13. El Descubrimiento Del Viento

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Cuando Shi QingXuan despertó ya era el siguiente día. Se despertó desorientado por un momento en una habitación desolada y de pronto recordó lo de la noche anterior. Se sentó sobre la cama donde le habían dejado, intentó acomodar un poco su cabello y parpadeó varias veces antes de enfocar algunas sombras fuera de su habitación. Sus sentidos se agudizaron y contra su puerta podía ver las siluetas definidas de tres personas conversando. Prestó atención en los diálogos y pronto pudo escuchar.



–Todos se encuentran bien, lo único que se encuentra dañado son algunas objetos personales de la familia – una voz familiar se hizo presente con un tono grave y serio. 



–¡Gracias a los cielos! Pagaré mas tarde por los daños – esa última era la voz de su alteza cargada de evidente alivio.



–Dime que hiciste mal – una voz menos grave aunque igualmente seria lo cuestionó, pero ésta parecía cargada de confianza hacia su alteza contrastando con un toque engreído.  



–No tengo idea. Revisé todo con varias horas de antelación – explicó Xie Lian 



–¿Hiciste bien los cálculos?



–Si



–¿Dibujaste la matriz correctamente?



–Si claro



–¿No olvidaste nada?



–¡Ya les dije que no! ¡Llevo haciendo esto por 800 años! Creo que han sido suficientes años para saber si hice algo mal o no




–¿Entonces que hiciste diferente esta vez? Algo debió haber cambiado para que tuvieras este resultado catastrófico – esa horda de preguntas fue lanzada de manera alternada de una persona a la otra dirigidas hacia su alteza.



–Solo una cosa: la sangre...pero no, no creo. QingXuan no pudo haberme mentido – Xie Lian mencionó seguro de si, sin ningún rastro de duda y firmemente.



–¿Hablas del antiguo Señor del Viento? ¡¿Usaste la sangre de ese frívolo?! – al fin reconoció esa voz apática. Era el general Xuan Zhen, Mu Qing. Levantando falsos a sus espaldas. Shi QingXuan se sintió indignado y de un salto se puso de pie para enfrentarlo. Caminó con pasos ruidosos, abrió las puertas en par y miró a los dos generales: Nan Yang y Xuan Zhen.



–Buenos días mis señores. Escuché que hablaban de mí... ¿Dijo el general Xuan Zhen que soy frívolo? ¿Con que derecho? – Shi QingXuan se cruzo de brazos, ambos generales estaban pasmados ante su repentina aparición.

ANTES DE QUE TE DIGA ADIÓSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora