Capítulo 15

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La cera resbaló por la vela hasta mis dedos. 

Reprimí un gemido de molestia cuando el cálido liquido tocó la piel sensible.

Daniel se estremeció frente a mi, con la respiración tan acelerada y temerosa que me hacia sonreír.

No podía verme por la banda que cubría sus ojos, impidiéndole saber cuando la cera caería sobre su cuerpo.

Levanté su polla con la fusta, manteniéndola erguida mientras acercaba la vela hacia su pecho, estirando el brazo para que hubiera la distancia justa para que el ardor no fuera excesivo.

Siseó entre dientes cuando las gotas cayeron sobre sus hombros, resbalando hasta mitad de su pecho, donde se solidificaron. Sus pezones se pusieron duros y fueron los siguientes que ataqué, echando cera directamente.

Gritó con los dientes apretados, sacudiéndose.

Le azoté con fuerza en el muslo, provocando un segundo gemido.

-Deja de moverte pelirrojo-Le advertí con dureza.

Hizo grandes esfuerzos en mantenerse quieto mientras la cera caía sobre su pecho y su vientre. 

La piel se le enrojecía por el paso de la cera, su polla parecía al borde de correrse. Estaba rojo como un tomate, jadeando con desesperación. Estaba tan cachondo que no tardaría en explotar.

Incliné la vela sobre su polla, dejando caer un par de gotas sobre su tronco sensible.

Apretó los dientes hasta ponerse colorado, gimoteando de placer extremo. Eché dos gotas más, acercándome a su punta.

Los gritos se repitieron al igual que las sacudidas de su cuerpo que se detuvieron cuando el azote en su trasero le advirtió de que se estaba pasando a la hora de moverse.

La batalla con su cuerpo fue digna de admirar conforme la cera seguía derritiéndose, lista para caer sobre la punta de su polla.

-Vamos pelirrojo, dámelo-Susurré con la voz ronca, tirando la fusta para coger su polla y echar las gotas de cera a la vez que le masturbaba con rapidez.

El chorro de semen fue impresionante, salpicándome en el corsé. Daniel gritó y se sacudió, en un limbo de placer y dolor extremo.

Cuando el orgasmo terminó, dejó caer los hombros, quedando colgado y exhausto, jadeando de manera pesada.

-¿Quieres mas?-Pregunté con tono apremiante sin soltar su polla.

Gimoteó nervioso, negando con la cabeza.

-No, Ama Nyx.

Mi ceño se frunció, observando atentamente su polla para ver si había algún daño preocupante.

-Y si yo quiero seguir, ¿eh?-Siseé molesta-Esto no ha acabado, pelirrojo. Todavía tengo energía.

Tembló con el siguiente azote, pero no abrió la boca nada mas que para contestarme.

-Si, Ama Nyx.

Solté sus amarres y cayó al suelo arrodillado, pero tembloroso.

Le quité el antifaz de un tirón, esperando que su mirada no se levantara del suelo. Agarré el pelo de su nuca, tirando de el.

-Sígueme-Le ordené andando hacia la cama.

Me obedeció al instante, gateando a mi lado hasta que lo dejé frente a los pies de la cama.

-Súbete. Sobre tus talones.

Subió a la cama, sentándose en sus talones con las rodillas ligeramente separadas. Su polla estaba enrojecida debido a la cera, pero no le permití quitársela o moverse.

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