Capítulo 32: La despedida definitiva.

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Alex.

Cuando Liam se fue de mi casa, me levante para dejarle comida y agua a cerdito en sus platos antes de ir a cambiarme.

Me puse algo sencillo y casual porque planeo ir a la universidad después de terminar con lo del testamento. He faltado algunos días y ahora debo ir a justificarme con mis maestros para que me permitan entregar trabajos después.

Quiero intentar regresar de alguna manera a mi rutina, como le dije ayer a Liam, no quiero quedarme estancada en todo esto.

Salgo apresurada —como siempre, en realidad— y me subo a mi auto. Conduzco en silencio y hecha un completo manojo de nervios hasta el lugar en el que me indicaron debía estar.

Llego con todo un minuto de antelación.

El sitio es un bufete de abogados medianamente grande. Me dirijo directamente a la recepcionista.

—Buenos días —sonrío nerviosamente—. Fui citada con el abogado Smith para la lectura de un testamento.

—¿Alexandra Moore?

—Sí.—asiento.

—Sígame por favor. Ya solo la estaban esperando a usted.

¿Estaban?

El que hable en plural me deja helada por un momento porque solamente se me ocurre una persona a la que mi padre pudo haber heredado.

Julia.

Puedo sentir como mi corazón se acelera.

Me obligo a recomponerme y sigo a la señorita por donde me indica, abre la puerta y me adentro a un despacho.

De frente veo a un abogado —que no conozco de absolutamente nada— verme de manera cordial, pero mi mirada se enfoca en la mujer que, como si fuera en cámara lenta, se voltea para sonreírme con descaro.

Está aquí, después de tanto tiempo mi madre está aquí.

No debo llorar, no debo llorar, no debo llorar...

 —Cuanto tiempo sin vernos Alexandra.—asiente.

La ignoro deliberadamente e intento pasar el nudo que se ha formado en mi garganta para estrechar la mano que me extiende el abogado.

Desafortunadamente, solo hay una silla a lado de Julia, por lo que la ocupo. 

—¿Esta señora tiene que estar aquí? Ella y mi padre ya no eran nada.

—Esta señora es tu madre Alexandra, muéstrame más respeto.

—El respeto se gana, Julia.—espeto sin voltear a verla.

—El divorcio de ambos nunca se concretó. Así que ante la ley ella es la viuda, además de que su nombre figura en el testamento —explica con cautela—. Ahora, si me permiten, comenzaré con la lectura. En realidad es breve porque lo demás es un poco más personal para cada una de ustedes.

Toma uno de los sobres que tiene en su escritorio y lo desdobla antes de comenzar a leer.

—Yo, Sebastián Moore, en pleno uso de mis capacidades físicas y mentales, le dejo mi casa ubicada en...

El notario sigue diciendo datos sobre mi casa por un rato, como la ubicación, la situación en que se encontraba cuando mi papá escribió en su testamento, hasta que por fin pasa a los nombres.

—Es para mi adorada esposa; Julia Johnson, quien podrá disponer totalmente de ella en el estado en que la casa se encuentre al momento de mi muerte, así como el ochenta porciento de mi seguro, que es la cantidad de setenta mil dólares. 

Reencuentros.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora