñitos esperando a que su papá la cargase.

-Yo me encargó de llevarla, ve a darte un baño. -propuso Joaquin, pero su marido se negó.

-Puedo hacerlo-se acercó hasta el oído de Emilio y susurró. Puedes ayudarme a bañarme.

El Omega sonrió pero terminó negando.

—Si Amaris se despierta...

—Joaco, su hora de dormir ya pasó hace bastante, es claro que no despertará —EI Omega observó a su pequeña hija tratando de no cerrar los ojos.

—Bien, ve.

Joaquin se encaminó a la habitación. Emilio caminó con su hija en brazos ya dormida hacia la habitación de la niña. La acostó y la envolvió con su aroma, agarró una manta y la frotó en su cuello para impregnarla de su aroma. Envolvió a su beba con la manta.

—Buenas noches, lobita —dejó un beso en la frente de la niña salió.

Caminó a la habitación de su Omega y él. Observó a Joaquin sacar ropa del armario y tirarla a la cama. Se acercó a él, quitándose el saco y la corbata. Colocó las manos en las caderas del Omega y lo pegó a su pecho, escondió su rostro en el cuello del Omega.

—¿la cubriste con tu aroma?— preguntó Joaquin mientras ladeaba la cabeza para que su Alfa tuviera más acceso a la mordida.

—Sí— murmuró contra la piel del cuello sensible de su esposo— Te amo.

—Yo también te amo, amor.

—Hay que bañarnos— anunció el mayor, tomando la mano de su Zafiro.

Se adentraron al baño, se despojaron de su ropa y entraron a la ducha. Emilio se metió en el agua primero, estaba tibia, Joaquin se metió cuando el Alfa se corrió. El Alfa tomó el shampoo y se lo enseñó a el menor.

—¿Vas a lavarme el cabello?— Emilio sonrió.

—Sí, y luego tú a mí.

Emilio abrió la botella de shampoo y vertió un poco en el cabello castaño de Joaquin, empezó a remover y a hacer suaves masajes en el cuero cabelludo, el Omega cerró los ojos dejándose relajar por los masajes de su Alfa.

—Estaba pensando en hacer un viaje— comentó Emilio mientras observaba el rostro de su Omega relajado.

—¿Sí?, ¿dónde?-respondió Joaquin suave.

—No sé. Fuera del país, no. Es muy difícil con Amaris, puede ser no sé, ¿Doncaster?— Joaquin abrió un ojo.

—Donde vi... ¡Ah, Alfa, mi ojito!— Emilio lo movió al chorro y limpio el ojos de Joaquin que quedó un poco rojizo por el ardor del shampoo— Gracias, ¿por qué a Doncaster?

—No sé, quiero que su beba conozca donde viviste- comentó el de rulos. Terminó de enjuagar el cabello de su amor y procedió a darle el shampoo al Omega para que lavara su cabello.

—¿Podemos ir a Homes Chapel, también?— Emilio asintió. Agachandose para que Joaquin lavara su cabello.

Se terminó de bañar, salieron y vistieron. se acostaron en la cama y luego de una sesión de besos tiernos sin llegar a más, se acomodaron para dormir, escucharon un toquesito en la puerta.

—Es Amaris— informó el Alfa.

—¿Quién más iba a ser, Emilio?

El Alfa se levantó y abrió la puerta viendo la figura de su niña.

—Papi— Amaris lloriqueo— miedo. 

Emilio la tomó en brazos y la llevó hasta la cama para colocarla en el medio de ambos. Joaquin la abrazó, dándole un beso en la frente y envolviendola con su olor. El Alfa se adentró a la cama después.

—Bien, ahora pueden dormir. Yo los cuido siempre— Emilio dejó un beso en la frente de su princesa que se acurrucó más a Joaquín y dejó un beso en los labios de su Omega.

—Noches, papis— susurró la niña.

—Buenas noches, amor— contestaron al unísono.

Zafiro [Emiliaco-omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora