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Joaquin podía sentir que pronto iba a entrar en celo, tal vez unos tres o cuatro días más ya estaría en celo, se encontraba en la sala, jugando con los carritos de su niña. Suspiró, el restaurante estaba dejando tan agotado a Emilio, pero sabía que su Alfa estaba trabajando mucho para estar la semana completa con Joaquin, su celo duraba tres días pero al Alfa le gustaba mimarlo por los restos de los días que quedarán hasta que terminará la semana.

──Bebé, ¿a ti te gustaría un hermanito? ──Amaris levantó su cabeza, viendo a su mami fijamente.

──No.

Joaquin parpadeó.

──¿Cómo?, ¿no? ──Amaris asintió. ──¿No, por qué no?

──Mami y papi solo para mí.

Joaquin sonrió pero rápidamente salió de ese trance.

──Bebé. Mami y papá siempre seremos tuyos, pero ¿no quieres alguien con quien jugar en casa? ──la niña negó.

──Dan.

Joaquin rodó los ojos.

──Los gemelos no van a estar siempre, Amaris. ¿No quieres un hermanito, bebé, de verdad? ──El Omega suspiró algo frustrado cuando su hija volvió a negar.

Terminó de jugar con Amaris y se levantó de la sala, caminó hacia la cama. Para Joaquin era muy importante que su hija quisiera otro bebé en la casa. Él por nada del mundo quería que su hija se sintiera desplazada, quería que tanto como él y como Emilio, Amaris quisiera otra personita.

Joaquin quería otro bebé, está vez estaba seguro, ya no estaba asustado como cuando se enteró de Amaris. Mordió su labio inferior y tomó el teléfono para llamar a Nikolas.

──¿Hola? ──Joaquin sonrió al escuchar el ruido de los gemelos al fondo.

──Ni, hola.

──¡Joaquin, hey! ──saludó nuevamente. ──¿Que pasa?

──No, es solo que...hablé con Amaris sobre si quería otro hermanito... y ella dijo que no. ──Joaquin comentó ──Es probable estúpido pero quería que dijera que sí, es que ahora me siento un poco mal y aunque no esté en estado aún sé que quiero otro, y con Emilio ya lo planeamos así que no hay marcha atrás, pero quiero que Amaris acepte eso. No es como si pudiera devolverlo después.

──Joaco, tiene tres años, probablemente ahorita no sabe realmente de qué le estas hablando, ella solo va a pensar que tú y Emilio ya no la van a querer. ──dijo su amigo ──Así son los niños de egoístas.

Joaquin rió.

──Estoy siendo muy paranoico, ¿cierto? ──preguntó el Omega.

──Así somos todos los Omegas. ──ambos rieron. ──pero no te preocupes, estoy seguro de que cuando traigas al bebé al mundo Amaris estará encantada con él. O tardará años pero al final va a amarlo, recuerdo que cuando conocí a Eduardo estaba empezando a querer a su hermana menor.

──No, ¿de verdad? ──Nikolas rió.

──No, ya la quería, pero si me contó que cuando estaba más pequeños y su hermana tenía un año trato de ahogarla. ──Joaquin se asustó.

──No eres bueno dando ánimos, ¿y si Amaris trata de matar a su hermano? ──preguntó Joaquin asustado.

──Amaris no es , relájate, Joaquin no lo va a matar. ──el Omega negó ──Bueno, tengo que irme. Nos veremos después cuando ya estés en cinta.

Joaquin cortó. Decidió no mortificarse con esos pensamientos tan pronto, se dio un baño rápido recordando que dejó a su hija en la sala viendo caricaturas, luego se unió a ella. Le dio muchos besitos y ambos se acomodaron a ver tele.

La noche cayó demasiado rápido. Emilio entró a la casa después de las ocho de la noche, Joaquin lo recibió con un beso y abrazo, Amaris ya estaba dormida en su habitación. El Alfa se acostó en el sillón, entre las piernas del Omega, con su cabeza en el vientre plano del menor, ambos viendo a la televisión. Joaquin empezó a acariciarle las hembras del cabello a Emilio.

El Alfa ronroneo, le gustaba mucho eso.

──Amaris no quiere un hermano o hermana ──Emilio apoyó su barbilla en el estómago del Omega para así poder verlo. ──le pregunté y dijo que no.

──Amaris es pequeña, amor. Ella que va a saber.

──No quiero que se sienta mal cuando el bebé ya esté aquí y tenga que darle más atención a al bebé. ──Emilio dejó un besó en el estómago de Joaquin, el Omega se estremeció.

──Probablemente se sienta así por un par de semanas pero para eso estamos los dos, a nuestra bebé la seguiremos mimando como siempre y al bebé también, no necesariamente hay que quitarle atención a uno. ──explicó Emilio.

──Sabes a lo que me refiero. ──Emilio murmuró un sí.

──Todo irá bien, precioso. No te preocupes, estoy seguro de que Amaris amará al bebé así como nosotros.

Joaquin sonrió, creyendo fielmente en su hermoso alfa.

Zafiro [Emiliaco-omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora