Capítulo 21

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El paseo hasta mi habitación fue en silencio, con los dos siguiéndome de cerca sin soltar mis manos.

Las sentía seguras, cálidas y fuertes, tan reales que me confirmaban que no estaba soñando y que los tenia conmigo. Era reconfortante y... excitante.

Las cortinas estaban cerradas, dejando mi habitación medio en penumbras, pero con la suficiente iluminación para poder distinguir sus rostros al volverme hacia ellos.

    -Quiero que os quedéis conmigo -Les pedí dejando claro que no me refería solo a dormir con ellos.

Después de haber pasado por el miedo y la tensión de casi perderles, necesitaba sentirles y tocarles.

Ángel dio un paso al frente, acercándose tanto que su respiración quemó mis mejillas y mis labios entreabiertos.

    -¿Él también? -Preguntó señalándole con un gesto sutil.

Asentí con la cabeza, incapaz de mirar a Gael y saber que no sentía lo mismo que yo, pero Ángel si. Podía soportar que solo él me correspondiera de aquella manera.

La decisión cubrió sus ojos oscuros, tomándome de las mejillas para besarme con dureza, sin importarle tener nuestros labios magullados para caer en el deseo.

Me empujó suavemente, haciendo que retrocediera dos pasos y diera con el pecho de Gael, sorprendiéndome y apartándome para mirar los ojos de Ángel.

Pero estos no me miraban, sino que se dirigían justo encima de mi cabeza hacia Gael, asintiendo sin decir nada y dejándose llevar con nosotros.

Los brazos de Gael me envolvieron mientras la boca de Ángel cubría de nuevo la mía, siguiendo con el juego brusco de labios que me encendió como una fogata.

Gael comenzó a besarme el cuello, descendiendo con las manos por mi vientre hasta el filo de mi camiseta sin ningún tipo de vacilación, controlando la situación mucho mejor que nosotros. Ya que en Ángel notaba cierta duda y tensión, pero no por ello se detuvo.

Gael acarició mi piel, provocándome ruidos bajos y gemidos que se perdieron en la boca de Ángel, recibiéndolos con ganas e intensificando el beso.

Gael llegó a mis pechos con las manos a tiempo de alcanzar mi oreja con la boca, repasándola con la lengua húmeda y astuta, llenándome de tantas sensaciones que mi cerebro estaba atontado y medio borracho.

    -Recuerda las palabras, pequeño caos.

Ángel dejó mi boca, besando lentamente mi mentón hasta el otro lado, mordiendo la otra oreja, quemándome con su aliento.

Tragué saliva, abrumada por el tacto de ambos cuerpos, de las manos que empezaban a acariciarme y excitarme, llamándome a jugar con ellos.

    -¿Qué?-Pregunté con un hilo de voz, jadeando por la necesidad, agarrando la nuca de cada hombre con una mano para que no se alejaran de mí ni un milímetro.

    -Las palabras de seguridad, Nyx-Insistió Ángel ansioso, juntando su pelvis a la mía, provocando que la de Gael me rozara el trasero.

Quería desprenderles de la ropa, necesitaba tocarles sin nada, disfrutar del vello en el pecho de Ángel y de la rugosidad de las cicatrices de Gael. Los necesitaba más que respirar.

    -Humo-Gimoteé inquieta por culpa de Gael, que tiraba de mis pezones con los dedos.

    -¿Que más?-Murmuró Gael con paciencia, dibujando una sonrisa contra la piel de mi garganta.

    -Fu... Fuego-Contesté entrecortadamente, tan excitada que era incapaz de hablar.

Gael rio con suavidad, erizando el vello de todo mi cuerpo con el cosquilleo. Ángel no rio, sino que mordió mi cuello, clavando sus dedos en mis caderas mientras su erección crecía.

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