15

260 41 37
                                    

Gabriel abrió los ojos y vio a un figura parada a unos metros suyo, como pudo levanto la mano y tocó su espalda, pensando que se trataba de una ilusión, la persona se giró y ahí fue cuando ojos grises y azules se volvieron a encontrar, el sonrió como un tonto y ella se acerco inexpresiva.

─Estas bajo cedantes, según tu informe tuviste una ataque de convulsión, fue imposible pararte hasta que solo te calmaste, ni siquiera Gorilla pudo tenerte sujetó─ comentó apatica

─¿Gorilla trabaja aquí?─ suspira aliviado ─Al menos tienes a alguien conocido

─Ya para de una vez con esto, mira, no paso ni un día que ya volviste aquí, ¿quieres morir?.

─No fue mí culpa Nathalie─ desvía la mirada ─Soy un idiota jugué con fuerzas que todavía no comprendo

─¿De que hablas?.

─Vivo en un sueño, despierto, atado a ella.

─¿Que?.

─Esta realidad es una fantasía, una que cree para alimentar mí ego, mientras hablo contigo los demás sufren, y si me alejo de Emilie pasa esto.

─Querías estar con ella. . .

─No así─ golpea la cama ─Ella no es ella, mí Emilie jamás habría reaccionado así, odio está vida, quiero todo de regreso─ se marea, Nathalie toma sus manos para darle seguridad

─Ya es tarde Gabriel, y no quiero seguir alimentando esta locura, te creí, dijiste cosas muy coherentes, pero ya no puedo prestarte más atención, creo que te estás volviendo loco, no estás bien.

─Todo menos tu─ aprieta sus manos ─Eres mí sostén Nathalie, si tu no me crees nadie lo hará

─¿Acaso escuchas lo que dices?, hablas de otra vida que borraste solo por el buen recuerdo de tu esposa, ¿crees que acaso es eso posible?, no existe tal poder es una fantasía tuya, tienes que despertar, estás en la vida real y por culpa de ese sueño que tu mente crea te pasan estas cosas, todos tus estudios salen perfectos, y sin embargo aquí estás luciendo como un paciente a punto de morir.

─Tal vez si conseguimos los miraculous, podamos volver todo a la normalidad, tienes que encontrar los miraculous, estoy seguro de que existen.

─Basta Gabriel.

─Te lo suplico, ayúdame una vez más, esta vez a hacer lo correcto.

─Que quieres que haga.

─Ve al Tíbet allí vas a encontrar todo, tu lo sabes mejor que nadie.

─Apenas puedo pagar los seguros sociales y la matrícula de mí hijo, y quieres que viaje al Tíbet─ toca su frente ─Tienes fiebre, ya entiendo porque deliras─ se aparta ─Iré por un anti febril, trata de descansar─ rodea la cama y se acerca a la puerta

─Perdón por tardar Nathalie, pero ahora todo está claro─ ella toma el picaporte ─¿Cómo no lo vi antes?

No se anima a seguir escuchando y sale de es habitación, da unos pasos y al llegar al hall se encuentra con los rubios, Adrien rápidamente le pide información, está le explica lo que pasa y les sugiere que vayan a descansar que por el momento no podían verlo hasta que sea la hora adecuada, el chico acepto y a la fuerza se llevó a su madre, la teñida siguió su camino, entro a su oficina, destrabó la gaveta de antibióticos y fármacos, tomo el anti febril y volvió con Gabriel.

─Perdóname Nathalie.

─¡Ya basta!─ grito acercándose a la sonda del suero

─En verdad lo siento, voy a reparar todo esto, lo juro─ mira como clava la aguja en la ampolla que tiene el suero, y como lentamente aplica el líquido, el cual de a poco será distribuido a su cuerpo

─Descansa, y cualquier cosa importante toca el timbre─ le enseña un botón

─Gracias─ se acomoda y cierra los ojos

Nathalie se recluyo en su escritorio después de atender a Gabriel y se quedó allí el resto del día, estaba cansada de todo, pero debía ser fuerte, no se podía permitir que Gabriel la saqué de sus cabales, al finalizar su turno, se cambió, acomodo las historias clínicas y fue hasta la habitación del platinado para ver cómo estaba, allí lo encontró despierto mirando el techo; lucía muy lindo cuando estaba distraído.

─Permiso─ dijo llamando su atención y metiéndose en la habitación

─Nathalie, ¿ya te vas?.

─Así es, mí turno termino, pero no podía irme sin antes ver si no necesitabas algo─ el sonríe

─Estoy bien, las pesadillas terminaron.

─Me alegra eso, si sigues así mañana por la mañana te darán el alta.

─Preferiría quedarme un poco más aquí.

─¿Por que?.

─Es más tranquilo, Emilie no grita y yo en vez de pensar en ti, puedo verte─ desvía la mirada

─Déjate de tonterías─ se acerca más y toca su frente, la temperatura estaba normal ─No puedes delirar, y después decir estás cosas, sin hablar del hecho que sacrificaste todo por Emilie y te animas a decir semejante bobada

─Creo que fue un error. . .

─Tarde.

La puerta detrás de ella se abre mostrando a los dos adolescentes, estos se asombran al encontrar a la mujer allí, ella rápidamente da un paso hacía atrás y el rubio se acerca a su progenitor.

─¿Cómo estás padre?.

─Bien hijo.

─Mama está en casa, creí que sería mejor no traerla.

─Haz hecho bien. . .estoy mucho mejor, pero tu madre me saca de las casillas.

─Lo se. . .

─Bueno─ intervino Nathalie ante el silencio que se provocó ─Yo los dejó, no se queden mucho tiempo aquí, el señor Agreste tiene que descansar─ se gira y sale

─Sabemos que tiene que descansar, pero ahora lo veo muy bien─ menciono Thiago acercándose ─Asique nos va a contestar algunas preguntas

─¿Que quieren de mí?─ cuestionó con temor

─¿Que traes con la mamá de Thiago padre?.

─¿A que se refieren?.

─Últimamente están muy juntos, y ella más feliz de lo normal.

─No tenemos nada muchachos, por más que queramos, solo somos amigos.

─Mira papá, yo se que mamá es algo molesta a veces, y me doy cuenta que si no están separados es por mí, pero la señora Sancoeur no merece sufrir.

─Si, mí mamá no necesita que le vuelvan a romper el corazón, asique espero que sea claro con lo que trama.

─Les juro que no tramo nada─ mira a Adrien ─¿Y tu no estás defendiendo a tu madre?

─No, ¿en qué siglo vives?, ella es mí mamá pero no por eso tiene que estar contigo, si ya no la quieres lo acepto, ella será toda la vida mí mamá, pero no tengo que tomar partido por ella, se lo molesta que puede llegar a ser a veces─ suspira

─Me sorprendes hijo. . .pero para bien, estoy orgulloso de ti─ sonríe

─También estoy orgulloso de el, pero este no es el caso, no lo olvides Gabriel si la lastimas te las verás con nosotros─ enseña su puño

─Lo prometo chicos, no voy a lastimarla─ suspira

Los dos chicos se miran y luego se alejan retrocediendo sin dejar de mirar al hombre, al chocar con la puerta, se giraron, la abrieron y se fueron, Gabriel volvió a suspirar, se acomodo en su cama y cerro sus ojos, para tratar de volver a dormir.

Miraculous: ChangesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora