Martes, 5 de Octubre de 1976

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Pandora y yo estamos caminando hacia el lago para recoger unas algas marinas que crecen en la orilla, ella se quita los zapatos y las calcetas y se alza la falda un poco más arriba de lo normal porque si no podría mojarse.

Ella necesita esas algas porque está experimentando con ellas como sólo ella lo sabe. Me pide que le ayude y al ver que no hay nadie cerca, dejamos las mochilas cerca de unas raíces de un árbol que da sombra y hago lo mismo que ella con mi uniforme.

Estamos recolectando bastantes algas cuando Pandora decide ir por la bolsa para guardarlas y poder seguir recolectando.

Yo sigo en lo mío y busco más algas. Mientras más rápido terminemos mejor y más pronto podremos salir del frío y apestoso lago.

Sigo ensimismada en recolectar tantas algas como pueda que no veo cuando Otto se acerca a Pandora. Parece que están hablando tranquilamente pero de pronto las cosas se tornan algo agresivas. Se ve coraje en el rostro de él y comienza a gritarle a Pandora. Es ahí cuando aviento las algas a la orilla y me acerco solo para que sepa que ella no está sola. Saco mi varita pero antes de que pueda llegar a ella veo como él alza su falda y ella lo empuja.

Ya no pienso. Y en cuanto llego Otto ya está de pie de nuevo. Solo para encontrarse con mi puño en su ojo.

Estoy a punto de darle otro golpe cuando escucho una vez gritarme. La ignoro por completo y le doy un puñetazo en la nariz, la sangre comienza a salir a chorro.

Escucho a varias personas soltar una exclamación de asombro y se que tengo varias miradas sobre mí.

—¡Señorita York! Le he dicho que se detenga.

Mierda es McGonagall.

Rápido me levanto. Estoy descalza, mojada por salir aprisa del lago, tengo las manos llenas de tierra y de sangre de Otto, mi uniforme es un desastre.

No se que me ha pasado. Volteo a ver a Pandora y ella me mira con los ojos muy alerta y la boca llena de sorpresa. Está congelada en su lugar con las algas destruidas por el apretón de sus manos.

—Profesora McGonagall. —Digo calmada, pero sé que no puedo escapar de esto.

—Señorita York creía que era usted, aunque cuando la vi lanzando aquel severo golpe pensé que me encontraba frente a una salvaje sin educación.

—Lo lamento profesora. —No lo lamento pero ahorita eso no importa.

—Eso no basta. Por favor explíqueme cuál es la razón de semejante ataque.

—El joven Bagman ha acosado a Pandora. —La profesora busca la mirada de mi amiga rubia y ella asiente agachando la mirada avergonzada.

—Primero le gritó y luego le alzó la falda. —Digo viendo a los ojos a la profesora.

Ella está en silencio. Ve a los tres. Ve mi estado del uniforme y después de un rato vuelve a hablar.

—Señorita York a mi oficina de inmediato. Acompañaré al señor Bagman a la enfermería, no. ¿Saben qué? Los dos a la enfermería. —Y de verdad lo agradezco porque mi mano comienza a hincharse y a doler demasiado.

A Pandora le dice que vaya por el Profesor Flitwick y le explique lo sucedido. Que nos encontrara en la enfermería.

Al llegar a la enfermería Madame Pomfrey atiende la hemorragia, que no se detiene, de Otto y yo solo sonrío al ver que por fin después de tantos años de acoso él obtiene algo más que un castigo que jamás es suficiente.

Mi sonrisa se borra al ver que McGonagall me ve con mala cara y yo vuelvo a permanecer seria. Después de atender a Otto, Madame Pomfrey me ayuda con mi mano. Me da un tónico para el dolor y me da algo tan simple como hielo, pero eso lo soluciona por el momento.

Par de Ases /Sirius Black/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora