Capitulo 15.

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Cuando faltaban diez minutos para llegar a la estación el tren aminoró la marcha.

Obito miró el equipaje de Deidara y el suyo, a las tres aves que dormían en un extremo del asiento y por último a su amigo, absorto en el paisaje que iba cambiando de campo a ciudad.

Aún estaba junto a él, pero pronto estaría lejos. Muy lejos. Debería sentirse afortunado por haberlo visto a diario los últimos meses, y más pensando que no iban a pasar tanto tiempo separados. Dos meses de verano, e iban a pasar dos semanas cada uno en casa del otro, pero ese mes... Ese mes iba a ser difícil.

Deidara giró la cabeza y lo pilló mirándole. Obito se enderezó de golpe, su corazón dando un vuelco.

—¿En qué piensas? —dijo para disimular.

—Hacía planes para cuando vengas a verme, hm.

—¡Oh! Yo también estaba pensando en eso. Madara me escribió una carta diciendo que puedes venir, pero que no me puedo saltar las clases.

Deidara chasqueó la lengua.

—¿Aún está con eso tu padre? Este año no has reprobado nada y has sacado notas decentes en casi todo. ¿Qué más quiere?

—Bueno ya sabes, seguir con oclumancia y legeremancia. Además quiere que comience a practicar algunos hechizos de quinto año de cara a los TIMOS.

—¡Pero aún queda una eternidad para los TIMOS!

—Según él, ya le agradeceré el refuerzo. Y que posiblemente no me salga a tiempo el patronus si no comienzo a practicar ahora. Es el más complejo de los hechizos del temario.

—Oh, ese me gusta. Ojalá pudiera practicarlo yo también, le diré a mi madre que me enseñe.

—¡Yo puedo enseñarte una vez lo aprenda! —se ofreció Obito—. Estuvimos estudiando el número del destino en aritmancia y obtuve el número tres. Decía que tendría talento potencial para comunicar y enseñar así que puedo enseñártelo yo. ¡Quiero ver si es verdad!

—Mmm —Deidara colocó su mano en su mentón, mirándolo con interés—... ¿Y cuál será mi número del destino? ¿Cómo se calcula?

—El tuyo es el uno —soltó sin pensar, cosa de la que se arrepintió un segundo después.

—¿Ya lo calculaste y no me dijiste nada?

—¡Lo siento! Sólo estaba practicando como tarea de clase, no pensé que te interesaría —no era del todo verdad, pero si le decía que lo calculó por su cuenta se iba a morir de vergüenza.

—¿Qué quiere decir número uno?

—Que eres único —dijo, estaba disfrazando de datos los cumplidos que a él le gustaría decirle y le faltaba el valor para hacerlo, Deidara sonrió—. Y brillante y creativo e independiente.

—¿Algo más, hm? —preguntó muy erguido.

—Un poquito, demasiado terco —contestó Obito, dejando un diminuto hueco entre su pulgar y su índice.

—No tiene nada de malo tener razón.

Obito llevaba meses intentando huír de lo que sentía por Deidara, pero por fin y en contra de su voluntad se había resignado. Al principio dio por hecho que no estaba y nunca estaría a su altura, con esas marcas en su cara afeándolo. Ahora quería creer que había una realidad donde él le pidiese salir y Deidara le dijera que sí.

Ellos dos se contaban todo, pero ese era un tema del que nunca habían hablado, quitando lo de los chocolates anónimos de San Valentín que recibió justo días después de su cumpleaños y que por fortuna Deidara nunca se tomó en serio.

Obito necesitaba saber, también tenía miedo de descubrir la verdad pero necesitaba saber. Si tan sólo no sintiese una necesidad inaguantable de enterrarse vivo con tan solo pensar en preguntarle.

No supo de donde surgió la idea de colarse un momento en su mente. Odiaba lo que estaba haciendo, pero no soportaba más no saber. Deidara estaba otra vez mirando con interés el paisaje y Obito tomó la varita para canalizar su magia. Susurró el hechizo que el traqueteo del tren ayudó a camuflar y comenzó a explorar los límites de su mente.

Lo primero que sintió fue entusiasmo. Fue un poco más allá, las manos le sudaban por los nervios y el remordimiento. El entusiasmo estaba asociado a la visita que le haría, eso fue lo siguiente que descubrió.

Entonces Deidara sacudió la cabeza y se frotó la frente. Obito bajó la varita con disimulo, se sentía como basura.

¿Cómo pensó si quiera que hacerle eso era aceptable?

Aunque le hiciera feliz saber que Deidara esperaba verlo con ansias de nuevo, decidió no hacer algo así nunca más. Pasaron un par de minutos más hasta que se atrevió a decir algo.

—En unos minutos llegaremos a la estación. Mejor nos despedimos ya, afuera habrá demasiado ruido y gente.

En el pasillo afuera del compartimento, los estudiantes ya se estaban agolpando, con sus baúles y sus animales para salir los primeros. Deidara asintió.

—Suerte en tus clases. Enséñame tu patronus en cuanto lo consigas, hm.

Y Obito deseó abrazarlo más que nunca, solía hacerlo a menudo. Ya ni siquiera se atrevía.

—Aprenderé ese patronus y luego te lo enseñaré. Te lo prometo.






















839 Palabras.

Una Aventura Por Hogwarts. Obi/dei (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora