Tio

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Simon tenía los ojos abiertos como platos y estaba casi helado. Tal vez que Wilhelm le haya dicho entre horas de clases no fue lo correcto. Pero no podía esperar, habían pasado dos semana desde el mensaje y como estaban en buenos terminos no queria romper con esa onda, en especial porque el sexo era tan bueno y por fin Simon habia accedido a quedarse varias veces. Incluso tenía ropa de él en su habitación, la cual abrazaba para dormir cuando Simon no se quedaba.

- Esto es... - Fueron las primeras palabras.

- No tenemos que hacerlo, no es que... - Wille intentó calmarlo.

- No quiero hacerlo.

Wilhelm observó detenidamente, como el rostro de Simon se iba relajando de a poco luego de haber dicho que no quería conocer a su madre o tal vez no a su madre sino a la reina.

- Lo decis por... Mi mama o por la idea de...

- No voy a hacerlo. No voy a ir al palacio Wille. Es un horror... - La cara de Wilhelm debió conmover a Simon que enseguida agregó.- No es para gente como yo...

- Está bien, entiendo... No te hagas problema.

- Pero me gusta que le hayas dicho - Simon rodeo a Wille por el cuello y le dejo un beso corto en los labios.

- ¿Si? - Wilhelm le abrazo por la cintura y le beso.

El timbre sonó y ambos se separaron. Estaban escondidos en un salón mientras hablaban y cuando todos empezaron a entrar Simon acotó.

- Mierda que son puntuales los ricos.

- ¿Por qué siempre...? - "comparando a los ricos" pero decidió no decirlo.

Simon no dejó que terminara de hablar o mejor dicho ni lo escuchó, directamente se retiró del salón mirando al piso. Wilhelm saludo a un par de chicas que le hablaron y mierda que no quería problemas, caminó detrás de Simon pero este corrió hasta su salón y lo dejó atrás. Wille se detuvo contra una de las paredes viendo pasar a los que llegaban tarde y disimuladamente se retiró.

No iba a cursar ahora.

×

Tres días pasaron y los mensajes se iban acumulando, tanto los de Simon como los de su madre. Pero la realidad es que Wille no quería saber nada con nadie. El príncipe heredero al trono solo se dedicó a entrenar temprano y por las noches. August incluso lo acompañó la mañana del tercer día. Salió a correr detrás de él al ver que era su nueva rutina.

- Wille! WILLE!

- ¡Tengo música! - Le respondió.

August corrió más rápido y se puso delante de él corriendo al revés, Wille deseo que se cayera de una vez para poder seguir su camino.

- ¿Pasa algo en la tierra del amor socialista?

- Sos la última persona que le contaría algo.

- Sí, pero no tenes a otros con quien hablar. Todas tus amigas son mujeres y seamos realistas. - Se puso a correr a su lado.- Esos chiquitos tampoco saben mucho.

Wille frenó repentinamente y August tambien lo hizo.

- ¿Y vos sabes lo que es estar con otro hombre?

- No, pero estoy rodeado de hombres.

- Hombres ricos.

- Wow... Ya hasta hablas como el...

Wille se sorprendió a sí mismo de las palabras que había dicho. El no podía decir esas palabras, él no podía hablar como Simon. El era un hombre rico, no solo eso, era de la realeza, era una persona de la alta alcurnia y todos eran menos que él. Esa era su realidad.

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