Capítulo 4

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-¿Conoces al chico con el que salía? ¿Sabia que trabajaba aquí? ¿Sabes si algún cliente la incomodo o empezó a acosarla?

Las preguntas se sucedían una tras otra mientras trataba de mantenerme serena y entera delante de ambos agentes. Mi cabeza no terminaba de procesar que habíamos perdido a Hannah, que alguien la había matado. Tenia un nudo en la garganta y ganas de llorar constantes, pero no podía flaquear.

No por orgullo, sino porque tenia que pasar ese trago para que nadie más tuviera que pasarlo por mi. Hannah era mi responsabilidad.

-Solo se que se llamaba Héctor. No sabia nada de su trabajo y tenemos mucho cuidado con los clientes y nuestras chicas. Vigilamos que no se obsesionen con ellas o tengan comportamientos poco habituales-Contesté de manera automática, agradecida por tener el apoyo de Sebastián a mi lado.

Tenía la mano sobre mi hombro, siguiendo las preguntas y ayudándome con algunas de ellas cuando no sabia como contestarlas o simplemente no era capaz de hacerlo. Demostró de nuevo ser lo mejor que tenia en la vida, mi mejor amigo.

-¿Quien era su guardaespaldas?-Preguntó Sánchez.

Mi ceño se frunció ligeramente.

-Protector-Le corregí de manera automática-Cesar Gómez, puede que él sepa algo más, pero no mucho. Tenemos una relación muy fuerte entre todos nosotros y no solemos ocultarnos cosas...

-No conocíais a su nuevo novio-Puntualizó Sánchez con desdén.

Tenia ganas de pegarle un puñetazo y sabia que Daniel se lo estaba empezando a oler. No paraba de atosigarme a preguntas bastante cortantes que me estaban cabreando. Entendía que estaba haciendo su trabajo, pero no estaba teniendo ni un mínimo de respeto o tacto al hacer las preguntas.

-Llevaba unas semanas quedando con él, no era un novio oficial. Hay que tener cuidado a la hora de hablar de nuestro trabajo, no todo el mundo lo comprende a la primera. Si ha sido ese hijo de puta el que la ha matado, créame que no voy a ponerle trabas a la hora de atraparlo-Le aseguré con frialdad-Ojala supiera más y pudiera ayudaros, pero no tenia enemigos, ni clientes obsesivos. Era una buena persona, era dulce, viva, cariñosa y...-Mi voz se rompió. Tuve que tomarme una respiración y coger la mano de Sebastián que apretaba mi hombro-No era mala persona.

¿Cómo alguien podría haberle hecho daño? Ni siquiera era una persona violenta o que se metiera en problemas.

Excepto...

-¿Qué hay de las drogas? ¿Qué consumía?

Apreté los dientes con disgusto.

-Metanfetaminas, pero lo dejó hace varios años. Estuvo en rehabilitación y se limpió antes de entrar aquí a trabajar. No ha vuelto a consumir, se hace... se hacia pruebas cada pocos meses por petición mía. No toleramos las drogas aquí.

Pensar en ella como pasado cuando hacia tan poco que había estado al otro lado de la puerta de mi despacho riendo y cenando antes de empezar a trabajar...

Quemaba y dolía, pero no era momento de llorar.

-¿Esta segura de que...?   

-Es suficiente-Le cortó Daniel-Hasta que no sepamos su examen toxicológico no vamos a presuponer nada.

Casi suspiré de alivio por que cesara un poco el machaque a la memoria de Hannah... Bueno, Nerea. En realidad nunca importó su nombre, solo ella y lo que era para mi y para el resto de Edén. Una compañera, una amiga, una hermana. Había pasado tres años estando con ella prácticamente todos los días en los que la ayudamos a superar sus adicciones y su horrible pasado. Tenia tanta carga como el resto de nosotros. Se merecía ser feliz.

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