Por la mañana, todos se reunieron justo antes del amanecer para comprobar que las rocas que trajeron de la cueva eran Scheelita. Senku dio las indicaciones a seguir para todos, delegándole una parte importante de trabajo a Chrome, pues confiaba en que tenía las capacidades suficientes para crear una máquina que consiguiera derretir el tungsteno.
Sin embargo, con Chrome y Kaseki enfocados en esa tarea, ocuparía a alguien que lo ayudara durante el proceso infernal para volver dicho metal en una pasta; sus ojos inmediatamente se posicionaron sobre el mentalista que estaba distraído admirando el paisaje. Tomó el cuello de su abrigo, llevándolo a rastras dentro del laboratorio sin avisar.
— Ya que eres alguien de la era moderna, me echarás una mano. Probablemente sigues sabiendo más de ciencia que cualquiera de la aldea —se excusó.
— ¿Eso crees? —cuestionó al dudar de su propio conocimiento.
Gen se permitió ser dejado llevar de esa manera, pues siendo Senku no le importaba mucho. Entonces un fugaz pensamiento llegó: "¿Dejarías que otra persona hiciera lo mismo? Probablemente no, es decir, no es como que hubiera ocurrido algo similar en el pasado... aún así ¿Desde cuándo Senku-chan me tiene tanta confianza para acercarse de esta forma?"
— Es un proceso jodidamente largo —interrumpió sus pensamientos—. Ya que lo más seguro es que no tengas ni idea, lo diré de forma realmente simple.
Comenzó a explicarle un procedimiento cuyos materiales desconocía totalmente... Excepto la miel, ese ingrediente fue el único que identificó. Pero más allá de eso, su atención estaba enfocada en como sus labios se abrían y cerraban durante su instrucción. Al final, le confesó que sólo entendió que debía calentarse la sustancia viscosa.
— Chrome lo haría diez mil millones de veces mejor...
— Que va~ —desdeñó Asagiri con la mano—. ¡No importa quien lo haga, nadie podrá encargarse de esto! Excepto tú, Senku-chan.
— ¡Bien! —resopló— Iremos paso por paso; primero, ayúdame a reunir los ingredientes. En la repisa dejé las joyas azules, tráelas y colócalas sobre la bandeja. También trae la vasija de almejas trituradas y... ¡¿Me estás escuchando?!
Gen, quien estaba frente a las repisas para identificar los materiales requeridos, se sobresaltó con el llamado de Senku, ya que se entretuvo contemplando los pequeños tulipanes rojos guardados en un frasquito. Junto a él, lo acompañaba el medicamento para dormir que le regaló hace mucho, con el lazo intacto.
— Pensé que te desharías de esto —tomó el recipiente de las flores para sacar uno.
—Tengo como pendiente analizar su composición.
Le arrebató el frasco y lo colocó de vuelta en su sitio, pero este movimiento lo obligó a acercarse más de la cuenta, incluido un breve roce accidental de sus dedos. Hacía mucho que el científico no experimentaba esa minúscula descarga eléctrica, un tanto diferente al tocar su mano colmada de magia, pero con ese peculiar distintivo que no le pasaba con otra persona. Mientras tomaba distancia, buscando evadir la respuesta fisiológica de su cuerpo que ya presentía, evadió la tensión preguntando otra cosa a la par de recoger el polvo de almejas.
— ¿Por qué cuando usas magia huele a flores? Chrome se dio cuenta de eso el otro día.
— Oh, según las lecciones de esferita-chan, los magos tenemos afinidad a ciertos elementos asociados a los seres de la naturaleza —explicó, ayudándolo a cargar los distintos recipientes—. Da la casualidad que él es un ser del agua y yo tengo afinidad por ella, eso nos ayudó a complementarnos.
» Pero eso no es suficiente, requerimos dos ingredientes más: el objeto que forma nuestro núcleo y las palabras para invocarlo. El primero consiste en encontrar una sustancia brindada por la naturaleza, son las hadas quienes te ayudan con eso después de una especie de ritual. Aunque yo ya lo sabía desde que era niño, siempre he tenido una especie de atracción por las flores, especialmente la hierba mora. Ese es el objeto que forma mi núcleo, y cada vez que uso magia desprende ese olor.
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A través del reflejo/SenGen
FanfictionPara Senku el concepto de magia no tenía cabida. "No hay nada que la ciencia no pueda explicar, sólo es cuestión de tiempo para encontrar las reglas detrás de eso que llaman milagro"; fue lo que le dijo en una ocasión a su padre cuando le contó acer...