Capítulo 48

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Era una mañana espléndida, o al menos eso me lo parecía a mí. El cielo seguía nublado desde el día anterior y de vez en cuando caía alguna gota de lluvia. Pero el tiempo era lo de menos, lo mejor eran mis ánimos. Después de la tormenta sale el sol ¿No? Pues pensaba volver todo a la normalidad, decirle adiós a la depresión y concederle otra oportunidad a la vida. Estaba claro, iba a perdonar a Mérida y Astrid. La charla que Elsa me había dado tenía gran influencia en mí, era el supuesto secreto de la felicidad.

Llegué al instituto. Me hubiera gustado encontrarme con las chicas en el camino, pero al parecer me evitaban pensado que yo no quería saber nada de ellas. Nada más atravesar las vallas del jardín, Jack, que me esperaba debajo de un árbol, vino a saludarme.

—A mi madre le gustaría saber cuanto te cuestan los calzoncillos — dije dándole la ropa que me prestó el otro día en una bolsa.

Jack sonrió cojiendo la bolsa.

—Algún día te llevaré a la tienda e iremos juntos de compras de calzoncillos.

Me reí. Jack me miró aún sonriente. Me podía imaginar lo feliz que le hacía que volvieramos a ser amigos, seguro que le alegraba más a él que a mí. Los ojos azules de Jack estaban clavados en los míos y entonces fue cuando sentí que él deseaba lo mismo que yo, lanzarse en los brazos del otro y besarlo. Pero no lo haríamos.

Tras intercambiar miradas llenas de deseo nos dirigimos a la puerta del instituto. De camino vi a Mérida con Rapunzel, a unos metros. Mérida se giró para mirarme aturdida. Jack se dirigió hacia ellas y yo le seguí.

—Hola chicas — dijo Jack alegre.

—Hola — respondió Rapunzel.

Miré a Mérida.

—Buenos días — le dije.

Mérida se quedó callada, me miró y después miró a Jack. Jack volvió a sonreír.

—¿Hipo...?— dijo finalmente Mérida volviendo a mirarme.

—No digas nada — le interrumpí — Simplemente borra de tu memoria lo que ha pasado en estos días, como he hecho yo. Hagamos como si nada. Seamos amigos.

—¿Entonces me perdonas?

—Claro que sí pelirroja— le sonreí.

Mérida me devolvió la sonrisa y después me agarró y me dio un abrazo.

—Lo siento Hipo, yo...

—¡Sssssh! Calla— me separé de ella — Ni se te ocurra pensarlo. Nunca estuvimos enfadados ¿De acuerdo?

Mérida asintió feliz. El timbre que daba comenzó a las clases sonó.La mañana fue tranquila, las clases normales y ningún asunto del que preocuparse. Aquella normalidad me parecía maravillosa después de haber estado una semana al lado de mi amigo sin hablarlo durante las clases. Estuve pensando en Astrid. Me imaginaba que Mérida le contaría que le había perdonado y ella ya se esperaría que también le perdonaría a ella. Me alegraba muchísimo el perdonarla ya que ahora sería diferente. Hacía muchísimo que a Astrid no la etiquetaba como "Amiga", ahora que no éramos pareja todo sería diferente, y algo en mi interior decía que Astrid y yo nos llevaríamos bien como simplemente amigos.

Después de una sesión de aburridísimas matemáticas llegó el recreo. Por fin podía salir junto a Jack de clase sin huir de él. Como de costumbre fuimos al baño. Meé, me lavé las, manos y me dispuse a esperar a Jack que tenía las manos bajo el chorro de agua. Jack se echó jabón, se frotó las manos y se las aclaró, después miró alrededor y volvió a echarse jabón. Lo miré enarcando las cejas. Cuando Jack terminó de lavarse las manos por segunda vez se volvió a echar jabón.

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