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Una boda debía ser uno de los momentos más felices de una pareja, en el que se entregarían el uno al otro prometiéndose amor en la salud y en la enfermedad, en las buenas y en las malas, pero Jihoon estaba sentado frente al espejo, mirando un punto perdido en algún lado del reflejo, sin la más mínima expresión de ilusión o felicidad, siendo el peor día de su vida.

Lo trataban como un objeto del que podían sacar provecho sin preocuparse de sus sentimientos, sin preguntarse qué es lo que su hijo quería, qué lo hacía feliz. Jihoon estaba casi seguro que ese mismo día toda su felicidad moriría luego de decir «acepto», estaba seguro de que su alfa lo marcaría esa noche a la fuerza y comenzaría a trabajar para dejarlo preñado, le prohibiría trabajar y seguir dando clases a los niños de primer año de primaria, pero lo que más le dolía es que dejaría de ver a Seungcheol, el alfa al que había besado en la mejilla y que resultaba ser su alma gemela.

Luego de aquella noche del beso, comenzó a cuestionarse qué hubiera pasado si sólo hubiese resistido la tentación a darle un beso en la mejilla, o qué hubiese pasado si SeungCheol hubiese escuchado su gemido de ayuda, o si le hubiese pedido que lo sacara de su casa cuando lo llamó más tarde, pero no había manera de volver al pasado y corregir sus errores, sólo podía mirar al futuro y esperar que todo saliera bien.

—Por favor, cambia esa cara, ¿sí? Te verías más hermoso con una sonrisa— dijo SeokMin, su primo y mejor amigo.

Jihoon no respondió, no tenía ánimos de hacerlo; su omega interior estaba haciéndose pequeñito del miedo por la incertidumbre y de la enorme tristeza que le causaba la idea de no volver a ver a su verdadero alfa, aquello estaba causándole un dolor en el pecho, y por más que su mano se tallara en él, no dejaría de doler.

SeokMin, quien estaba ayudándolo a prepararse para su boda, lo entendía, él también se había casado cuando sus padres lo vendieron a un alfa adinerado, pero a diferencia de Jihoon, él había logrado encariñarse con Kang Taieul antes de la boda. Tuvieron algunas cuantas citas, y aunque el alfa era de esos típicos posesivos que se enojaban si algún omega cometía un error, fue amable con él y lo trató con decencia y un toque de cariño, aunque no siempre se libraba de los gritos y el ser reprimido por la voz alfa.

No quería ver a su primo así de triste, hacía demasiado tiempo que no se veían y el que ahora estuviese deprimido, lo ponía mal a él también, pero no sabía qué decirle que no lo incomodara o que lo sacara de su tristeza. Suspiró al tiempo que la puerta fue tocada, dio el permiso para que entraran a la habitación, encontrándose con la madre de Jihoon.

—¿Terminaste de peinarlo, cariño?— le hablaba con más amor a Seokmin que a su propio hijo.

—Sí tío, ahora lo iba a ayudar con su traje.

—Bien, debemos partir a la iglesia en una hora. Por favor, límpiale la cara y haz que deje de llorar, no quiero que nos avergüence con todos los invitados que habrán.

—Sí tío— respondió con una mueca que el mayor no alcanzó a ver —Jihoonie, por favor, ¿podrías dejar de llorar? Tu padre podría golpearte si no luces bien para tu alfa.

En realidad el omega no controlaba sus lágrimas, él sólo miraba a un punto fijo perdido en sus pensamientos mientras que sus lágrimas se deslizaban lentamente por sus mejillas. Por un segundo tuvo la intención de tomar su teléfono, marcarle a Seungcheol y pedirle que fuera a buscarlo, que se lo llevara muy lejos de ahí, que lo marcara e hiciera suyo para que nadie más pudiese arrebatárselo, quería ser sólo de SeungCheol y de nadie más, pero la idea se esfumó de su cabeza cuando, luego de varios minutos, escuchó a su primo decir:

—Dice tu madre que vendrá tu alfa a verte antes de ir a la iglesia— dijo mirando su teléfono —debo secarte las lágrimas— dijo dejando su teléfono. Tomó algunos pañuelos con los que limpió sus mejillas húmedas y volvió a maquillarle ligeramente.

No pasó mucho tiempo para que la puerta volviese a ser tocada y luego abierta ante la presencia de un imponente alfa, hizo señas sin decir nada a Seokmin para que saliera de la habitación, el omega no pudo negarse aunque quisiese, así que hizo una reverencia y los dejó solos. Jihoon no se movió, no reaccionó ni miró al alfa que estaba detrás de él viéndolo a través del espejo.

—Eres mucho más lindo que en las fotografías— comentó mirando su rostro, sin importarle que parecía demacrado por la insomnio que no lo dejaba dormir por las noches. Sus manos tocaron sus hombros, estremeciendo al omega del miedo que tenía y Junhui sonrió interpretándolo de otra manera —tranquilo pequeño, tendremos toda la noche para disfrutar, espero que sigas bien apretando y nuevo para mí— susurró lascivo en su oído.

Jihoon se asqueó ante las palabras, quería vomitar, su estómago ardía y se revolvía causándole náuseas, pero no se inmutó, debía ser fuerte.

El alfa, satisfecho con lo que había visto y olido (ignorando el hecho de que el aroma del omega era marchito), salió de la habitación, diciéndole a los padres de Jihoon que los esperaba en el altar puntualmente para iniciar la ceremonia, cuanto antes más pronto, mejor para él.

Jihoon rompió en llanto en cuanto su primo entró a la habitación, no quería a ese alfa, quería a Seungcheol —no puedo casarme, no con ese sujeto, yo ya tengo un alfa, por favor, SeokMin, ayúdame— pidió entre sollozos, desesperado por escapar.

—¿Cómo que ya tienes un alfa? ¿Es cierto lo que dijo tu madre? ¿Te entregaste ante alguien más?

—No, encontré a mi alma gemela, es a él a quien pertenezco, es con él con quien debo estar.

—Lo siento Jihoonie, de verdad lo lamento, pero no puedo ayudarte, si lo hago tus padres podrían acusarme con mi alfa, y ya me he salvado mucho de que me golpee, no puedo— dijo con tristeza.

Las lágrimas de Jihoon volvieron a escapar sin control.

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Nido de amor [JiCheol]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora