Capítulo 9

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Despaché al matrimonio justo después de la conversación.

Tenían cosas que solucionar y no eran mi problema, solo un dolor de cabeza que sumarle a mi vida. Me mataría darle la razón a mi hermana sobre los problemas que me iban a generar de ese momento en adelante, porque iba a ser tal como me había advertido. Me había enamorado de un juguete con complemento. Un complemento del que ya no me iba a librar.

Me concedí un momento de debilidad oculta de mirada ajena, sujetándome el rostro entre mis manos con frustración.

Estaban atentando contra la vida de mi padre y nuestra Organización. La gente de Callum parecía estar detrás de todos los ataques. ¿Un antiguo socio? ¿Una mano derecha siguiendo los pasos de su jefe?

Habían intentado arrebatarle el poder a los Moon durante décadas, casi siglos. 

Lo que comenzó como un negocio familiar de espías y consejeros de políticos y gobernantes, se convirtió en el dominio completo de un continente.

La información era poder, el primer Moon lo supo y también como susurrar desde las sombras pidiendo un aumento de los impuestos en cierto sector, podía potenciar uno secundario o hacerlo caer hasta la quiebra.

También supieron que financiando el desarrollo de armas nucleares en el momento indicado y en el bando "correcto" podía poner el fin de una guerra infernal.

Mi pasado, el de mi familia, estaba cubierto de sangre y muerte, convirtiéndonos a nosotros en dioses con una maldición imposible de deshacer.

La lucha nunca terminaría, ya que el equilibrio era algo muy complicado de mantener y había que cuidarlo, porque aunque fuéramos capaces de generar caos, gracias a ello el mundo seguía en pie.

Sin las guerras, la sobrepoblación habría acabado con el humano hacia varias generaciones. Sin los países débiles y explotados, no existirían las primeras potencias mundiales capaces de desarrollar tecnologías revolucionarias.

La guerra, muerte, la enfermedad y destrucción eran necesarios para vivir.

Los Moon, éramos los responsables del equilibrio en la mitad del mundo.

El teléfono resonó a mi lado, sobresaltándome y sacándome del pequeño lapsus en el que mi mente me recordó quien era y lo que había aceptado ser. Lo descolgué al instante al ver que era de la línea interna de la Mansión.

-Gracias por tu ayuda. No habría logrado solucionar esto si no fuera por ti -Dije antes de que abriera la boca para hablar -Hacemos buen equipo.

Ángel suspiró al otro lado de la línea.

-No me ha gustado despertarme en la cama esta mañana con Gael como único acompañante -Me gruño molesto a modo de saludo -No vuelvas a hacerlo.

Los tabúes de Ángel me resultaban absurdos, ya que con Gael había tenido contacto varias veces de otras maneras y no le había importado en absoluto o no se centraba en ello. Follándome podían rozarse de manera inevitable, pero dormir juntos sin mi, sí que le perturbaba.

-Tenia trabajo. La próxima vez os despertare, pero parecíais cansados y no quería molestar -Expliqué con simpleza.

-No lo vuelvas a hacer -Insistió relajando el tono -Por favor -Añadió.

Mi labio se estiró sutilmente.

-Evitare hacerlo -Le tranquilicé -¿Has descansado algo?

-Habría dormido diez horas mas, pero ya descansaremos después. Ahora tengo que seguir coordinándome con los equipos de recogida en los aeropuertos. Tu hermana trabaja rápido.

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