Capitulo 2.

393 47 18
                                    


Tomó una grajea de Bertie Botts de tres colores. Deidara la puso a contraluz y miró a través de ella. Blanco, verde y rosa era obviamente una combinación sospechosa, podía saber a carne podrida.

—¿Te acuerdas del chico del águila de ayer? ¿El que te dije que estaba en tercer año? —Dijo Kurotsuchi, sentada en una silla vacía en la mesa de Gryffindor, después del desayuno.

—No es un águila, hm.

Deidara estaba completamente seguro de que sabría asquerosa. La dejó dentro de su bolsillo junto con las demás y sacó otra del paquete, una de color blanco perla.

—¿A quién le importa? De todos modos... ¡Ahora está en mi clase! ¡Repitió curso! ¿¡Puedes creerlo!? ¡Nadie ha repetido segundo año en Hogwarts en más de un siglo! Eso es lo que todo el mundo está diciendo.

—Ojalá hubiera un hechizo para revelar su sabor.

—Deja de quejarte y métetela ya en la boca como el Gryffindor que no pareces ser. ¿Quién hubiera pensado que te asustaría una maldita grajea de Bertie Botts?

—¡Prefiero comer cosas sabrosas, gracias! —Deidara se frotó la barbilla, pensando en una idea—. Puede que tenga que inventar ese hechizo, si no existe.

—¡Son a prueba de hechizos! Déjame mostrarte cómo hacerlo, cerebro de rana.

Kurotsuchi metió la mano en la caja, sacó una grajea rojiza con motas amarillas y se la metió en la boca.

—¿Qué es?

—Lasaña —dijo masticando—. Me gusta la lasaña. Vamos. ¡Cómete esa!

Para dejar de darle razones para llamarlo cobarde, Deidara lo hizo. Tenía un fuerte sabor químico y un regusto a limón.

—Pegamento muggle, creo. Está rica.

—Asco —respondió ella, torciendo el labio.

—Te juro que no está mala, hm —Deidara se distrajo de la conversación cuando vio al ave que acababa de entrar por una de las ventanas abiertas. Era Tobi—. Vuelvo enseguida.

Sonriendo, tomó dos tiras de tocino frito y se puso de pie. Tobi acababa de aterrizar en el brazo de su dueño para entregar una carta. Deidara se acercó a la mesa de Slytherin.

—¡Hola Tobi! ¡Mira lo que tengo, hm!

Extendió la mano, moviendo el tocino frente a él hasta que lo agarró con el pico y lo engulló.

—Estoy bien, gracias por preguntar —dijo el chico con actitud molesta.

—Oh, hola, dueño de Tobi.

Levantó los ojos por menos de un segundo, luego siguió mirando al pájaro mientras comía, hipnotizado.

—No puedo creer que incluso mi mascota sea más popular que yo.

Muy ocupado observando a Tobi, Deidara se tomó unos segundos para darse cuenta de que el chico esperaba que le respondiera a eso.

—¿Qué te pasa? No te ves feliz, hm.

Si Tobi fuera suyo, Deidara nunca estaría de mal humor. Allí recordó vagamente que Kurotsuchi le acababa de decir que el chico estaba repitiendo segundo año, y que esa podría ser la razón por la que estaba molesto.

—Bueno, tal vez porque lo único que encuentras interesante de mí es Tobi. ¿Se te pasó por la cabeza que podría ser de buena educación traerme algo a mí también? —El chico de Slytherin no parecía amigable, pero tenía razón. Un poco. Deidara se encogió de hombros—. Si quieres que te deje seguir jugando con Tobi, tienes que traerme algo también. Y saludarme apropiadamente. ¡Y aprender mi nombre al menos! ¡Mi nombre es Uchiha Obito, no 'dueño de Tobi'!

Deidara rebuscó en el bolsillo de su túnica hasta que encontró las grajeas desechadas potencialmente asquerosas. Tomó un puñado y se las ofreció al chico que tenía enfrente.

—¿Feliz ahora? —Deidara acarició el cuello de Tobi con un dedo, jugando con sus plumas—. Merlín, eres tan hermoso.

Dándose la vuelta, fue a preparar los libros para la primera lección del año.

------------------------------------------------------------------

Obito miró fijamente el puñado de gominolas que le había dado el chico de Gryffindor. No esperaba que se tomara en serio su queja, pero al menos tendría algo para comer en clase, si pasaba hambre en defensa contra las artes oscuras.

Siendo honesto consigo mismo, las interacciones con el fan de Tobi eran lo mejor que le había pasado después de todos esos lastimosos susurros y comentarios crueles de todos los demás. Sin mencionar el acoso que recibía de Tobirama Senju, el propio fantasma de la casa Slytherin.

Al menos el chico de Gryffindor no estaba allí para burlarse de él, aunque a Obito le molestaba ser eclipsado por su propia mascota. ¿Tan poco interesante era que hasta su mascota le robaba protagonismo?

Tobi tomó en su pico una grajea marrón rosada. Tenía pinta de ser la que sabe a lombrices. Obito agradeció a Tobi por tener el don de encontrar sabores asquerosos, pero estaba comiendo demasiadas gominolas. O tal vez también estaba comiéndose las buenas esta vez, cosa que el bicho raro que tenía de mascota nunca hacía. O tal vez su mala suerte habitual había hecho que ni siquiera en un puñado aleatorio de grajeas de Bertie Botts hubiera una buena. Podía imaginarlo totalmente en ese momento.

—Oye, ya es suficiente —protestó Obito, sin saber si era una razón u otra—. Ahora vuelve al aviario, tengo clases.

Extendió la mano y examinó las grajeas restantes. No habría más de diez ahora. Bueno, mejor que nada, se dijo. Eligió la que más le llamó la atención, una de tres colores. Obviamente, era mala, era una combinación de colores terrible. Pensó en carne enmohecida, pero su vida ya era lo suficientemente horrible como para que una grajea de sabor asqueroso la empeorase más, así que se la metió en la boca. Sabía a harina de arroz, pasta dulce de judías azuki y té verde. Obito sonrió por primera vez en toda la semana. Una grajea con sabor a dango.







949 palabras.

Una Aventura Por Hogwarts. Obi/dei (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora