Capitulo 9.

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—Espero que no estés enfadado o algo.

Obito a penas pudo reunir las fuerzas para mirar a Deidara a la cara. Notó su confusión y preocupación en la forma en que lo miraba. De inmediato se detestó por ser la causa de ello y apartó la vista, intimidado.

—No —negó con la cabeza.

—A veces, un hoo-hoo hembra abandona sus propios huevos —-explicaba la profesora Shizune, con su cerdito enano Tonton siempre en brazos—. No se sabe mucho acerca de este comportamiento que no parece tener lógica desde nuestro punto de vista.

—Pero te pasa algo, estás raro desde el día del partido, hm.

Obito seguía a la profesora con la mirada, consciente de que Deidara no le quitaba la suya de encima.

—Lo que sí sabemos es que los polluelos son muy independientes, incluso de recién nacidos, y aunque vulnerables, son capaces de sobrevivir por su cuenta...

—No me digas que eres un mal perdedor —agregó Deidara—. Estás enojado porque ganamos.

—¡No es eso! —exclamó, tan bajo como pudo pero la profesora Shizune lo escuchó igual.

—Deidara y Obito, espero que la razón por la que estén hablando y no prestando atención sea porque ya saben la lección —su tono era firme, pero no severo, ella nunca los regañaba demasiado. Lo que avergonzó a Obito fue que ahora todos los estaban mirando—. ¿Pueden decirme entonces cuál es la teoría que se considera más válida sobre los huevos abandonados?

Obito estaba en blanco, e iba a abrir la boca para disculparse con algo gracioso que no le quitase demasiados puntos a su casa cuando Deidara habló.

—Una pareja de Hoo-hoos puede poner hasta treinta huevos por nidada, se cree que la madre abandona a los que intuye van a ser más fuertes y se queda a los más débiles para protegerlos mejor —dijo, esperable de él, Obito no sabía por qué le sorprendía.

Posiblemente Deidara ya se habría leído el libro entero. O al menos la sección de aves mágicas.

—¡Muy bien! Eso serían cinco puntos para Gryffindor, menos dos por hablar en clase, se quedan en tres puntos para Gryffindor.

Quedaron en silencio un rato, escuchando la lección.

Obito debía hablar con Deidara pero lo había estado dejando pasar no sabiendo si él se iba a enojar o no. Él lo estaba, y le daba miedo lo que fuera a pasar a continuación. Como por ejemplo, que acabasen distanciándose, como cuando todos sus amigos de la academia de formación pre-Hogwarts acabaron en casas distintas y con amistades nuevas. Rin en Hufflepuff y Kakashi en Ravenclaw. No sirvió de nada rogarle al sombrero que lo colocase ahí igual que a ella. Y encima, a Tontokashi lo adelantaron un año a la misma vez que lo hicieron a él repetir.

Ese sermón de sus compañeros del equipo de Slytherin tras la derrota contra Gryffindor le hizo darse cuenta de lo fácil que podía perder su amistad también.

Puede que no fuera a ser divertido como él creía, lo de ser rivales. Puede que solo fuera a traer negatividad entre ellos.

—Llevo esperando esta lección desde principios de curso. ¿De verdad me vas a arruinar el día así? —dijo Deidara.

Las palabras le dolieron. Obito tragó saliva, la cual se le figuró tan espesa como jarabe.

—Sí, hay algo que debo contarte —confesó al fin, si no lo hacía iba a ser peor.

—¿Y por qué no lo has hecho ya, hm?

—No quiero que te pelees conmigo. Pero después de clase hablamos.

—Los huevos de Hoo-hoo son muy fáciles de cuidar, la cáscara mágica genera todo el calor que el polluelo necesita para desarrollarse y no precisan una alimentación delicada —dijo la profesora Shizune—. Ese será nuestro primer proyecto anual.

Varios gritos de emoción recorrieron el aula, y Obito estaba convencido que Deidara se les habría sumado si él no lo hubiera puesto de mal humor.

—No hay huevos para todos, así que será un proyecto por parejas.

Ambos se miraron, ya dando por supuesto que irían juntos. Obito sonrió feliz, al ver que Deidara no se iba a buscar otra pareja, aunque estuviera molesto con él.

Ya todo el mundo los asociaba el uno con el otro, y Obito siempre sentía un pequeño momento de orgullo y euforia cuando alguien comentaba al respecto.

El huevo era de un rojo que se iba degradando a naranja y luego a blanco. Se sentía caliente al tocarlo. Obito no sabía muy bien cómo sería lo que saliera de ahí, pero ya le había tomado cariño y lo hacía feliz la idea de cuidarlo junto a Deidara.

—Tenemos que presentar al nuevo miembro de la familia a Tobi y Katsu —dijo con el huevo en la mano.

Según la profesora Shizune aún quedaba un mes para que el polluelo rompiese el cascarón.

—Y tenemos que hablar de por qué estás raro estos días —dijo Deidara.

Con cuidado, Obito dejó de nuevo el huevo en la caja, sobre el improvisado nido de tela.

—Después del partido, los de mi equipo dijeron que ya que siempre entrenamos juntos tú sabes todos mis trucos y mi estilo de juego y que no es lo que más le conviene al equipo. Quieren que deje de entrenar contigo, Dei...

—Así que era eso...

Deidara se mordió el labio inferior, en silencio. Después se levantó y fue hacia la escalinata a paso rápido.

—¿Dónde vas? —dijo Obito yendo tras él.

—¡A explicarles a tu equipo un par de cosas, hm! —dijo en voz alta.

—¡No! ¡Espera! ¡No seas Gryffindor! —Obito lo adelantó y le cortó el paso, Deidara lo empujó para intentar pasar igualmente—. ¡No les digas nada!

—¿Por qué? ¿¡Pero quiénes se han creído que son!? —exclamó Deidara.

—¡No quiero dejar de entrenar contigo Dei! —a Obito le avergonzó decir algo tan sentimental, la temperatura en su cara aumentó unos grados, pero se sintió bien sacárselo de encima—. ¡Hemos mejorado tanto en este año...! ¡Ni se me ocurriría renunciar a eso! ¡Dicen que ya no necesito hacerlo porque entreno con ellos, pero me da igual! Es contigo con quien mejor me lo paso. No hay presión por hacerlo todo perfecto ni el estrés por ganar el torneo.

—A mí también me han dicho algo de eso, pero no han llegado tan lejos como para pedirme que deje de entrenar contigo. Por supuesto no pensaba hacerlo tampoco, hm.

Le hizo tan feliz oírlo decir eso que sintió que le iría a explotar el corazón.

—No nos separarán —a Obito le apetecía darle un abrazo, como los que siempre le daba, pero no supo por qué esa vez no se atrevió.

—¿Y qué vas a hacer? ¿Enfrentarte a ellos?

—No. Si no se enteran que aún entrenamos se quedarán contentos y todo se habrá solucionado sin dramas —dijo Obito. Preferiría no tener secretos, pero no veía ninguna otra opción—. He estado pensando en un lugar donde podríamos vernos como siempre. Una sala oculta aquí mismo en Hogwarts.

—Creo que también he oído algo de eso. Pero pensé que era un rumor.

Obito sacudió la cabeza. Reunirse a escondidas tenía su encanto, hacía las cosas más interesantes.

—No lo es. Y el próximo sábado te la mostraré.







1201 Palabras.

Una Aventura Por Hogwarts. Obi/dei (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora