Capítulo 4

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La semana fue transcurriendo. Ya sabía quienes serían mis profesores durante este trimestre y qué tipo de cosas daría, y por suerte en muchas clases coincidía con mis amigos. Los primeros días fueron bien, no hubo ningún problema y tampoco nos pusieron muchos deberes. Por lo tanto pude quedar a las tardes con Astrid. Aunque Astrid lo negara le pasaba algo, no aparentaba estar mal, pero sentía que algo me ocultaba. Intenté dejar de lado mi teoría para no preocuparme a mí mismo. Aparte, Jack me dio mucho el turre con la fiesta de Elsa. Al parecer había hablado con ella por mensajes y ya sabía la dirección de su casa. Para el asombro de los dos, descubrimos que la casa de Elsa estaba ubicada en el barrio conocido por sus grandes casa, asique nos imaginamos una casa inmensa, aunque aun no la habíamos visto pero pareció animar a Jack más de lo que estaba. Encima yo estaba segurísimo que Jack intentaría que Elsa fuera su siguiente lio. Una chica guapa, divertida, rica con una casa enorme... ¿Qué más quería mi mejor amigo? Era la chica ideal para luego fardar de ello.

Era jueves y las clases de la mañana ya habían acabado. El clima veraniego aún no había cambiado, seguía haciendo calor, y esperaba que se acabara ya. No es muy agradable dar clases teniendo calor. Con un tenedor removía el arroz de mi plato, que no sabía a nada.

-¡Uaaj! -oí un quejido al lado mío- Tía, Mérida ponte una goma de pelo o algo que se te caen los pelos en mi plato.

Mérida que estaba sentada al lado mío se empezó a reír.

-Si no te gusta mi pelo te aguantas, Eugene. Siempre quejándote...

-No me extraña que te volvieras lesbiana. Espantas a los tíos con esos pelos de estropajo. Te pensarías que a las chicas les gusta eso...

Mérida le pego un codazo a Eugene que se encontraba al otro lado de ella. Rapunzel se reía. Eugene solía chinchar mucho a la gente, pero de broma. Entre nosotros ya era algo normal, y por eso casi nunca nos acabábamos peleando, sino riéndonos hasta no poder más.

-Yo creo que da igual el aspecto de pelo que tenga una chica. Lo que importa es como es por dentro. Y supongo que es eso lo que más valoran algunos homosexuales ¿No? - comentó Rapunzel.

-No todos los homosexuales... En mi caso, sí - dijo Mérida.

-Entonces eres pansexual, no homosexual - opinó Eugene.

- ¿Qué dices? ¿Qué es eso? -preguntó Rapunzel.

-Pansexual es cuando te enamoras de alguien por como es, da igual qué aspecto tenga - explicó Eugene. -Ósea la relación de Astrid y su pájaro.

- ¡Eh! - se quejó Astrid entre risas.

- ¿Pero eso no es zoofilia? - se rió Rapunzel.

- ¿Zoo-panfilia? - dijo Eugene.

Se me escapó una carcajada al igual que a todos. Todos menos Jack.

-En todo caso, yo sería homo-pansexual, porque no me van los tíos para nada - aclaró Mérida - Deja de pensar que me puedo enamorar de un tío. Es lo más estúpido que puedes hacer.

Astrid escuchaba con atención la divertida conversación, al igual que yo. De vez en cuando nos reíamos. Muchas veces salían conversaciones raras como aquella en la que todos acabamos discutiendo como si fuera un debate, y de alguna extraña razón al final siempre se metían con Mérida. Jack en cambio, estaba raro. No apartaba la mirada del plato mientras comía el insípido arroz. Tenía la capucha de la sudadera puesta y con la mano que tenía libre apoyaba la cabeza. Desde ayer parecía que se estaba escondiendo o evitando a alguien, como si le estuvieran siguiendo. No me atreví a preguntarle nada porque sabía que si lo hacía todos empezarían conmigo a preguntarle y no quería agobianle. Mejor si seguían hablando de la conversación rara aquella sobre los homo-pansexuales...

-Apuesto a que si es posible que te enamores de uno.

Mérida se empezó a reír sin parar.

-Lo llevas claro guapo - contestó después.

-Haber, haber... según la naturaleza nos tenemos que atraer los sexos opuestos. Por lo tanto, por muy lesbiana que seas en el fondo, la naturaleza tiene que tener algo de afecto en ti. Por eso creo que si un tío bien mazado se acercara a ti y te pidiera marcha, tú en el fondo lo estarías deseando -dijo Eugene decidido.

-Ya ¿Pero sabes qué? Yo la naturaleza me la paso por el coño. Que se acerque el tío que quiera, que yo no me tiro a ninguno ni aunque me paguen.

-Que cabezota. Eso es lo que piensas, claro. Pero en realidad estas confusa...

-Venga cállate anda, que te estás pareciendo a un puto homófono.

-No, no, yo no he dicho que me parezca mal que te molen las tías. Solo he dicho que seguramente en el fondo los tíos también te gustas. Aunque sea en un fondo muy fondo muy fondo.

-Pues entonces está en él un muy fondo. Porque he visto a un montón de tíos moja bragas sin camiseta que tan solo me han dado asco.

Eugene y Mérida empezaron a discutir sobre el tema. Rapunzel, Astrid y yo escuchábamos atentos al debate. Sabíamos que lo estaban haciendo de bromas, muchas veces lo hacían. La conversación parecía un partido de tenis, hablaba uno y luego hablaba el otro de forma seguida, los argumentos no se acababan. Llegó un momento en el que los dos empezaron ha hablar a la vez y no paraban. Y entonces fue cuando Jack le levantó la cabeza y nos miró a todos.

- ¡Joder macho! ¿Por qué siempre tenéis que hablar de lo mismo? ¿Por qué siempre os metéis con ella? ¿Callaros ya no? Qué más da que sea lesbiana. Qué más da que le gusten las chicas. Qué más da que le den asco los chicos. Sois unos putos pesados. Cada uno tendrá sus gustos y sus opiniones, pues vale, ya esta, quedaros con vuestras malditas ideas del amor. Meteros en vuestros asuntos de parejitas felices y déjala en paz de una vez.

Todos nos quedamos atónitos mirando a Jack, incluso Mérida. Ninguno se esperaba aquello. Sobre todo porque algunas veces Jack también había participado en alguno de esos debates ¿Desde cuándo se preocupado tanto por Mérida de aquella manera? Pensaba que tenía hecha la idea de que a ella le daba igual lo que le dijéramos, que se reía de nuestras opiniones y que la hacían gracia nuestros debates. Nadie dijo nada durante un minuto. Jack nos miraba a todos con una expresión resentida ¿Qué le pasaba? Suspiró. Entonces Jack se levantó del asiento. No recogió nada, no dijo nada, no miró a nadie y comenzó a caminar hacia la salida.

- ¿Jack...? - preguntó Mérida.

-No tengo hambre -dijo fríamente.

Continúo andando hacia la salida del comedor. Todos le miramos mientras se alejaba y cuando estuvo cerca de la puerta salió corriendo de allí, como si estuviera huyendo de una prisión. Nos miramos entre todos.

- ¿Qué le pasa? - me preguntó Astrid.

Esta vez, todos me miraban. Se suponía que yo sabía la respuesta porque era su mejor amigo, pero no tenía ni idea.

-No lo sé... - dije mientras miraba fijamente hacia la puerta por donde había desaparecido.

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Ya empieza lo interesenate, dun duun duun. A Jack le pasa algo ¿Que creéis que es? Podeis dejarmelo en los comentarios si quieres, haber si alguno adivina xD Aun así en el siguiente capítulo sabréis que era lo que le pasaba.

Seguramente estáis pensando que esta historia va un poquito lenta. Y es verdad. Pero os prometo que en el siguiente capítulo ya empieza la trama xD

Espero que os haya gustado, darme estrellitas y comentarme y me haréis muuuy feliz :)


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