—¿Cómo vamos a entrenar Quidditch dentro del castillo?
Obito no había estado ahí antes, pero tras escuchar ciertas conversaciones en la sala común de Slytherin a lo largo de esos años en Hogwarts, ya tenía una idea de donde se encontraba ese sitio llamado la sala de los menesteres y como acceder a ella.
—Ya lo verás —dijo Obito—. ¿Crees que estamos ya en el séptimo piso?
Según sus cálculos eso parecía ser. Pero a veces las escaleras de Hogwarts te daban la impresión de que estabas subiendo cuando en realidad estabas bajando.
—Estamos en el quinto, reconozco esas cortinas, hm —dijo Deidara.
Buscaron otras escaleras y siguieron subiendo. Falto de aliento, Obito buscó con la mirada la siguiente pista.
—Tenemos que encontrar los cuadros de Mifune el samurai y Hanzo la Salamandra —dijo Obito.
—A unas sesenta yardas en esa dirección.
Cuando se voltearon, descubrieron que la voz venía de un cuadro a sus espaldas. Un hombre vestido con las ropas típicas del Pais del Viento los miraba desde un paisaje desértico con una Esfinge y un oasis de fondo, montado en una plataforma flotante de lo que parecía ser arena dorada.
—¡Gracias señor —Obito entrecerró los ojos para leer la placa bajo en cuadro—... Rasa!
Y Deidara lo agarró de la manga y tiró de él hacia el lugar indicado.
—Iré con ustedes. Seguro se están peleando sin mí.
Siguiéndolos a través de diferentes retratos mientras volaba en su plataforma, los acompañó.
Lo que encontraron al llegar a los inmensos cuadros, fue una batalla múltiple en un paisaje nevado. Hanzo la Salamandra y Mifune el samurai estaban ahí, y también al que reconoció como Gengetsu, un antiguo director de Durmstrang conocido como el maestro del espejismo, también Mu y su clon cuya verdadera apariencia nadie conocía y Onoki, que fue director antes que Tsunade. Todos con las varitas en la mano, enzarzados en un caótico duelo múltiple en el que maldiciones y hechizos de protección volaban de un lado a otro.
—¡Onoki-sensei! —exclamó Deidara.
Obito sabía que él era el abuelo de Kurotsuchi y que les había dado clases de duelo a ambos antes de ir a Hogwarts.
—¡Deidara! ¿¡Qué haces que no estás en clase!? —dijo el anciano.
—Es sábado, viejo bobo.
—¡Pues vete a estudiar! ¿¡Qué haces con esa escoba aquí arriba!? ¡Nada bueno, sabiendo como eres!
Mientas Deidara discutía con su antiguo maestro, Obito pasó a la siguiente parte del plan, pensar con todas sus fuerzas en lo que necesitaba, un lugar amplio para entrenar Quidditch con Deidara mientras pasaba tres veces por delante de la pared vacía junto a los cuadros. Obito echó a andar siguiendo las instrucciones. También se preguntó si no podría usar la sala para otras cosas, como por ejemplo hacer un poco de ejercicio al estilo muggle, como Kisame le había aconsejado. Tenía demasiadas dudas con respecto al funcionamiento de la sala.
Tras pasar tres veces, la puerta apareció.
—¡Ha funcionado de verdad! —exclamó sonriente—. ¡Deidara! ¡Mira esto!
Dejando al retrato de Onoki hablando solo, se acercó a él.
—Oh, al final era real. Vamos a ver...
Deidara abrió la puerta y pasó, dejando a Obito atrás que había sacado la varita por si acaso fuera una broma pesada.
No lo era.
Jamás antes había visto un techo tan alto, tampoco una habitación tan amplia. Le recordó al enorme estadio de Quidditch de Konoha, solo que sin los asientos. En su lugar había hermosas cristaleras de escenas de juegos. Una jugadora de Ravenclaw persiguiendo una snitch, dos contrarios luchando por la quaffle y un par de golpeadores de Hufflepuff. Aún no salía de su asombro cuando Deidara montó en su escoba y echó a volar hacia los aros.
Obito fue al rincón donde estaba el equipamiento y examinó las estanterías llenas de quaffles, los baúles de bludgers y maletines de snitches. Luego vio también las extrañas máquinas muggle para hacer ejercicio y las estanterías llenas de libros del tema. Sólo con tener ese pensamiento en segundo plano, la sala de los menesteres le había dado ambos. Obito ni siquiera sabía cómo se usaban.
—¿Qué hace esta cosa muggle aquí, hm? —Deidara comenzó a toquetear una de las máquinas.
—La sala es más eficaz de lo que parece, estaba pensando también en hacer ejercicio y esto apareció.
—¿Y cómo funcionan? Vamos a probarlas.
Deidara se sentó y agarró la barra horizontal ajustada a una cuerda que colgaba sobre su cabeza. Unas pesas en la parte de atrás subían y bajaban cada vez que tiraba de la misma.
—¡Oh! ¡Parece fácil! —dijo Obito—. Esa debe ser para fortalecer los brazos.
—Ahora hazlo tú, hm —Deidara se levantó y le dejó espacio.
—No puedo creer que todo haya ido bien, encontramos un sitio secreto para entrenar juntos sin que nos vean y podré tener una rutina de ejercicio —Obito se sentó e intentó tirar de la barra, pero le costó más de lo que pensó—. ¡Hey! ¿Qué le pasa a esto?
—Le puse más peso. Yo seré tu entrenador, hm. Vamos, a trabajar vago. Un, dos, un, dos.
—¡A la orden, senpai! —dijo sonriente, se sentía bien que Deidara lo apoyara tanto.
Aunque aún seguía pensando que le había puesto demasiado peso, Obito continuó.
874 Palabras
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Una Aventura Por Hogwarts. Obi/dei (TERMINADA)
FanfictionUna colección de drabbles sobre dos chicos, sus pájaros, su amistad y su amor por el Quidditch. . . . . . . . . . . Es un AU de Hogwarts. Pensé que Deidara sería un gran jugador de Quidditch ya que siempre está volando sobre sus creaciones en el man...