CAPITULO 31.

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Han pasado dos meses. Así es, dos malditos meses donde no he podido manejar mi vida. Terminó la escuela, quiero sonreír. Lo hago, pero mis ojos están gritando desesperadamente. En ellos nadie puede evitar notar el dolor, la humillación, la decepción...

Volví a equivocarme. Esperé más de los demás cuando ni siquiera me habían dado un poco. Volví a confiar.

Luego de haberme ido de la casa de Liam me fui directo a casa de Sam. Me recibió y me dio lo que necesitaba en ese momento, un abrazo. Lloré hasta que no pude más, hasta gastar mi última lágrima, hasta estar seca por dentro. Ahora soy una persona más fría. Debería haber sido así antes, no me hubiera dolido tanto nada. Aunque, pensándolo mejor, la vida me enseñó a ser así. Sin sufrimiento no hay felicidad. Puedo estar en lo más alto y de repente caer a lo más profundo.

Liam, tenías razón. Tú mismo lo dijiste, caeré a lo más profundo. Me avisaste y aun así seguí avanzando sin saber que estaba caminando por un precipicio.

En estas semanas lo único que hice fue drogarme y emborracharme hasta caer dormida sin pensar en nada. Vivo encerrada en la habitación de Sam. Ella se queda en la de sus padres, quienes encontraron un trabajo donde se van de viaje un par de meses. De vez en cuando Sam me llama para que salga pero no puedo. No puedo y no quiero. Tengo miedo de salir, me aterra encontrarme en el exterior. Para lo único que salgo es para tomar la comida que Sam me deja en la puerta. Sé que soy una mierda por hacerle eso, pero no puedo salir. También, estos dos meses no hubo una noche en la que Liam no me llamara. Estoy segura de que ha ido a buscarme a casa, pero obviamente no iba a ir ahí, a la casa de Alba menos. Me llama la atención que no haya venido aquí, justamente, fue en esta casa donde lo conocí. Tal vez, no sabía que era de Sam. Habrá visto que había una fiesta y se metió y ya.

Lo único que le he pedido a Sam, además de ese día que le pedí que me dejara quedarme aquí, fue que me traiga de la biblioteca libros. Un montón de libros. Pero no de cualquier cosa, de psicología. A pesar de ser así y necesitar yo un psicólogo, quiero ser psicóloga. Es mi sueño imposible. Lo que más odia la gente de estas personas (Que ya sé, cada día se multiplican) es que oyen pero no escuchan. Ponen el oído y el cerebro en buscar que tienes, hacer que dejes de estar mal y ganar dinero. Yo quiero poner el corazón. Quiero ir yo misma a buscar a la gente a lo más profundo y sacarlas de ahí, ayudarlas con el corazón. Por eso digo que sólo es un sueño imposible. ¿Cómo sacar a alguien de un lugar donde yo también estoy? ¿Cómo ayudar a los demás si no me puedo ayudar a mí misma?

-¡Emi!-. El grito de Samantha me saca de mi mundo. Dejo salir el humo de mi cigarrillo por mi boca.

-¿Qué?-. Digo en un tono normal.

-¿Hoy vas a salir?-.

A la semana de no haber salido, Sam comenzó a preguntarme todas las semanas "¿Hoy vas a salir?". A lo que yo siempre contesto negativamente. Ese es el fin de la conversación.

-No-.

-¿Puedo pasar?-. Pregunta. Ya debería haberse ido.

-No-. Las pisadas de Sam se comienzan a alejar pero unos ruidos fuertes contra el suelo me comunican que está corriendo de vuelta aquí. Que ganas de joder que tiene.

-¡Emily! ¡Sal de una puta vez de ahí!-. ¿Qué vino a hacer él aquí?

Comienza a golpear la puerta fuertemente.

-Tengo mi celular aquí, llegas a romper la maldita puerta y llamaré a la policía Cameron-. Le comunico mientras tomo mi celular.

-No puedes seguir así. No puedes estar aislada de todo el mundo. Estar allí en ese mundo de mierda tuyo. Aquí afuera también están pasando muchas mierdas y tú no estás enterada...-.

Gritos Silenciosos (2° Temporada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora