Capítulo 11

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Mi hermana se había estado comportando de una manera extraña. Más extraña de lo habitual.

Fui en busca de tranquilidad con Gael y Ángel, encontrándome con más problemas otra vez.

Por lo menos había logrado imponerme en la situación de nuevo, recordándoles que no iban a estar discutiendo por mi o enfrentarse entre ellos.

Lo ocurrido después fue una pequeña diversión privada y un castigo por cómo Gael me había tratado después del ataque.

Jugueteé con la daga entre mis dedos con una sonrisa contenida.

Mi placer al saber que nos miraba mientras follábamos en su nueva casa me había excitado demasiado y solo de recordarlo, me volvía a encender.

Esperaba que se enfadara, que me pidiera sexo o que tal vez dijera la palabra de seguridad, pero había disfrutado y se había corrido para mi. Se había entregado al momento y yo estaba encantada a pesar de que aquello no significara que Gael acabara cediendo a ser mi sumiso.

No soportaría ese papel, pero si tomarlo momentáneamente para cederme el control.

Sacudí la cabeza, centrándome de nuevo en el juego de mis dedos sobre la afilada hoja. No quería una herida nueva, así que debía de continuar practicando para recuperar mi vieja habilidad de manipularlas.

Esperaba que ambos se presentaran a la cena.

Mi mano libre se apoyó sobre el pequeño estuche negro a mi lado en la mesa.

Si venían los dos, se reducirían bastante las cosas.

Un suave golpeteo resonó en la puerta del comedor, deteniendo la cuchilla entre mi dedo índice y corazón, apuntando directamente a la puerta.

    -Los señores Wolf y Ferrara, señorita Moon-Anunció la señora Jones, mostrando a los nuevos comensales.

    -Perfecto. Déjalos pasar y retírate.

La señora Jones dio una suave cabezada, retrocediendo para cerrar la puerta y dejarnos a solas.

Gael y Ángel se habían vestido para la ocasión con unas camisas negras y unos pantalones oscuros que había dejado en sus habitaciones para asistir a la cena.

No parecía gustarles la idea de ir a juego, pero aquella noche quería volver a ser Nyx, la Diosa de la Noche de Edén. De ahí que me hubiera puesto un vestido negro de pedrería, con un corsé que levantaba mi escaso busco y estrechaba mi cintura.

    -Buenas noches-Saludé con la voz calmada, dejando la daga a mi lado en la mesa-Sentaos, por favor.

Se lanzaron rápidas miradas antes de avanzar, pasando cada uno a un lado de la mesa para sentarse junto a mi, que por supuesto estaba a la cabeza de la misma.

Gael buscaba mis ojos con un comportamiento inquieto, nada propio de él, ya que carecía de humor o de sonrisa que mostrara su alma de bromista que tanto me gustaba.

Ángel parecía mucho más tranquilo, mirándome con los hombros relajados, sin tener en absoluto la situación.

En ese momento, era bastante obvio quien me conocía más de los dos.

    -Me alegro de que te hayas quedado para cenar-Confesé estirando la mano con la palma hacia arriba más cercana a Gael-Camille ya está en casa, por lo que me han dicho.

Gael vaciló unos segundos analizando mi mano, cediendo en cogérmela al rendirse en la pequeña batalla que libro.

Nuestros dedos se entrelazaron y me gustó la sensación de su cálida palma contra la mía.

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