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El capítulo de hoy tiene escenario en la torre Sunblade, era el edificio más alto de toda la ciudad, aunque no más que la Torre Eiffel; sede de la revista más importante de París e insignia de una de las familias más poderosas que tenía Europa.

La señora Sunblade caminaba por los largos pasillos de este lugar, siendo seguida de cerca por su asistente, quien en sus manos llevaba el bolso de la señora y sus gafas de sol de edición limitada que podrían costar prácticamente la mitad de la fortuna mundial.

Cuando la pelirroja entro en su despacho se encontró con una escena que le revolvió el estómago, ahí estaba el, excéntrico, hermoso, bien tornado, parecía tallado por los mismos angeles, estaba sentando en su silla, con sus pies que a pesar de caminar estaban pulcros, sobre el escritorio, su sonrisa socarrona iba desde un extremo hasta el otro, y parecía agrandarse cada vez más al notar su cara de asco.

─No sabía que las alimañas salían de sus guaridas.

─¿Prima, pero que clase de recibimiento es ese?─ baja sus pies, se levanta, acomoda su saco y rodea el mueble para quedar frente a ella ─Aveces olvidó que tienes más sangre Sunblade que Wayne─ la contraria rodea sus ojos

─¿Será porque los Wayne se extinguieron hace casi medio siglo?─ ríe, lo sobre pasa y se sienta ─¿Que quieres aquí Bruce?

─Me contó una linda gatita que la enviaste a buscar ciertas cosas al Tibet, ¿no sabes que los gatos odian el frío?─ se gira y la mira

─Sabes. . .tenía la certeza de que jamás volvería a ver tu cara, ¿por qué apareces de nuevo?.

─Soy el favorito que te puedo decir─ sonríe ─Además no puede haber una última función sin el playboy más exitoso, codiciado y rico de toda norteamerica

─Buen chiste. . .

─Dime prima, ¿es cierto que pusiste tus manos en aquellas joyas?.

─¿Que joyas?.

─No pretendas engañarme, Tecnologías Wayne tenía sus ojos sobre esas joyitas, hasta que misteriosamente la bandida más buscada de Gótica las robó.

─Tu prostituta dirás.

─Necesito una nueva, con la paga que le diste me abandono─ hace una cara triste ─Se una buena prima y consígueme alguien que valga

─Lo haré, si dejas de molestar y te vuelves al agujero de donde saliste.

─Me voy a quedar, si tu tienes esas joyas, tengo que recuperarlas, las necesito, con ellas podría traer a mis padres de regreso─ la mira serio

─¿Para que tener a mami y a papi cuando podrías dominar al mundo?, además, para tu información, esas joyas que tanto queremos no están en las cajas que supones que tengo en mí poder─ sonríe

─¿Donde entonces?.

─No lo sé.

─Unamos fuerzas prima, tengo la red de información más eficaz del planeta, y tu, bueno, los secuaces.

─¿No se supone que tu eres el bueno?.

─No aquí─ sonríe ─Me quédare en tu mansión, asegúrate de conseguirme una buena muñeca con la cual jugar─ se encamina a la puerta

─¿De las que se inflan o una real?─ el se detiene, se gira y mira a su prima fijamente, los dos se quedan así hasta que ella aparta la mirada ─Bien, no volveré a bromear, no te preocupes, me encargo de enviarte alguien que sirva

─Esa es mí prima─ se gira, toma el picaporte y sale

Tras eso la señora Sunblade entra en un ataque de crisis, rompe todo lo que había en su oficina, luego se recompone, acomoda su cabello y sale de ahí, debía encontrar alguien con quién su primo se pueda divertir o ella tendría que ocupar ese lugar, como en los viejos tiempos.

Mientras tanto, los mortales seguían con con su vida, Gabriel volvía a la cafetería, después de algunos días sin trabajar, y como si este fuera una vieja historia cliché a la primera que vio fue a Nathalie, ella se veía tan hermosa con su cabello suelto, al mismo tiempo que bebía café de forma relajada.

─Buenos días señorita Sancoeur─ saludo galán acodándose al mostrador, la contraria sonrió ladinamente

─Señor Agreste, que gusto verlo nuevamente─ deja la taza a un lado ─¿A su mujer le gustó su nuevo trabajo?

─Esta muy a gusto, le agradecemos eternamente por esa oportunidad─ sonríe

─Me alegró─ vuelve a tomar su taza y bebé rápidamente todo el contenido ─Pasaria horas charlando, pero tengo que trabajar

La enfermera se levanta se gira y abandona el campo visual del hombre, en la entrada al lugar, está se choca con una mujer que iba entrando.

─Señora Sunblade, lo lamento, no la vi─ se disculpó la nivea

─A ti te quería ver─ sonríe ─Se que te pedí que no vuelvas a aparecer cerca mío pero necesito de tus servicios con urgencia

─No puedo hablar ahora─ dice más bajo ─¿Necesita eso?

─Si, pero no es para mí. . .solo tu sabes hacerlo bien, ¿cuento contigo?.

─Sabe mis honorarios. . .

─Y hasta te daré más, pero no me falles.

─¿Dónde?.

─En mi mansión a la misma hora de siempre─ se gira ─Gracias Nathalie─ se va rápidamente

La pelinegra se queda pensando unos instantes, en ese momento Gabriel aparece por detrás, este había escuchado todo.

─¿Iras a la mansión Sunblade?─ pregunto sacándola de sus pensamientos y causando un leve susto en ella

─Si, ¿que haces espiando idiota?, un día me vas a matar─ lo reto

─Me preocupo por ti. . .si vas allí, ¿me harías un favor?.

─¿Que quieres?.

─Obtén la contraseña de la caja fuerte de la mansión─ ella se ríe ─Por favor, ahí adentro están los Miraculous, si lo logras, vamos a volver a la otra vida

─¿Cómo diablos quieres que obtenga eso?─ se acerca a su oído ─Soy una prostituta─ susurro ─Ya sabes a lo que voy a esa casa, no soy una espía de alguna agencia de inteligencia─ se aleja y ríe, Gabriel se sonroja ─Te veo luego─ besa su mejilla, abre la puerta y se va

El platinado se queda sonrojado y estático por unos minutos, luego suspira, vuelve a la realidad y se pone a trabajar o su jefa lo pondría de patas en la calle, no tolera el ocio, ni si quiera estando Nathalie de por medio.

Miraculous: ChangesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora