De vuelta a casa ninguno de los dos abrió la boca o interrumpió mi trabajo con el ordenador.
No solía llevarme trabajo a casa entre semana y mucho menos ponerme con el portátil mientras me llevaban en el coche. Pero delegar un negocio entero a otros no era una tontería e implicaba muchas horas de trabajo.
Selene se quedaría las fichas de los clientes junto a Sebastián, era lo mas lógico. Venus no querría meterse en esos asuntos y se quedaría solo con la parte de la organización interna.
Dejé el portátil a un lado al llegar a casa, estirándome para destensar los músculos de mis hombros.
Unas manos apartaron las mías con sutileza al llegar a la escalera, hundiendo los pulgares para masajearme.
Me estremecí ligeramente, cubriendo esas manos con las mías, mirando por encima de mi hombro a Ángel con media sonrisa cansada.
- Sube, ahora iremos nosotros.
Miré a Gael confusa, queriendo saber porque no subían conmigo.
La situación era extraña entre los tres, seguía habiendo cierta tensión a pesar de lo bien que acabo el día anterior. Gael estaba despreocupado (como siempre), Ángel estaba tenso y ligeramente incomodo. Y como no, yo estaba preocupada por él.
-Esta bien -Acepté cogiendo la mano de Ángel para darle un pequeño beso antes de subir al piso de arriba.
Me di una ducha y me puse el pijama, haciéndome una bola en la cama a la espera de que subieran para dormir conmigo.
Ángel fue el primero en aparecer y desprenderse de sus cosas para meterse en la cama con un gruñido cansado, frotándose los ojos.
-Esta comiendo -Me explicó antes de que le preguntara -Llevar estos horarios le sienta mal. Es de los que comen diez veces al día.
La manera en que lo dijo me hizo sonreír y acurrucarme a su lado, esperando a que llegara mi otro guardián de sueños.
Estaba prácticamente dormida cuando se echó en la cama, apoyado en el cabecero para quedarse despierto antes de que le tocara a Ángel vigilar también.
Podrían haber intentado matarnos cualquier día y seguramente lo habrían conseguido si no tuvieran las armas cerca para defenderme. El colmo de mi vida habría sido que me hubieran matado mientras me acostaba con ellos.
Gael acarició mi espalda mientras con la otra mano estaba con el móvil con la luz al mínimo para no molestarnos.
Di una profunda respiración para relajarme del todo, pero algo me distrajo y me hizo arrugar la nariz.
- ¿Qué has comido? Apestas a ajo, Gael.
Ángel soltó una especie de risa ronca, ahogada por sus labios apretados. Gael dejó de acariciarme la espalda, posando la mano en cadera, cubriendo mi culo. Le dio un pequeño apretón.
- Pues me he lavado los dientes -Me aseguró divertido -¿Me huele el aliento, Ángel?
Se inclinó sobre mi para incordiarle. Ángel se apartó, casi pegándole un puñetazo.
-No acerques tu apestosa boca a mi cara o te parto los dientes -Le advirtió.
Puse los ojos en blanco, levantando las manos para separarles con un suspiro cansado.
- Tengo muy buen olfato. Por mucho que te los laves noto esas cosas -Le expliqué tumbándome de nuevo -Intentemos dormir algo, no hemos descansado en condiciones desde hace días.
La mano de Gael no se apartó de mi trasero, acariciándolo lentamente mientras sus labios buscaban el hueco de mi cuello.
-¿Eso significa que nada de jugar? ¿Aun estas incomoda?
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Edén
RomanceVive entre sombras, de noche y siempre encerrada en Edén. Es su hogar, su refugio, el lugar donde ella se encuentra a salvo y puede experimentar con su arte y con ella misma. No tiene pasado, tampoco tiene futuro, solo tiene el ahora. No puede sent...