Capítulo 24

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Las uñas estaban tan hundidas en la piel, que la dermis se abriría en cualquier momento y comenzaría a sangrar.

El dolor te mantiene sereno.

El dolor te despeja la mente.

El dolor libera las preocupaciones secundarias para centrarse en las importantes.

Un aprendizaje adquirido a través de la experiencia y también de la observación.

Ver a mis sumisos tolerarlo y saborearlo, confiando en la persona que lo aplica para alcanzarlo, me había hecho aprender la técnica correcta para controlarme a mi misma.

No solía usarlo muchas veces, porque los patrones de alivio podían generar adicción y necesidad.

El control y el equilibrio era lo que me alejaba de las adicciones como aquellas. Mi vida ya había tenido bastantes problemas para sumarle algún tipo de dependencia.

-¿Te encuentras bien?

La mano de Ángel sobre la mía me sobresaltó, apartando de inmediato las uñas de mi piel. Giré el rostro en su dirección, silenciando todas mis preocupaciones para que no las viera reflejadas en mis ojos.

-Si, si. Es solo... los aviones, ya sabes.

Ángel suspiró, mirando las marcas de las uñas en la parte superior de mi brazo, rodeando la cicatriz blanquecina alargada y pequeña, no más grande de un centímetro. Repasó las marcas con el pulgar, tanto las rojas recientes como la más vieja, tratando de aliviar la presión a la que había sometido a mi brazo.

-Creí que lo llevabas mejor. La última vez no estabas tan pálida como ahora.

Había cogido varios aviones esos meses con el, acostumbrándome a las sensaciones.

Mi estómago se revolvió, haciendo que girara mi rostro hacia la ventanilla y cogiera aire profundamente por la boca.

-La última vez no íbamos a ver a Moon-Musité por lo bajo, apartando mi brazo para envolverme con el-La tranquilidad ha durado menos de lo que me esperaba.

Tras darle el sí a Ángel y recibir el mensaje de mi padre de volver con el, tuvimos que organizar la vuelta en apenas una semana. Planes que me habían estresado y desajustado el cuerpo.

Demasiado.

Miré de soslayo a Ángel cuando se mantuvo callado y me dejó tranquila mientras las preocupaciones luchaban por seguir atormentándome.

Desistí a pelear contra mi propia cabeza, poniéndome en pie para alejarme e ir al sofá del avión, donde me recosté con los ojos cerrados.

En apenas unos segundos, Hades me olisqueó la cara, dándome empujones con el hocico para que le hiciera hueco y así tirarse a mi lado.

Como si de una almohada gigante se tratase, me abracé a él para intentar dormir. No me había dejado sola ni un minuto, ni siquiera para salir al jardín y disfrutar del sol mientras organizábamos el viaje.

Notaba algo, sabía que le necesitaba y no se había separado de mi lado.

Agradecería mil años a mi padre haberme encontrado un compañero como ese.

Horas después, Ángel tuvo la mala suerte de ser el responsable de mi despertar. Trató de hacerlo de manera cariñosa para que me pusiera el cinturón.

Casi lo golpeé con el puño del susto, gruñendo cuando detuvo el impacto hacia su cara por milímetros.

-No me despiertes así-Le advertí con un gruñido, sentándome en el sofá en busca del cinturón de seguridad-¿Ya aterrizamos?

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