Capítulo 2

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La familia principal de los Black, compuesta por ambos padres e hijos, llegaron a su cita en el Banco Gringotts a las ocho se la mañana. Caminaron por el hall de mármol, hasta el podio final de la recepción, para encontrar a los Lestrange y a Liprex (goblin asesor de Lord Patras).

   —Buenos días —se saludaron los adultos, dejando al margen a Sirius y Regulus.

   —Me alegra oír que su hijo ha aceptado el compromiso, por más que me parezca... difícil de creer.

   —Mi madre fue muy siniestra con sus palabras, Lord Lestrange —dijo, lanzándole dagas con los ojos, para pasar a saludar al Goblin, único merecedor de su saludo— Gracias por atendernos Liprex, y buen día.

   —Rata mugrosa —se burló Bellatrix.

   —Cállate, tu que no puedes cumplir con tus deberes –respondió con sorna.

   —Basta —les ordenó Orión— si fuésemos a un lugar privado para comenzar con la redacción del contrato, sería especial.

   —Sígueme —dijo el goblin, abriendo una puerta que daba a un pasillo.

   Recorrieron el pasillo lleno de puertas, hasta ingresar dentro de una. Detrás de la misma se encontraba un amplio salón, donde había una gran mesa rectangular con muchas sillas.
 
   Ingresaron en la habitación y se acomodaron en los asientos, los Lestrange de un lado y los Black del otro.

   Estuvieron un rato escribiendo el contrato, hasta que empezaron las pautas.

   —Si lo quieren, va a residir con ustedes, si se comporta mal, no es nuestro problema arreglarlo —dijo Walburga.

   —Ya estarán comprometidos, y si residen juntos, que duerman juntos.

   —Es un hada, en el momento que tenga pareja empezará a tener celo. No puedes ponerlos en la misma cama por dos semanas —refutó Orión preocupado por su hijo. No podía volver a Hogwarts en silla de ruedas.

   —Que se acostumbren, además, conociendo a mi hijo, ignorará por completo a Rabastan. Necesitan interactuar.

   —Yo no quiero...

   —Está dicho —lo calló su madre—. Además no pueden tener sexo, no quedará deshonrado.

   —Bien, pero quiero mi moto.

   —¿Moto? —preguntaron todos menos Orión y Regulus.

   Su hermanito parecía particularmente interesado en sus perfectas uñas, y Orión tenía cara de querer meterse debajo de la mesa.

   —Sí, la que vuela. Papá me la regaló.

   —¡¿Le has dado un cachivache muggle a nuestro hijo?! —chilló la madre, horrorizada por el hecho.

   —No es para tanto, Walburga... —intentó defenderse, aunque fue rápidamente interrumpido.

   —Regulus tiene un helicóptero, y estamos comprando un tanque de guerra para salir a pasear por las calles de Londres.

«Sin embargo yo quiero un submarino.

   —SIRIUS —. Lo calló su hermano, no quería un funeral.

   —¿Cómo...? —dijo Walburga antes de desmayarse. Su cabeza estampada contra los bizcochos.

   —No le tendrías que haber dicho, ¡Ahora nos los quitará!

   —Rosas rojas en mi ataúd —musitó Orión, indeciso sobre quitar la cara de su esposa de la comida.

    —Como decía, quiero mi moto, parada en su sala de estar —. Dijo Sirius, dando un manotazo a la mano de su padre, viendo que quería ayudar a Walburga— También quiero una mascota.

El compromiso (SiriusxRabastan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora