Capítulo 7: Segundo reencuentro

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Liam.

Ni siquiera he podido dormir mucho de tantos nervios que siento.

Es mi primer trabajo como tal. Yo nunca he sido mesero, supongo que no tiene la gran ciencia, pero me carcomen la ansiedad.

Cierro los ojos cuando me siento temblar. 

Sí, logre pasar la mayor parte del tiempo sin consumir ninguna clase de droga, pero las llegue a probar y a veces me dan ganas de hacerlo de nuevo.

Mi familia es lo único que me detiene.

Salgo al porche de mi casa, el cual Maddie limpió porque odia la nieve, para poder encenderme un cigarrillo a pesar de que son las dos de la mañana. Quisiera ir a mi lugar, pero está muy lejos para caminar tantos kilómetros.

Suspiro mirando al cielo.

—Te extraño, mucho —susurro con los ojos cristalizados—. Me gustaría tenerte en estos momentos, aquí, a mi lado. Que me dieras un abrazo o simplemente una sonrisa. No sé ni que estoy haciendo con mi vida, me siento como un inútil la mayor parte del tiempo. Solo... Ayúdame, ¿quieres? Que este nuevo trabajo sea para bien, que Maddie salga adelante de todo esto, al igual que Caleb. Te amo.

Me limpio las mejillas cuando una patrulla se estaciona un poco más adelante de mi casa. 

Axel, mi vecino, se baja con unas inmensas ojeras, pero aun así me sonríe y se viene a sentar a mi lado.

—¿Quieres uno?—le ofrezco.

Él es como siete años más grande que yo e incluso ya está casado. Sin embargo, a veces hacemos esto de fumar juntos.

Lo toma y enciende por su cuenta.

—¿Por qué estás afuera de tu casa a estas horas?

—No puedo dormir.

—Nunca puedes dormir.—se ríe.

Y vaya que tiene razón.

—¿Y tú por qué no entras a tu casa con tu esposa?

—Porque me encontré a mi vecino casi adolescente fumando en su porche... Además, me siento nervioso.

Bueno, tenemos algo en común.

—¿Es sobre tu hermana?

—Es posible que ya la den de alta en la clínica pisquiátrica Campbell —explica asintiendo—. Se ha conseguido un nuevo novio, que luce como una grandiosa persona e intento hacer como si no me importara, pero... Toda mi familia está algo temerosa de que le vuelvan a hacer daño.

Su hermana está internada en esa clínica desde hace años, tras la muerte de su prometido el mismo día en que le pidió matrimonio. Incluso, me dijo que ella tardó años en hablar.

—¿No le van a dar la oportunidad a ese chico?

—Sí. Mis padres son amigos del suyo, así que le tienen fe... Le tenemos fe. ¿Tú por qué estás nervioso?

—¿Cómo lo sabes?

—Solo fumas cuando lo estás.

—Conseguí un nuevo empleo y mañana es mi primer día. Aunque temo que me despidan.—explico tras un silencio.

Me ve sorprendido y luego se echa a reír.

—Liam, ¿Cómo esperas que te despidan en el primer día? Ten algo de positividad.

—Todo puede pasar —encojo los hombros—. A veces es mejor y necesario ser realista, no positivo. 

—¿Y qué no ibas a entrar a la academia? Me pediste informes y todo.

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