Capítulo 5: Mi verdadero apoyo.

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Alex.

Después de evitarlo lo más que puedo, entro a la cafetería con mi uniforme ya puesto para no pasar a los vestidores y ponerme directo a trabajar. Incluso pase antes a revisar las otras dos cafeterías para postergar este momento.

—Buenas tardes Alex, me preguntaba cuanto tiempo más mirarías la puerta en busca de inspiración.

Me esfuerzo en darle una sonrisa a Chloe, pero ella inmediatamente se da cuenta de que no estoy bien porque su semblante cambia.

- - ¿Qué ocurre? ¿Se murió el moribundo?

—No, todo salió bien y él ya está mejor esperando una respuesta de la mujer de su vida... Yo terminé con el hombre de la mía.

Definitivamente, como escritora me muero de hambre. 

Que bueno que solo escribí la historia que acorde con Chloe. Incluso para mí me escuché ridícula.

Y la mueca que tiene Chloe, me lo confirma.

—¿Terminaron? Eso explicaría por qué ambos tienen caras de cachorros apaleados.

—Terminamos —confirmo—. ¿Ya está en la cocina?

—Sí, pero hoy en realidad ha sido un día bastante lento.

Se queda en silencio unos momentos en los que yo tomo mi libreta para las órdenes, antes de volver a hablar.

—Jefa, necesito salir. Adiós.— me dice al tiempo que toma las llaves de su moto.

—¿Qué? No me dejes, ¡Chloe!

Sin embargo, ella ya está arrancando su moto. Tomo un profundo respiro y comienzo a limpiar las mesas que no necesitan ser limpiadas para poder entretenerme y no tener que ir a la cocina o que él salga a decirme algo. 

Solo espero que Chloe regrese antes de que llegue algún cliente porque esperaba que ella aceptara que yo tomara las órdenes y ella las diera a Adam.

Al cabo de unos quince minutos —en los que por fortuna no llegó nadie—, abre la puerta con la cadera. Lleva un par de bolsas y una caja en las manos, las deja en el mostrador y se acerca a mí.

—Vamos a cerrar.

—No podemos hacer eso, aún es temprano y la cafetería...

—No importa la cafetería, importas tú y sé que no has sacado nada porque te conozco lo suficiente para saber que hasta eso lo postergas. Nadie se va a molestar si te tomas un verdadero día de descanso Alex.

En realidad no recuerdo cuando fue el último día que en verdad solo me permití pasarlo sin preocupaciones de las cafeterías y sé que mi padre ni siquiera se va a enterar. Además, ya solo faltaban como tres horas para cerrar.

No quiero decepcionar a mi papá, pero en verdad no me siento bien para trabajar.

—De acuerdo... ¿Qué le decimos a Adam?

—De eso me encargo yo —sonríe—. Toma la escoba, tu teléfono, y actúa como si estuvieras en una llamada desesperada.

No entiendo ni un carajo lo que quiere hacer, pero la obedezco dándole la espalda a la cocina.

—¡Adam! —le escucho gritar—. No vas a creer lo que pasó, ¡Alex movió unas cajas del fondo y salieron un montón de cucarachas! ¡Tienes que ayudarnos a matarlas!

Ambas sabemos que la mayor fobia de Adam son las cucarachas. Me trago una carcajada y comienzo a dar escobazos al piso como si estuviera matando insectos mientras sostengo el celular con mi hombro y oreja.

Reencuentros.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora