Capítulo 2

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Me asegure de que esa noche las puertas y las ventanas estuvieran atrancadas para que nadie se atreviera a interrumpir nuestro sueño. Trataba de retomar el horario normal y un intento de asesinato por parte de Enya solo para divertirse no era algo que soportara. Tenia mis nuevas dagas y no dudaría en mancharlas con la sangre de Enya siendo la primera.

No seria nada grave, solo un rasguño de advertencia.

Madrugar no era mi fuerte, lo odiaba después de llevar tantos años viviendo en la noche. Prefería no dormir a tener que levantarme poco después de que el sol apareciera en el cielo.

Era una ironía que siempre mi rutina empezara al aparecer la luna y al irse esta, yo también desaparecía para poder descansar. Nací para vivir en la noche, entre el pecado, los secretos y el misterio. El día era demasiado brillante, largo y ruidoso.

Ángel fue mucho más activo y se levantó en cuanto sonó el despertador, poniéndose en marcha a pesar de que me hice la remolona en la cama hasta que salió de la ducha, desprendiendo un rico olor a limpio y colonia que me traía bonitos recuerdos de Edén.

    -Despierta, amor -Murmuró dejando suaves besos en mis mejillas -Es hora de desayunar.

Me quejé y oculté debajo de la almohada, gruñendo.

    -Tengo sueño.

Me quitó con paciencia la almohada, continuando con los besos suaves, volviéndose cada vez mas bruscos, cargados de mordiscos y chupetones por mi cuello, erizando la piel de mi cuerpo, despertando mi deseo gracias a ese olor que me hacia salivar y esas ganas que era capaz de activarme rápidamente.

    -Ángel.... -Ronroneé girándome para que continuara por mi pecho y puede que también entre mis piernas, dándome un desayuno en la cama.

Rio de manera ronca, cogiéndome de las mejillas para darme un ultimo beso duro y un azote en el trozo de culo que estaba a la vista, abriendo mis ojos del todo.

Los azotes picaban mas de lo que recordaba.

    -Buscare uno de tus objetos de tortura para azotarte si no te despiertas. No puedo llegar tarde con Moon -Me amenazo con una sonrisa lobuna más discreta a la que usaba cuando follábamos.

Cuando le observé de arriba a abajo, me di cuenta de que estaba perfectamente trajeado, con corbata y zapatos impolutos. Ni siquiera en Edén lo había visto tan formal.

Ángel estaba listo para negociar y trabajar.

    -¿Vas a algún lado? -Pregunté bajándome de la cama, frotándome los ojos con cansancio -¿Tienes trabajo?

Ángel asintió, arreglándose el pelo y el traje mirándose en el espejo del tocador. Lo llevaba demasiado largo y por ello tuvo que ingeniárselas para colocárselo en condiciones. Tenia el flequillo tan largo, que fácilmente podría hacerse un tupé.

    -Tengo unas cuantas reuniones. Tendré que buscar un lugar donde...

    -Le diré a mi padre que te ceda algún despacho y todo su equipo -Le tranquilice estirándome con un gruñido, haciendo crujir mis articulaciones -Dame diez minutos y bajamos.

Me duché rápido, poniéndome unos vaqueros y un jersey cualquiera para bajar a desayunar. No tenia intención de ir excesivamente arreglada, ya que no iba a encontrarme con nadie que no fuera de mi familia.

De nuevo fuimos al comedor familiar, donde volvía a estar mi padre y Enya listos para una jornada normal en su vida.

Nos dimos los buenos días y empezamos a desayunar, como si esa acción se repitiera cada mañana desde hacia mucho tiempo. Era una naturalidad extraña, ya que no dejaban de ser mi padre y mi hermana quienes componían el cincuenta por ciento de los presentes.

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