Capítulo 27: En picada.

1.1K 99 13
                                    

Liam.

En cuanto salgo me esfuerzo en tomar aire para calmarme.

Necesito hablar con Maddie.

Temo que se avergüence de mí como lo hago yo o que le dé asco estar cerca de mí.

No estoy seguro de que podría soportar el rechazo de mis hermanos, no podría seguir sin ellos y me mataría que no me quiera cerca.

Me siento tan frustrado, prefiero ir a hablar con mi hermana ahora a seguir con la incertidumbre. Me doy la vuelta para entrar y avisar, pero me encuentro a Moore atrás de mí.

—Liam...

—Ahora no, Alex.

Intento pasar por su lado, pero me detiene por el brazo.

No quiero que me toque.

Me aparto con rapidez, dejándola confundida.

—No dejes que esa señora te afecte —pide nerviosa—. Deberías esperar a que Madison se calme un poco antes de ir con ella.

—Necesito ir ahora, por favor déjame pasar.

—Háblame primero.— intenta acercarse, pero me alejo. No quiero dañarla más—. Puedes desahogarte conmigo, Liam. No te quiero solo en los momentos en los que estás bien. Quiero apoyarte.

—Esto no se puede, Alex.

—¿Te refieres a nosotros?—pregunta dolida.

Debo alejarla de mí por su propio bien, estar involucrada conmigo conlleva aceptar lo que soy y que al parecer jamás podré dejar atrás. 

Si no lo acepto yo ¿Cómo puedo esperar que lo haga ella?

Ella es una luz en la vida de cualquier persona y por mucho que quiera que alumbre la mía, eso puede terminar por apagarla.

Como ahora, su cara se desfigura al notar mi rechazo. Se merece una vida tranquila, plena y feliz. Haré lo que esté en mis manos para que la tenga, incluso si eso conlleva que yo no este románticamente en ella.

—Sí, Megan tiene razón...

Su cara se transforma en una mueca de dolor y veo sus ojos llenos de lágrimas. Ahora es ella la que se aparta de mí. 

—Creí que habías dicho que era suficiente.— susurra.

Lo es.

El problema es que yo no lo soy para ella.

—Pues no.

—No me hagas esto —dice señalándome—. Enójate, grita, llora, pero no contra mí.

De nuevo intenta acercarse y el hecho de que lo haga con tanto cuidado, como si temiera asustarme, hace que mi frustración y miedo crezca.

—¡ALÉJATE, ALEXANDRA! —grito exasperado— ¡SOY UN ASCO!, ¡SOY UN PUTO GIGOLÓ!

—¡LO ERAS, YA NO MÁS Y ESO LO SÉ, NUNCA ME HA IMPORTADO!—replica molesta.

—¡PERO A MI SÍ!

Respira y cierra los ojos como si intentará calmarse.

—Entiendo que estés alterado, pero no por eso nos tenemos que hablarnos así.

—No estoy alterado, pienso que ahora estoy siendo más sensato que nunca.—miento.

Noto que no sabe ni siquiera como hablarme. No quiero esto. No puedo con esto ahora.

Primero necesito ver a mi hermana.

Reencuentros.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora