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Gabriel volvía a soñar con Nathalie gritando desesperada y pidieron ayuda, aquella pesadilla se repetía con frecuencia desde hace unos días, harto de todo esto el diseñador se levantó y fue por un vaso de agua a la cocina, allí pensó con cada sorbo que daba, su vida dio un giro radical, estaba feliz, pero al mismo tiempo se sentía miserable, las palabras de su antigua amiga resonaban en su cabeza, "¿por qué cambio todo esto?" no tenía derecho a destruir aquel mundo en donde las cosas eran mejores, como se atrevió a sacrificar la buena vida de su asistente a costa de la suya; de repente, unos brazos rodearon su cuello por detrás, sintiendo una piel suave y tersa, el inclinó su cabeza hacia uno de los brazos y se recostó sobre ella.

Tranquilo Gabriel, la próxima vez vas a lograrlo.

Escucho un susurró en su oído rápidamente se giró, encontrándose con la nada misma, cayendo en cuentas de que estaba solo, su corazón latía, no entendía que era lo que acababa de vivir, parecía como si hubiera sido acosado por un fantasma.

─Me estoy volviendo loco─ musitó tocando su cabeza con su mano derecha

No.

Contesto una voz a sus espaldas, este se gira y ve a Mayura parado detrás de el, escondiendo mitad de su rostro detrás de su abanico, Gabriel retrocede espantado.

─¿Que haces aquí?, ¡no eres real!.

Soy más real que está fantasía que construiste─ camina ─Nos dejaste Gabriel, y ahora todo es un caos, ¿cómo pudiste?, pensé que nos querías, pensé que te importábamos, ¡pensé que me amabas!─ llora

El diseñador grita y se levanta, había tenido un sueño dentro de otro, rápidamente Emilie lo toco causando susto en el, ella lleva su mano hacia su frente y siente como estaba tibia, el hombre había levantado temperatura.

─Gabriel estás ardiendo, llamaré a Sabine para decirle que no irás─ se levanta, el balbucea pero termina cayéndose producto de la falta de energía

A su lado siente como unos tacos se acercan a el, este gira su cabeza y ve unas piernas enfundadas en un pantalón negro estilo ejecutivo.

¿Señor se siente mal?─ escucho decir a una voz, el eleva su mirada y lo único que logra ver es una cabellera negra con un mechón teñido de rojo, el rostro le es imposible de descifrar ─No sé preocupe hoy haré sus actividades por usted, haga reposo, no se preocupe por nada

La persona se aleja, Gabriel se la queda viendo, luego siente como unas manos lo tocan, era Emilie, la cual le estaba aplicando un paño de agua fría en su frente para bajar la temperatura.

Gabriel estuvo todo el día delirando y con temperatura muy alta, tanta que tuvieron que llamar a un medico, el cual, casualmente vino acompañado de una enfermera, quien lo diría, que el universo iba a ponerse de acuerdo para que Nathalie y Gabriel se encontrarán.

─Enfermera, por favor una dosis de antibiótico─ pidió el de bata blanca, la mujer se puso los guantes, busco una jeringa y preparo la dosis

─¿Cuántos miligramos?.

─Cinco.

Una vez listo, la pelinegra tomo el brazo izquierdo del hombre, arremangó su pijama y procedió a inyectarlo con el contenido, este al sentir el piquete giró su cabeza chocando sus grisáceos y apagados ojos con los de la mujer.

─Nathalie─ menciono claramente ─¿Por qué me dejaste?

─¿De qué habla señor Agreste?─ replicó está en tono neutro

─Te fuiste hace horas, y no volviste, ¿por qué me dejaste?─ la teñida mira a la rubia, está hace una mueca de odio

─¿Cuando me fui?.

─Esta mañana.

─Parece que alucina.

─En efecto─ acotó el profesional ─Creo que debemos trasladarlo hay algo que me preocupa, esto no es normal

─¿Es necesario doctor?─ consulto la de ojos verdes algo intranquila

─Si, quiero hacerle un chequeo completo, con la dosis de antibiótico debería sentirse bien en este momento, enfermera prepare la camilla.

─A la orden doctor─ sale de la habitación

─¿Usted no estará confabulado con esa atorranta verdad?─ se acerca

─Le pido respeto hacia la jefa de enfermeras, es una excelente profesional y una mujer decente─ se quita los guantes que tenía puestos ─Usted nos llamó y le digo que hay algo que no me gusta

─Esta bien.

Nathalie y Gorilla ingresan con la camilla, el robusto toma a Gabriel y lo acuesta, Nathalie lo ajusta y ambos se alejan, mientras el doctor le comenta a Emilie que si quiere ella los puede acompañar, obviamente accedió y todos partieron en la ambulancia cuánto antes.

En minutos Gabriel ya se encontraba en una habitación, con suero y esperando el resultado de sus análisis de sangre, ahora estaba un poco mejor pero todavía no podía ser visto por su esposa.

Nathalie en una de sus rondas le tocó revisar su suero, encontrándose con el, ahora más lucido y reconociendo en donde estaba.

─Veo que estás mejor─ comento descolgando el suero y cambiándolo por uno nuevo

─¿Que me pasó?.

─Nadie sabe, levantaste temperatura y hablabas tonterías, tu esposa casi me mata cuando me reprochaste que te había dejado─ suspira

─Lo siento mucho─ toca su cabeza ─No hablaba de ti, soñé con tu otra tu

─Bueno, pero eso no lo sabe tu esposa, y la única Nathalie a kilómetros por el momento soy yo, espero que la próxima vez que hables tonterías sueñes con tu mujer o no creo que se contenga─ palmea sus piernas ─En unas horas podrás volver a casa, viéndote, no hay motivo para que te quedes

─No me siento bien de todas formas, mí cuerpo está pesado.

─Es culpa de la fiebre, pero con unos mimos de la señora Agreste estarás como nuevo.

El hombre desvía la mirada y se queda callado, ella ríe y se acerca a la puerta, se queda quieta ahí y espera unos minutos.

─Mi turno termina asique quedarás a cargo de otra enfermera, espero te mejores Gabriel.

─¿No te vas a quedar?.

─No, lo siento─ toma el picaporte ─Pero no te preocupes las chicas se van a encargar muy bien de ti, y si eres bueno, hasta te darán un baño de esponja.

Ahora sí sale dejando al hombre notoriamente molesto, el cual ahora que se sentía bien, solo quería sus cuidados, no los de otra enfermera.

Miraculous: ChangesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora