Cap 18. Ataduras.

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Buenas, buenas :P

Feliz San Valentín! <3

En mi caso San Solterín porque no me quiere ni mi madre.

Pero aquí tenemos un nuevo capítulo para sobrellevar este día.

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Tras unas cinco llamadas perdidas de Charlotte y los molestos alaridos y quejidos con los que el padre de Víktor contaminada el ambiente, los chicos comprendieron que no podrían tener el momento íntimo que necesitaban. No allí. Tomaron distancia molestos.

Horacio agarró su teléfono, ciertamente allí se encontraban las cinco llamadas sin respuesta, además de un par de mensajes de su madre. Tal vez salir de casa sin avisar no fue una buena opción. Aquello le dio una idea al menor, si no podían estar en casa de Volkov, siempre podrían ir a su vivienda, pues a pesar de que estuviera su madre, ella no sería una molestia.

--Oye, Vik-- llamó el crestado, depositando su mano sobre el muslo del que había tomado asiento junto a él en la cama.

El ruso le prestó atención. Notó que una pequeña sonrisa se formó en sus labios al divisar el rostro lleno de luz de Horacio. Su vida era una completa locura, y sin embargo, allí estaba aquel chico de diecisiete años que lo hacía feliz con el simple hecho de conectar su mirada con la propia. Aquellos bicolores ojos que lo habían enamorado. Mismos ojos que lo reconfortaban cuando sentía que ya no podía más con este torbellino de la vida.

--Dime-- dijo, deslizando la mano por la del menor.

--¿Por qué me miras así?-- el crestado rio sonrojado.

--¿A-así? ¿Co-cómo?-- Víktor echó la vista hacía otra parte.

A pesar de conocerse de hacía ya años, ninguno había cambiado realmente. Esa picardía qué tenía Horacio, la cual buscaba sacarle sensaciones al ruso, y esa timidez de Volkov con la qué trataba de ocultar su lado tierno aunque de vez en cuando lo dejara libre durante algunos instantes.

El francés se limitó a reír victorioso. Retiró la mano del muslo contrario, intercambiándola ahora por su pierna, la cual se enlazó entre las de Víktor. Mientras apoyaba levemente su cabeza en el pecho del mayor. Sintió como la mano de Víktor se deslizaba desde su hombro hasta quedar sujeta a su cintura afianzando totalmente el agarre.

--¿Qué te parece si vamos a mi casa?-- interrogó Horacio.

A Volkov le parecía una gran idea, cualquier cosa que diera como resultado no escuchar a su padre, parecía ser una buena opción.

--Estaría muy bien-- afirmó.

El menor le dio libertad al ruso para que pudiera ponerse en pie y tomar lo que necesitara, pues seguro que acabaría durmiendo en su casa aquella noche.

Víktor agarró su maleta. En ella metió un par de libros que necesitaría para el instituto. En cuanto a ropa, introdujo simplemente un boxer, pues lo demás podría ocuparlo de su pareja. Revisó el primer cajón de la cómoda en busca del cargador de su teléfono. Abrió sorprendido los ojos al ver allí aquello que incluso había olvidado haber comprado. Una caja de condones de fresa. Las mejillas le ardían. La cogió y la metió disimuladamente en la mochila. Dejando a un lado lo sucedido con su padre, estando con Horacio todo había sido bonito y en general calmado, pero era obvio el calentón que ambos habían adquirido con un simple beso, por lo tanto esos condones muy probablemente serían de ayuda.

--No podemos salir por la puerta principal ¿no?-- interrogó Horacio casi afirmándolo.

---La verdad es que no-- dio una pequeña vuelta por la habitación tratando de encontrar una forma de salir de allí. Frenó sus pasos junto a la ventana. Vio una gruesa tubería que pasaba junto a su ventana y llegaba al suelo de la calle. Esa sería su escapatoria.
--No se si te va a gustar la idea, pero... Tenemos que deslizarnos por ahí-- el peligris señaló el tubo.

𝙷𝚘𝚛𝚗𝚢 24/7 𝐕𝐨𝐥. 𝟐 {𝘝𝘰𝘭𝘬𝘢𝘤𝘪𝘰}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora