❝El pueblo sin entendimiento caerá.❞
Cuando cerró tras de sí de un portazo, las punzadas en su pecho regresaron. Las hojas que le había quitado a Zecharias Darzi tampoco tenían el sello del regente Sekulets, la "S.S." dorada. Intentó leerlas en el pasillo, pero la luz de los tubos fluorescentes volvían ilegible el carboncillo con el que estaban escritas. Se preguntó qué estúpido no escribiría con tinta o a máquina.
No era un diario, sino dos páginas que alguien había escrito conforme otra persona dictaba, en las que se demostraba en ocho puntos cómo el regente Sekulets, o el Sadarael, no era el líder legítimo de Berajistán, ni tampoco Simei, apodado el Roi.
Ciertamente cualquier postulante a la regencia de Berajistán debe jurar con la verdad y cumplir con las ocho cláusulas que se le exigen para servir al pueblo, por lo cual es posible discernir la justicia del engaño.
Porque se requiere que un regente digno sea berajís de nacimiento y de ascendencia hasta cuatro generaciones, que no profese religión ni esté casado ni una vez, que tenga la capacidad de sanar, que porte una cicatriz de guerra (para ser digno jefe militar), que no esté en guerra con ninguna nación, que haya servido al regente anterior y que unifique a los berajís.
Pero de todos estos puntos, Yakov Sekulets no ha unificado Berajistán, sino que la ha aislado. Tras orquestar y fingir un supuesto ataque nuclear, cerró las fronteras, pero esto fue opacado por la inmensa ola de norteamericanos que Berajistán recibió, ya que Sekulets firmó la Pax Atlántica con Norteamérica. Un tratado de paz queda invalidado si los pasaportes también lo están y no se expiden más visados.
En cuanto a la muestra de sanción, Sekulets removió un tumor cancerígeno de estómago a Yehiel Simei a los cinco meses de autoproclamarse regente, tras la muerte del regente Hakán. Sin embargo, debido a la falta de un primer diagnóstico, queda invalidada la verificación de la enfermedad, al igual que la cura.
Respecto al ataque nuclear, se responsabiliza a Norteamérica, aunque no haya evidencia debido a que el país se hundió a causa de los fuertes terremotos. Los medidores de radiación pertenecen al ejército berajís y nadie más tiene autoridad para medirla. No hay registros de fuentes internacionales porque no ocurrió. Los datos sísmicos están falsificados por el núcleo de científicos. Quinientas personas, que en el supuesto momento del ataque estaban en el desierto, declararon que no hubo ningún cambio. Estos registros están en el archivo general del palacio. El cambio climático en Berajistán y la deforestación se debe a los incendios, no a la radiación.
Mikhael giró la página con rabia. ¿Un diagnóstico faltaba? ¿Que los militares habían preparado el ataque nuclear? ¿La radiación era un invento del gobierno? Sabía la historia de su país de memoria, y recordaba varios de los años que había vivido en Berajistán cuando esta era un búnker gigante. Era verdad que Sekulets fue el primero en mencionar que se había filtrado información sobre un ataque nuclear norteamericano que previnieron aislando al país, pero eso no lo hacía un farsante. En ese tiempo, el regente Hakán tosía mucho y buscaba desesperadamente un partido que lo reemplazara, pero murió antes de las elecciones.
Sekulets, con su proyecto de un comedor social y la paz con Norteamérica, se ganó el apoyo popular. Luego reunió a los científicos más inteligentes para encontrar una manera de reducir los niveles de radicación.
El manuscrito solo se leía por un lado. Tal vez el carboncillo se había borrado con el desliz de un pulgar sobre la textura.
El ataque nuclear y la radiación es una pantalla de humo. Las imágenes del día del ataque están fabricadas por el mismo ejército y se contrataron actores de crisis: se puede comprobar con una revisión a las cámaras satelitales y un análisis de los testimonios grabados. Los quinientos testigos, interrogados por los soldados, desaparecieron (los de edad para inscribirse al ejército) o fueron internados en psiquiátricos (los de quince a veinte años) para borrarles la memoria.
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Los Cinco Séptimos
Science FictionMikhael solía cuestionarse todo lo que hacía, pero no confiaba sus dudas a nadie. Se limitaba a decir lo que le enseñaban, a hacer lo que le ordenaban y a sentir lo que indicaban. Llevaba tantos años dejando que otros pensaran por él que no comenzó...